El nuevo sistema operativo de Microsoft Windows está en medio de una polémica internacional por sus restricciones a la libertad de los usuarios. La Free Software Foundation alerta sobre el sistema.
El sistema está en su laberinto. El Windows 7, de Microsoft Corporation, que saldrá a la venta mundialmente el 22 de octubre, tiene grandes desafíos a la vista: recuperar la imagen que el Windows Vista -el sistema operativo anterior- echó por tierra, luchar contra el OS Chrome, el sistema operativo anunciado por Google para el año que viene (que estaría basado en una distribución de GNU/Linux), sortear la nueva versión del sistema operativo Snow Leopard de Mac que sale en septiembre, y contrarrestar una atractiva campaña de concientización que lanzó la Free Software Foundation la semana pasada. A saber, la FSF, dirigida por el padre del software libre, Richard Stallman, se propone como un freno a la inercia social que hace que Windows siga siendo el sistema operativo más usado del planeta y Bill Gates uno de los hombres más ricos de la Tierra, aun sin trabajar. Hace unos días, la FSF montó el sitio windows7sins.org (los siete pecados de Windows) y les envió una carta a 499 empresas del Forbes 500 («creemos que hay una de esas empresas que no va a escucharnos») para advertirles los peligros.
Federico Heinz, de la Fundación Vía Libre, entidad argentina que apoya el software libre (que se puede ejecutar, estudiar, copiar, mejorar e incluso vender libremente), impulsó la campaña desde su sitio vialibre.org.ar. «La nueva versión del sistema de Microsoft Windows, Windows 7, tiene el mismo problema que ya tenían Vista, XP, y todas la versiones previas: es software privativo. Sus usuarios no tienen permiso para compartir o modificar el software o para examinar cómo funciona por dentro», dicen. Para la comunidad de software libre, Microsoft «ejerce control legal sobre sus usuarios, combinando derechos de autor, contratos y patentes».
¿Sobre qué temas se concentran los pecados de Windows, entonces? La educación, la intimidad, el monopolio, los usuarios, los standards, las restricciones y la seguridad. «La campaña está orientada a aprovechar el lanzamiento de la nueva versión de Windows para recordarles a los usuarios que el software no libre los deja a merced del proveedor del programa y puede controlar sus actividades, obtener información sobre ellos, alterar la manera en la que funciona la computadora», dice Heinz a Página/12. Así, la FSF advierte que el uso de Windows provoca «envenenamiento de la educación». «Microsoft gasta grandes sumas de dinero para corromper departamentos de educación. Una educación que usa el poder de las computadoras debería ser un medio para obtener la libertad y autosuficiencia, no una avenida para que una corporación alimente su monopolio.» También alerta sobre la invasión de la intimidad ya que «usa programas diseñados para confundir, como ‘Ventaja de Windows Genuino’ para inspeccionar el contenido de las computadoras del usuario», cuyo derecho Microsoft se reserva.
La opción de instalar Windows de manera compulsiva es vista como una «conducta monopólica», ya que la empresa dicta las reglas para quienes proveen hardware y los obliga a mantener oculta la información sobre cómo funcionan los dispositivos. El cuarto «pecado» para la FSF, sobre la cautividad de los usuarios, tiene que ver con la manera forzada en que Microsoft hace que sus usuarios tengan que deshacerse de computadoras viejas «simplemente porque no cumplen con los requisitos necesarios para la nueva versión de Windows».
Ah, otra cosa. ¿Sabía usted quién es el dueño de los derechos de los archivos que terminan en .doc? ¿El usuario final (usted) o Microsoft? Adivine… Microsoft, que ha intentado bloquear la estandarización de formatos libres para documentos como el «Open Document Format», que se usa en el paquete Open Office, desarrollado con software libre, pero que también funciona sobre Windows. Según la FSF, «participaron en actividades desleales, incluyendo el soborno de funcionarios, en un intento de frenar dichos esfuerzos de estandarización». La FSF llama la atención sobre el uso de las DRM, que se traduce como Gestión Digital de Restricciones y que inhabilita a copiar y compartir archivos, a través del Windows Media Player. «A pedido de NBC, Microssoft estuvo en condiciones de impedir que los usuarios de Windows graben programas de televisión, aun cuando tienen derecho legal a grabarlos.»
Por último, la FSF dice que la nueva versión de Windows amenaza a la seguridad de los usuarios: «Windows hace posible la difusión de virus, y permite que usuarios remotos asuman control de las computadoras de otros para construir redes de computadoras zombies para enviar spam». Y por el hecho de que el software es una verdadera caja de Pandora (no se puede saber qué hace realmente, porque no se puede leer su código fuente) los usuarios dependen de… Microsoft para solucionar los problemas.
La FSF, entidad madre del software libre, funciona como un faro en la compleja marea tecnológica, dictaminando -a través de su principal figura, Richard Stallman- hacia dónde puede o debería dirigirse la comunidad, y a qué peligros atenerse. Desde el año ’98, una parte de la comunidad que había desarrollado Linux comenzó a usar el término código abierto para romper con esa idea de que el software libre era gratuito, y se centró en sus funciones técnicas. Stallman tiene algunos reparos sobre las acciones de Linus Torvalds, el creador de Linux.
Por si fuera poco, además de la cuestión ética, después de un análisis inicial sobre las novedades del Windows 7, la influyente revista Wired también estableció una serie de razones por las cuales no sería conveniente «actualizarse». Entre los motivos para no pasarse está la dificultad de reinstalar el sistema operativo si es un usuario de Windows XP, porque habría que volver a instalar los programas, una gran pérdida de tiempo, y se preguntan: «Si XP está andando bien, ¿para qué arreglar algo que no está roto?». Actualizar el sistema teniendo instalado el Vista es un poco más sencillo, pero no muy barato. Una copia original tendrá un precio internacional de 200 dólares.
Esta vez, a diferencia de lo que pasó con Vista, Microsoft promete que Windows 7 soportará los programas compatibles con XP. Pero sigue siendo un sistema al que «hay que explicarle muchas de las cosas obvias de un sistema operativo». El experto Steven Vaughan-Nichols escribió en Computerworld que Windows 7 no va a cambiar la seguridad. «Windows 7 tiene la seguridad de un adolescente borracho en un auto deportivo.» Y como Windows 7 sigue siendo el sistema Windows, la mayoría de los virus y los ataques de los hackers están pensados contra el sistema de Microsoft, y no para Mac, ni para GNU/Linux, donde la seguridad funciona mucho mejor. Finalmente, la Wired presume en consonancia con la FSF que aquellos que quieran mantenerse lejos de las DRM (Digital Restrictions Manager) deberán usar sistemas abiertos como GNU/Linux.