Nos sorprendió que entre las imágenes que nos llegaron sobre las protestas civiles contra el gobierno en Iraq, aparecían varias en las que podían leerse pancartas reivindicativas en castellano. Después, nuestros contactos nos revelaron que no se trataba de un error ni de una manipulación de esas que se hacen fácil con los photoshops de […]
Nos sorprendió que entre las imágenes que nos llegaron sobre las protestas civiles contra el gobierno en Iraq, aparecían varias en las que podían leerse pancartas reivindicativas en castellano. Después, nuestros contactos nos revelaron que no se trataba de un error ni de una manipulación de esas que se hacen fácil con los photoshops de turno. Las pancartas en castellano con las que el pueblo iraquí trataba de llamar la atención internacional, eran la muestra de que un pueblo no olvida fácilmente la solidaridad de otro. Y fíjense que hablamos aquí de pueblos y no de estados, ni de países, ni de gobiernos. Los iraquíes recordaban las manifestaciones españolas en contra de la participación de su ejército en la invasión a Iraq y como estas protestas fueron clave para que las tropas españolas abandonaran después el país. Así que para los nuevos tiempos, nuevos y duros tiempos que corren, hicieron uso de esta memoria para llamar a la solidaridad. Nosotros tratamos de hacernos eco de esa llamada.
Diez años después de que una funesta coalición de países occidentales, capitaneada por EEUU y escoltada por Reino Unido y España invadiera Irak, entrevistamos a dos compañeros que residen en nuestro país desde la 1ª guerra del Golfo. Amín y Bahira Abdulatif, ambos iraquís y dedicados al mundo de la enseñanza, nunca han perdido el contacto con su gente, su cultura y su casa, a pesar de las enormes dificultades que Irak ha sufrido en los últimos tiempos. Aunque las entrevistas se realizaron por separado, hacemos coincidir aquí sus testimonios con la idea de elaborar un documento más completo de lo que ha supuesto la última década de invasión y guerra en su país.
Antes de adentrarnos en la historia reciente, hacemos un poquito de contextualización para conocer mejor el lugar del que vamos a hablar. Irak está situado en una de las zonas más fértiles del mundo. Sus dos grandes ríos el Tigris y el Éufrates forman junto con el Nilo en Egipto, la llamada Media Luna Fértil, cuna de civilizaciones desde la antigüedad remota. Colinda con Turquía, Siria, Jordania e Irán y tiene salida al golfo Pérsico, situándose de este modo en una geografía fundamental dentro del llamado Próximo Oriente.
Amín define el Irak histórico como un crisol de culturas donde han convivido siempre varias religiones (musulmanes chiitas y sunnitas, cristianos, judíos) y diferentes nacionalidades (como kurdos, sirios, armenios). «Las diferencias culturales que se dan son las normales de la geografía y los ritos de cada tradición.» Para comprender la configuración de la sociedad iraquí también se debe tener en cuenta el importante papel que las tribus, que podríamos definir como clanes familiares, siguen teniendo a día de hoy. «Mantienen su antiguo sistema donde la justicia se establece y se administra entre ellos.»
El análisis histórico lo comenzamos en la época de la dictadura de Sadam Hussein. Como buena dictadura militar sólo existía un partido político, el Baath, defensor de la unidad nacional, laico y de criterio panarabista de cara al exterior. Bajo estas directrices políticas «los problemas que uno podía tener en Irak no eran relativos a la religión o las tribus sino sencillamente en si se era fiel al régimen o no,» problemas bien serios, todo hay que decirlo. El estado se sostenía sobre el comercio del petróleo nacional. «Esto ocurre en varios países del golfo, donde fuertes dictaduras establecen un férreo control social garantizando a su población gracias al negocio del crudo, una estabilidad que proporciona una educación y sanidad gratuita, puestos de trabajo, acceso de las mujeres a la universidad…» así ocurría también en Irak.
A comienzos de su régimen, Sadam era bien visto por las potencias internacionales. Tanto fue así que en plena Guerra Fría recibió ayuda tanto de EEUU como de la URSS para luchar contra el Irán del fundamentalista Jomeini. Tras una guerra que duró casi una década (1980-88) y dejó cerca de un millón de muertos, el vecino Irán quedó destrozado pero Sadam no estaba del todo satisfecho. «Quería anexionarse Kuwait como premio por su apoyo en la lucha contra Jomeini, de este modo se convertiría en una superpotencia petrolera.» Ante la negativa de sus aliados decidió invadir Kuwait por cuenta propia en 1991, lo que dio lugar a la llamada primera guerra del Golfo. La derrota iraquí supuso la llegada de los fuertes embargos al régimen y las políticas de intervención de los EEUU. «Los embargos multiplicaron durante años el precio de los elementos básicos dejando la economía en manos del contrabando.»
Empieza entonces a urdirse una trama para acabar con el régimen de Sadam definitivamente. Las grandes petroleras mundiales se apresuran a blindar sus contratos y la CIA comienza a trabajar en la desestabilización del país. Para ello la maquiavélica inteligencia estadounidense se pone en marcha aplicando su conocido modus operandi que queda resumido en el viejo lema divide y vencerás. Bahira lo explica. «La idea es romper la estabilidad del país fomentando la división interna. Aunque el partido del régimen era laico, los yankis llegan con la historia de que Sadam es un sunita que favorecía a los suyos y discriminaba al resto de la población. De este modo se puede presentar a chiitas y curdos como víctimas. Esta es la perversa idea; favorecer a unos luego a otros con la intención de que surja la división y el enfrentamiento y poder sacar beneficio del caos que se genera.»
Esta siniestra estrategia repercute en todos los ámbitos de la sociedad. En el religioso se extiende la confrontación entre musulmanes sunitas y chiitas, haciendo que otras potencias extranjeras se vean interesadas en promover el conflicto, por ejemplo la vecina Irán. Mientras que en Irak la proporción de estas dos tradiciones islámicas era de aproximadamente un 60% de sunitas y un 40% chiitas, Irán es mayoritariamente chiita (90% frente al 10%). Las tribus de las que hablamos al principio, también van a tener un importante papel en la división del país y la desestabilización del régimen. Muchas de las negociaciones e intervenciones extranjeras se realizan a través de ellas.
Finalmente en 2003, tras toda una campaña mediática internacional acusando al régimen de Sadam Hussein de fabricar armas de destrucción masiva y colaborar con Al Kaeda, se produce la invasión de Irak. Para entonces las divisiones que se han ido fomentando se manifiestan a todos los efectos y se va configurando qué posición tomarán las diferentes facciones. «La resistencia contra la invasión estuvo compuesta por motivaciones de diverso signo. Hay quienes quieren la imposición de un gobierno estrictamente musulmán, quienes defienden el régimen de Sadam, quienes rechazan ambas posturas o quien simplemente alberga un enorme afán de venganza.» De este modo, por un lado encontramos sunníes y chiíes laicos que luchan contra los yanquis. También Al kaeda, que empieza a funcionar por primera vez en Irak gracias al caos que genera la guerra y combate a los estadounidenses y a las milicias colaboracionistas chiíes que financiaba Irán. A la resistencia se unen además todos aquellos que sufren agresiones y humillaciones por parte de las tropas invasoras contra sus familias, en sus propios hogares. «El odio antiamericano crece, puede que estuvieras en contra del régimen pero lo que es seguro es que jamás estarás del lado del invasor. Por su parte los estadounidenses se dedican a perseguir a todo seguidor del Baath, incluso a quienes no pertenecen al aparato de gobierno ni tienen delitos de sangre.»
Toda esta compleja maraña de intereses y facciones fue tremendamente simplificada y distorsionada por los medios de comunicación occidentales. Un ejemplo son los atentados con coche bomba que aparecían casi a diario en los medios atribuyéndose de forma invariable al Kaeda, cuando atentar atentaban todos; yanquis, iraníes, la resistencia… «Pero lo importante es que no se entienda nada porque así uno no se puede formar un criterio y tomar una postura. Y por si acaso está la censura; una sangrienta censura que se cobró la vida de 360 periodistas.»
Hoy en día Irak sigue sumido en el caos. A pesar de que se nos vende un país estable, la verdad es que se encuentra al borde de una guerra civil, nos dice Amín. Además según Bahira «la invasión no ha desaparecido, siguen siendo un país ocupado. Tras años de muerte y destrucción, ahora la crisis les ha hecho retirarse militarmente (aunque hay tropas al acecho en Qatar y Kuwait) pero no políticamente, han quedado 16.000 funcionarios estadounidenses en el país.» Tampoco a nivel de infraestructuras ha desaparecido la invasión extranjera. «Todo el mundo sabe el negocio que supone levantar un país tras una guerra, para un colegio que cuesta construirlo 100 mil dólares, firman presupuestos por 10 millones en contratos que se adjudican a empresas estadounidenses.» Empresas que confían su protección a exmilitares y mercenarios reciclados en grandes agencias privadas de seguridad.
Son estas cosas que vienen con el nuevo sistema que se impone tras la invasión, la democracia que se nos vende como el mejor de los sistemas de gobierno. Y de este modo se forma un gobierno elegido a dedo por los yanquis, en unas elecciones donde subvencionaron las campañas de candidatos opuestos y con la Clinton arreglando «desajustes» electorales. «Presionaron en primer lugar para formar un consejo de gobierno repartiendo escaños como quien reparte caramelos: 4 a los sunitas, 5 a los chiitas, otros 4 a los laicos… Ah! Y dos para las mujeres, así en general, como si esto tuviera sentido alguno… este es el pensamiento colonialista.»
En 2006 un desconocido, elegido totalmente por sorpresa surge como presidente. Nadie de los muchos opositores a Sadam que regresaron del exilio lo conocía. Bahir explica, «Nadie lo ha elegido. Sin embargo el presidente es Numi Al-Maliki, chiita, pro-iraní que misteriosamente tiene el visto bueno tanto de EEUU como de Irán, enemigos íntimos, que al parecer aparcan sus diferencias cuando se trata de Iraq.» Los yanquis han colocado como presidente al representante de un grupo fanático y sin cultura que es servidor de Irán. Amín corrobora, «Lo han colocado al frente de un gobierno oscuro e inaccesible, que no se muestra al pueblo, que no ha sido elegido legítimamente y que no proporciona al país ninguna estabilidad.» Durante las primeras elecciones, si se pueden llamar así, los sunníes al suroeste del país no reconocieron a Maliki ni participaron en las elecciones porque seguían resistiendo a los invasores. Esto provocó un fuerte enfrentamiento entre diferentes grupos religiosos que dejó miles y miles de muertos. Todo esto sucedía mientras las tropas estadounidenses estaban en el país. Pero sus interese reales son otros.
«La actual embajada estadounidense se trasladó al antiguo ministerio del petróleo, una zona superprotegida. Iraq es de un claro valor estratégico dentro de la geopolítica mundial y lo es también por sus reservas de petróleo.» A pesar de ello los yanquis se venden como mediadores de un conflicto entre sunnís y chiitas que o bien no existe realmente o que en su mayoría ha sido provocado por ellos mismos. Para acabar de arreglar la situación la UE se suma dócilmente a la corriente y otorga carácter de socio al gobierno de Maliki. «Del mismo modo y echando por tierra todo el esfuerzo en política internacional de los últimos 50 años y toda su credibilidad, la ONU envía a sus representantes para reforzar la figura del presidente. Un presidente elegido por invasores y en contra de la voluntad del pueblo al que gobierna.»
Un pueblo que por increíble que pudiera parecer, sigue a día de hoy saliendo a la calle a protestar. «Es la sociedad civil –cuenta Bahira– la misma que sale en Egipto, en Túnez, mayoritariamente de izquierdas pero sin etiquetas, sin clasificaciones. Es el pensamiento de las nuevas generaciones árabes que están desarrollando una nueva conciencia, todavía inocente, pero que representa mucho más que cualquier partido político. Piden que se respeten los derechos humanos, democracia, laicismo, justicia contra los corruptos y criminales.»
Cuando el pueblo sale a protestar Maliki responde a la gente que se trata de lacayos de Al Kaeda y de partidarios del Baath, peligrosos terroristas que conspiran contra el país. Lo que en realidad pretende esta gente es la amnistía para las decenas de miles de personas que llevan 7 u 8 años en prisión, sin juicios, sin cargos, sólo por protestar contra el gobierno. Hay torturas y muertes en las comisarias de Maliki…» ¿Qué ha cambiado? ¿Hemos pasado de una dictadura laica a otra teocrática?»
Pero a Bahira esta cuestión le preocupa aún más. «Irak ha sufrido muchísimo y no sólo estos diez últimos años. La dictadura fue muy feroz… pero la gente pensó que veríamos la luz y hemos pasado de un túnel a otro. El problema es que a Sadam se le criticaba y Maliki tiene el apoyo de todos. Aun así hay que seguir luchando por la justicia y el pueblo iraquí lo seguirá haciendo.»
Al despedirse Amín tiene un recuerdo para los refugiados iraquís, tantos y tan largos años lejos de su casa. «En nuestra historia no ha habido una sola generación que no haya conocido la guerra… Los refugiados serán vistos como cobardes o colaboradores si vuelven, por ello muchos no quieren o simplemente no pueden volver y ayudan a sus familias como pueden… Él, que es refugiado, manda mis mejores deseos para el pueblo de Irak.»
Fuente original: http://radiomalva.org/
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