Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Cualquiera que hubiera preconizado una agenda no sectaria en Iraq hace cuatro años hubiera hecho el ridículo y se hubiera topado con las burlas del votante iraquí normal y corriente. En tiempos de guerra, las voces de la razón terminan normalmente silenciadas por todos aquellos empeñados en vocear retóricas sectarias que piden a los sunníes que echen del poder a los chiíes, o a los chiíes que se enfrenten a sus enemigos tradicionales de la comunidad sunní.
Cualquiera que intente hablar un lenguaje diferente se ve arrinconado hasta convertirse en un paria de la política, porque retórica sectaria es lo que la calle quiere oír. Normalmente, esos fanáticos tienen milicias que se dedican a presionar a la gente. Cuando un sunní o un chií acude a su líder comunitario para quejarse de que le han asesinado a un familiar querido, lo último que necesita es que alguien le llame a la calma, lleve el caso ante los tribunales y confíe en la justicia iraquí.
Tres excepciones notables a esos coros sectarios en Iraq son el ex primer ministro Iyad Allawi y los dirigentes sunníes Saleh al-Mutlak y Adnan al-Pachachi. La pasada semana, formaron el Movimiento Nacional Iraquí (MNI) que se presentará a las elecciones parlamentarias fijadas para el mes de enero.
Esta coalición se destaca claramente de otros grupos en Iraq debido a su laicismo, a su equilibrio y, lo más notable de todo, a la prudencia política de sus dirigentes.
A principios de noviembre, las cinco principales coaliciones que competirán en enero por el poder son:
- La Coalición del Estado de Derecho, encabezada por el Primer Ministro Nuri al-Maliki. Aunque duramente criticada por los opositores al régimen actual, esta coalición parece ser la más fuerte en Iraq. Incluye un número limitado de sunníes influyentes, como el portavoz adjunto del parlamento, el Sheij Jaled al-Attiya, y dirigentes tribales como Said Yawer al-Shummari y Ali Hatem Suleiman, jefe de la tribu Dulaim.
También engloba a otras personalidades importantes, como la activista Safia Talib al-Suheil, el ex embajador, Sadeq al-Rikabi, el portavoz del gobierno, Ali al-Dabbagh, y el Ministro del Petróleo, Hussein al-Shahristani. Y, asimismo, a los ministros de educación, sanidad, turismo, inmigración, juventud, deporte y asuntos parlamentarios. Aunque la mayor parte de los hombres fuertes de esta alianza son chiíes, Maliki afirma que habla para todos los iraquíes y que trabajará para promover y proteger los intereses tanto de sunníes como de chiíes en un «estado de derecho».
- La Alianza Nacional Iraquí (ANI), está encabezada por el ex primer ministro Ibrahim al-Yafari. A diferencia de otras coaliciones, que son interconfesionales, la ANI está compuesta sólo de pesos pesados chiíes. Absorberá una mayoría del voto chií, contando con la influencia y prestigio de experimentados hombres de estado como el vicepresidente Adel Abdul Mehdi y Ammar al-Hakim, del Consejo Supremo Islámico Iraquí, el clérigo Muqtada al-Sadr y Ahmad Chalabi, ex viceprimer ministro adjunto y ministro de petróleo.
- La Alianza Unida Iraquí (AUI), encabezada por el actual Ministro del Interior Jawad al-Boulani (chií) y el Sheij Ahmad Abu Rished (sunní), es la más débil de las coaliciones importantes. Boulani ha saltado de un partido político a otro desde la caída del régimen de Saddam Hussein en 2003, arrojando serias dudas sobre su credibilidad política. Ha estado en el poder con los sadristas, con el Partido de la Virtud Islámica, con el Congreso Nacional y con el Consejo Político Chií.
Su mandato como ministro desde 2006 le hizo ganarse muchos enemigos entre los sunníes, que acusaron a Boulani de permitir que las milicias chiíes utilizaran uniformes y automóviles de la policía para enfrentarse a la comunidad sunní mientras hacían bien poco para proteger las barriadas sunníes. Además, durante su mandato, se produjeron en Bagdad los horribles ataques de agosto y octubre de aquel año, que mataron a casi 250 personas e hirieron a otras mil.
La mayoría de los iraquíes culpan al primer ministro y a Boulani por no haber sabido evitar los ataques. El co-presidente de la AUI proclama que pertenece a una importante tribu sunní, pero es un líder por accidente, al haber heredado el puesto de su hermano Abdul Sattar, que fue asesinado en 2007 por al-Qaida por haber abrazado a George W Bush. La influencia de Abu Rished entre los sunníes es limitada, porque muchos de ellos le ven como una figura descafeinada y demasiado próxima a Estados Unidos. Es incapaz de conseguir que los votantes sunníes apoyen la campaña de su candidato a la vicepresidencia, Boulani, y, asimismo, la influencia de éste es demasiado escasa para conseguir que los votantes chiíes voten por Abu Rished.
- El Frente para el Acuerdo Iraquí (FAI), encabezado por una coalición de líderes sunníes, tiene en la actualidad 44 de los 275 escaños del Parlamento. Al igual que el ANI, no afirma ser una coalición interconfesional, sino que más bien proclama sin rodeos que habla para los diez millones de sunníes.
Reúne a los grupos más importantes de la comunidad sunní que se sienten indignados de haber sido expulsados del poder, con muy poca ceremonia y respeto, en 2003, y sueñan con hacer un regreso triunfal al proceso político obteniendo más escaños en el parlamento, más carteras en el gabinete y, posiblemente, la presidencia iraquí. El FAI incluye al Partido Islámico Iraquí, a la Coalición del Pueblo de Iraq (encabezada por Adnam al-Duleimi) y personalidades influyentes como Iyad Samarrai, el actual portavoz del Parlamento.
- El Movimiento Nacional Iraquí (MNI), recientemente anunciado, está encabezado por ex primer ministro Allawi. El co-presidente del MNI es Saleh al-Mutlak, un notable sunní de la provincia de Anbar, antiguo baazista, académico y defensor del laicismo. Postula el imperio de la ley, la responsabilidad, el laicismo y acabar con los extremismos religiosos en las calles de Bagdad.
El MNI es el único partido en la carrera parlamentaria que realmente quiere la unidad de las filas sunníes y chiíes. Gran parte de la prensa occidental cuestiona el posible éxito de esta coalición, que se alza frente a los grupos de filiación religiosa respaldados por los países vecinos fuertes.
Pero precisamente eso es lo que hace especial al MNI. La Coalición del Estado de Derecho de Maliki y la ANI, por ejemplo, cuentan con el respaldo de Irán, mientras el Frente por el Acuerdo está apoyado por Arabia Saudí. Nadie en estos momentos apoya a Allawi. Si este hubiera querido una fácil vuelta al poder durante los años de la guerra civil (2005-2008) tenía que haberle ofrecido a la calle iraquí lo que ésta quería oír: un montón de retórica sectaria. Sin embargo, se negó a hacerlo, defendiendo sus convicciones de que sólo en una nación unida y laica podrán los iraquíes volver a la normalidad.
Después de examinar las diferentes coaliciones, no resulta fácil elegir un claro ganador para enero. Por una parte, parecía que el sectarismo estaba empezando a diluirse entre los iraquíes normales y corrientes, hartos del enfrentamiento civil de 2005-2008 y dispuestos a decirse a sí mismos que lo pasado, pasado está. Pero eso ya no se mantiene tras los ataques del 19 y del 25 de octubre en Bagdad, que han vuelto a emponzoñar las aguas otra vez más entre las diferentes sectas y comunidades.
Esa es la razón por la que nadie puede predecir si el MNI saldrá o no victorioso. Sin embargo, la realidad es que la coalición sigue insistiendo en que el laicismo no ha muerto, que está volviendo a brotar. En 2005, ningún grupo laico se presentó para llegar al poder, sólo los políticos de orientación religiosa de la AUI. Ahora hay un grupo laico y, con un poco de optimismo, para las elecciones de 2015, los laicos superarán en número a los políticos sectarios; esto dependerá de los resultados de enero.
Sami Moubayed es editor-jefe de Forward.
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