Traducido para Rebelión por Germán Leyens
El ataque contra Mosul ha comenzado, con arremetidas de las fuerzas de ocupación contra la tercera ciudad de Irak por su tamaño. Aunque ha habido renuncias masivas de personal de la policía y electoral en esa ciudad, han nombrado un nuevo jefe más de la policía para que controle a los 1.000 policías que quedan, de los 5.000 que fueron hace dos meses.
En Ramadi continúan los feroces choques entre los portadores de la «democracia» y los que resisten la ocupación. Se informa que cinco inmensas explosiones afectaron una base de EE.UU. cerca de la ciudad.
Samarra no se quedó sin su parte en la «democracia» cuando soldados de EE.UU. abrieron fuego contra un coche con civiles. El portavoz militar dijo que habían hecho tiros de advertencia antes de dispararle al coche, hiriendo a dos personas. La policía iraquí, junto con varios testigos informó, sin embargo, que fue un tanque que disparó al coche y que murieron cuatro personas. Sólo ayer, un soldado de EE.UU. fue muerto en Samarra, junto con cuatro soldados iraquíes.
Desde luego, los choques persisten en Faluya ‘estabilizada’. ¿Recuerdan que el motivo por el cual arrasaron Faluya con bombas fue que iban a producir estabilidad y seguridad para las ‘elecciones’? ¿Recuerdan que Irak fue invadido porque el pasado régimen tenía armas de destrucción masiva?
Más cerca de nosotros, una patrulla del ejército iraquí fue atacada al sur de la capital, hiriendo a dos soldados. Por horrible que sea, les fue mejor que a 15 de sus compañeros que fueron secuestrados recientemente de un autobús cerca de Hit.
Y la crisis de la gasolina persiste y se empeora con cada día que pasa. 300 seguidores del clérigo chií Muqtada al-Sáder comenzaron hoy una sentada en el Ministerio de Petróleo – su principal queja es la pregunta: «¿Por qué los militares de EE.UU. tienen suficiente gasolina para sus vehículos y no los iraquíes?»
Buena pregunta.
Mientras me preparo para el día, esta mañana la «zona verde» es bombardeada con morteros, y yo hago café. Igual que ayer. Y el día antes. Y… bueno, el resto se lo pueden imaginar.
Desde luego, son sólo los hechos más destacados de la violencia. Las historias de la nueva «libertad» de la que gozan los iraquíes abundan también en la vida diaria.
La mujer de Abu Talat trabaja en un banco y le contó que muchos de los bancos en Bagdad están pagando a sus empleados la próxima quincena por adelantado por temor de que haya robos en los bancos durante las «elecciones».
Vamos conduciendo frente el Banco Rashid en el distrito Karrada de Bagdad, mientras me cuenta la historia.
Soldados del ejército iraquí acordonaron la calle que pasa frente al banco, la mayor parte de ellos están parados con sus máscaras negras, fumando, sujetando con indiferencia sus Kalashnikovs.
«Mi mujer me contó que recientemente robaron cuatro mil millones de dinares iraquíes (2,6 millones de dólares) de un vehículo mientras viajaba entre Kut y Bagdad», dice, «Tres de los guardias fueron muertos mientras transportaban el dinero al Banco Central en Bagdad».
En caso de que una ola de saqueos de bancos acompañe las «elecciones», vamos a buscar algo de dinero que yo había enviado a un banco local.
La mayor parte del día no tuvimos señal en nuestros teléfonos móviles. Recientemente el ‘gobierno’ iraquí anunció que para velar por la seguridad de las votaciones el 30 de enero, los teléfonos celulares y satelitales serán cortados, y el uso de coches será «limitado» desde el día antes hasta el día después de las ‘elecciones’.
Digo ‘elecciones’ porque la Alta Comisión para Elecciones anunció que no publicará los nombres de los candidatos antes de las ‘elecciones’. Como cuatro de las 18 gobernaciones de Irak no podrán participar en ellas, cerca de un 90% de la población sunní no votará, un número considerable de chiíes la boicoteará, un porcentaje muy importante de iraquíes no está dispuesto a votar por la horrenda situación en cuanto a la seguridad: parece bastante exagerado llamarlas elecciones.
Helicópteros Apache vuelan estruendosamente por sobre nuestras cabezas al abandonar el banco y nos dirigimos a al-Dora a visitar a algunos amigos. Dribleamos alrededor de algunas barreras de hormigón en la vía de acceso a la autopista.
Una vez que llegamos a destino, compartimos café con algunos amigos. Le pregunto a una, estudiante universitaria, cómo van las cosas.
«Los problemas son interminables», me dice, «No hay electricidad, no hay trabajo, y nunca hay bastante dinero.»
Su hermana nos dice que todos los días ha habido combates en Dora, y que la electricidad usualmente se corta cuando comienzan.
Hablamos un poco más antes de irnos, ya que está oscureciendo. Me recuerdo que un amigo mío de Baquba me dijo antes en el día, cuando mi móvil todavía recibía una señal, que había habido combates allí todos los días, y muchos allanamientos de casas. Incluso los militares lo tuvieron detenido durante cinco horas. «No sé por qué me detuvieron», me dijo, «Ésta es la libertad – tienen libertad de detener a cualquiera sin ningún motivo».
Salimos lentamente de Dora, pasando una pancarta negra (anuncios de fallecimientos), tras otra. Algunas indican la causa de la muerte junto con el nombre de la persona. «Ese hombre fue muerto por una explosión,» lee Abu Talat, «Y ése por disparos».
Las pancartas negras están por doquier en Bagdad. Edificios, cercas y muros son oscurecidos por ellas a todo momento. Siempre han sido visibles durante la ocupación, pero ahora, como los mendigos, están por todas partes.
The Guardian informó recientemente que «soldados de la fuerza dirigida por EE.UU. en Irak han causado amplios daños y severa contaminación a los restos de la antigua ciudad de Babilonia».
La antigua ciudad, al sur de Bagdad, ha sido utilizada por fuerzas de EE.UU. y Polonia como un campo militar durante la ocupación, a pesar de las objeciones de los arqueólogos.
Un estudio realizado por expertos arqueológicos encontró grietas y brechas donde habían tratado de arrancar ladrillos decorados que forman el famoso dragón de la Puerta Ishtar: «pavimento de ladrillos de hace 2.600 años aplastados por vehículos militares, fragmentos arqueológicos esparcidos por el lugar, y trincheras cavadas en antiguos depósitos».
La historia de The Guardian continúa:
«Indignación es difícilmente la palabra adecuada, esto es simplemente horrendo», dijo Lord Redesdale, arqueólogo y jefe del grupo arqueológico interparlamentario. «Estos son sitios del mundo. Lo que están haciendo las fuerzas estadounidenses no sólo daña la arqueología de Irak, en realidad está dañando el patrimonio cultural de todo el mundo.»
Tim Schadla Hall, profesor adjunto de arqueología pública en el Instituto de Arqueología en University College, Londres dijo: «En este caso vemos un conflicto internacional, en el que EE.UU. no ha tenido en cuenta los requerimientos de la convención de La Haya… de proteger sitios arqueológicos importantes – sólo una convención más que parece ignorar sin problemas».
Así que están destruyendo Babilonia. Junto con el pueblo iraquí.