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Transformación del gusto público

¿Desaparece el cine?

Fuentes: Rebelión

La Motion Pictures Association of America acaba de dar a conocer cifras alarmantes sobre los cambios en el gusto de los espectadores. El año pasado los norteamericanos emplearon 78 horas promedio viendo videos, lo cual implica un aumento de 53 por ciento en los últimos cinco años. Al contrario, la asistencia a los cines ha […]

La Motion Pictures Association of America acaba de dar a conocer cifras alarmantes sobre los cambios en el gusto de los espectadores. El año pasado los norteamericanos emplearon 78 horas promedio viendo videos, lo cual implica un aumento de 53 por ciento en los últimos cinco años. Al contrario, la asistencia a los cines ha aumentado solamente un ocho por ciento en el mismo período.

La renta de videos VHS y de discos de DVD ha subido un 676 por ciento y el 60 por ciento de los hogares cuentan ahora con reproductoras de DVD. El negocio de alquilar videos alcanza ahora una cifra de 21 mil millones de dólares. Las películas pueden verse ya en video apenas cuatro meses después de su estreno y muchos espectadores prefieren esperar para verlas en la comodidad de su casa, en pijamas y pantuflas.

En los últimos meses el número de espectadores en salas de cine cayó un cuatro por ciento en 2003, dos por ciento en 2004 y ocho por ciento en 2005. Por otra parte el mundo de las computadoras también absorbe gran parte del empleo del ocio. El tiempo invertido navegando en internet ha amentado en un 76 por ciento. El uso de video juegos ha aumentado en un 20.3 por ciento y el año pasado se gastaron sesenta y dos mil millones de dólares en video juegos, un incremento de un ocho por ciento en relación al año precedente.

Muchos de los analistas de estos problemas en la industria cinematográfica se han planteado que la razón principal en este decaimiento se debe a la mala calidad de los filmes. Los productores han optado por costosos recursos de computación, explosión de vehículos, catástrofes, sangre y sexo, escapismo extraterrestre y han olvidado que el fin último de todo arte –y el cine también es un arte–, es la exploración y enunciado de las motivaciones humanas, de los recursos de la inteligencia, de las intensidad de las emociones, no solo de aquellas que se derivan de lo anormal, milagroso o espectacular.

Hollywood sigue siendo el principal contribuyente de películas en el mercado y existe una capa de actores y directores ilustrados, liberales, que luchan por mejorar la industria, entre quienes se cuentan Barbra Streisand, Dustin Hoffman, George Clooney, Julia Roberts, Martin Scorsese, Oliver Stone, Richard Gere, Sean Penn, Martin Sheen, Madonna. Tim Robbins y Susan Sarandon. Otros, en cambio solamente se ocupan de lucrar y crear los peores esperpentos con tal de que rindan ganancias. Suelen ser los más reaccionarios, entre quienes apoyan a Bush: Britney Spears, Bruce Willis, John Travolta y Mel Gibson. En el pasado los archiconservadores fueron productores como Louis B. Mayer y Adolph Zukor y actores como John Wayne, Gary Cooper, Jimmy Stewart, Clark Gable y Charlton Heston, la hez de la hez.

Pero es aventurado decir que el cine se encuentra en el umbral de la muerte. Ningún medio ha logrado reemplazar completamente a otro. El cine no anuló al teatro, la comedia musical no acabó con la ópera, ni la fotografía terminó con la pintura. Y la televisión tampoco ha terminado con los demás medios aunque constituye uno de los desafíos que el cine tiene ante sí.

La información televisiva se distingue por su brevedad y tiene la ventaja de la inmediatez, pero no es profunda. Esa es su gran desventaja: el que se informa de cuanto sucede en el mundo contemporáneo sólo a través de la televisión llega a tener una cultura muy superficial y tiene que acudir al libro, al periódico o a la revista para complementar el tema y poder ir un poco más allá de la mera presentación. Una noticia dura en televisión solamente un minuto o minuto y medio pero la lectura de un periódico lleva muchísimo más tiempo y requiere mayor reflexión.

La televisión tiene sus vertientes dramáticas, las telenovelas, el entretenimiento, la música. Eso no lo abarca Internet, por ello la televisión y la computación van a fundirse en una sola pantalla aunque todavía falten pasos tecnológicos para lograrlo. En la medida en que pueda tener en disponibilidad un banco de programas, en lugar de recibir pasivamente la programación dispuesta por otros, se podrán organizar personalmente las emisiones.

Oponerse a la cultura de la imagen es un esfuerzo fútil. La civilización humana está destinada a una civilización cada vez más superficial y más extensa, un océano de extensión de una pulgada de profundidad. El mundo contemporáneo va hacia un tipo de masificación donde la imagen será una la forma primordial de difusión de la cultura dentro de la era de la pasividad receptiva.

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