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Reseña de la novela La noche en casa de José María Guelbenzu

Desorientación y soledad

Fuentes: Rebelión

Si los historiadores exponen los hechos relevantes y «almacenan» datos precisos, los escritores representan, a través de sus personajes los sentimientos, los pensamientos de la gente, el carácter del tiempo sobre el que escriben. La novela española de finales de la década de los años 70 del siglo XX, fue una novela interrogativa y de […]

Si los historiadores exponen los hechos relevantes y «almacenan» datos precisos, los escritores representan, a través de sus personajes los sentimientos, los pensamientos de la gente, el carácter del tiempo sobre el que escriben.

La novela española de finales de la década de los años 70 del siglo XX, fue una novela interrogativa y de expresión de las frustraciones y las grandes soledades, fue una novela que mostraba la decadencia social del momento: los negociadores democráticos recortaron las perspectivas de la población frente al viejo e insalvable franquismo, y buena parte de él continuó; por ejemplo, se empieza a desenterrar, en las cunetas y en los campos, sin ayuda del Estado democrático, y a dar sepultura digna a los cuerpos de quienes defendieron el gobierno republicano frente a los militares y sus congéneres fascistas. Cosas tan elementales como ésta se negaron entonces, y la calidad ética y moral de lo que se esperaba fue tan baja que produjo la desorientación social aludida.

«La noche en casa», de José María Guelbenzu, es una de las novelas significativas de ese momento histórico transicional. Se ha llegado a decir que es la obra maestra del autor.

José María Guelbenzu enfoca a la soledad y a esa pérdida de seguridad, de identidad del protagonista desde la primera línea: «Heme aquí solo…, apartado en un rincón…, abandonado… Mi nombre es Chéspir, mi alias más exactamente, pero nadie me conoce si no es por él….» Y nos enseña su estado anímico, su deseo de mantener el compromiso político a la vez que le asalta el miedo; mientras tanto surge en él un gran deseo por encontrar una compañera que le sirva de refugio, porque de igual manera que en el terreno político, su relación de pareja anterior había fracasado.

Si las primeras páginas de la novela nos muestran la soledad del personaje a causa del golpe recibido por la realidad, y nos sitúan ante esa perspectiva temática, el título del primer capítulo no puede ser más significativo: «Busco un país inocente»; el autor de éstas palabras es Giuseppe Ungaretti, poeta comprometido con su tiempo, comunista, cuya poesía se adentra en la búsqueda de la identidad. En sus poemas habla su generación, la que cruzó las tres primeras cuartas partes del siglo XX, la que vivió las llamadas dos guerras mundiales, generación desencantada a causa del abismo que se abrió entre los gobiernos y los pueblos, gobiernos que tomaron decisiones contra lo que deseaban los pueblos. El poema al que pertenecen los versos del título se llama «Vagabundo 1918», y dice así:

«En ningún // lugar // de la tierra // me puedo // aposentar // A cada // nuevo // clima // que encuentro // compruebo // languideciente // que // alguna vez // ya me le había // avezado // Y me aparto siempre // extranjero // Naciendo // de vuelta de épocas demasiado // vividas // Gozar un solo // minuto de vida // inicial // Busco un país // inocente.»

En «La noche en casa» se nos cuenta que Chespir, el protagonista, simpatizante comunista, viaja a San Sebastián en busca de un contacto. El mismo día que llega se ha producido un atraco a un Banco y debido al estado policial en que se vive, le comunican que deberá esperar hasta nuevo aviso en una casa que nadie conozca. Cuando sale a buscar una habitación se encuentra con Paula, amiga de juventud, y, pasa el día y la noche con ella en una casa. Junto a Paula, se replanteará su vida. Separado de su mujer y de su hija, comprometido a medias, confuso con la situación política, espera un contacto con el que recupere el sentido a su quehacer y su existencia. Decidido a apostar todo a Paula en ese piso-refugio, símbolo de aislamiento, último recurso, representará de forma dialogada la confusión interior, la falta de ilusión, y la pérdida de peso del ideal. El desarrollo argumental está infiltrado por fragmentos de poemas cuya lectura, agrupados los versos, apunta al sentido «novelístico»; eso si no aparecen como un todo, es el caso de los de Miguel Hernández: «Para cantar ¡qué rama terminante // qué espeso aparte de escogida selva, // qué nido de botellas, pez y mimbres, // con qué sensibles ecos, la taberna!.»

Se alternan con los capítulos varios apartados que llevan el título de «Guía del lector»; contienen lo que Chespir escribe en su agenda, es la forma en que se nos muestra el mundo más personal, son anotaciones confusas, signo que representa su vida. De la misma manera aparecen apartados como el que abre el libro donde hace examen de sí mismo y de su situación. Antes del último capítulo la «Guía del lector» contiene una historia al estilo de novela del Oeste, a través de ella se hace una alegoría sobre aquellos aspectos de su vida que le perturban, pero en esa historia es él, Chespir, el que se impone como los héroes de los tebeos y hace justicia. El capítulo en el que se encuentra ésta pequeña historia se titula «Un paisaje» y tiene como epígrafe un verso de Cesar Vallejo -¿saben quién era Cesar Vallejo?- que dice: «Ese no puede ser, sido.» No pudo ser ni en el tiempo más remoto ni en el más inmediato. Difícilmente podía haberse encontrado algo tan certero con el sentido general y con el de éste capítulo.

«La noche en casa» es una creación que conjuga pasado, presente, y futuro deseado, soñado o fantástico. En ella encontramos espacios de reflexión que interrumpen el tronco central para acabar así con el desarrollo temporal cronológico y hacer a través de ello un relato intemporal.

Hay en «La noche en casa» una particularidad más, y muy significativa, si está enmarcada en la época precisa de la narrativa de nuestro país, también se enmarca en el territorio de la novela contemporánea, entre otras cosas por el carácter de su dialogo, es una novela dialogada: en la novela antigua la descripción de los mundos interiores se hacía a través de los paisajes y a través de la acción de los personajes; más aún, en los diálogos de aquellas novelas el interés se centraba en la acción exterior. En los diálogos contemporáneos, para reflejar el mundo interior de los personajes, éstos hablan sobre sus conflictos, sobre la acción que se lleva a cabo, sobre su repercusión en el mundo y sobre el mundo en si.

«La noche en casa» habla de la desorientación de la conciencia y la soledad personal, producidas a finales de los años 70 del siglo pasado por el principio oscuro que aún, hoy, se agita a nuestras espaldas.


Título: La noche en casa.

Autor: José María Guelbenzu.

Editorial: Alfaguara.