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Drástica transformación de Bagdad

Fuentes: McClatchy News Service

Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Cuatro años después de que las tropas estadounidenses penetraran en Iraq, Bagdad, en otro tiempo una ciudad donde musulmanes chiíes y sunníes vivían mezclados y se casaban entre ellos, se ha convertido en un laberinto de muros de hormigón en defensa de las explosiones.

Las agradables barriadas del pasado no son ahora sino líneas del frente asoladas por los combates por las que sus residentes no se atreven a aventurarse. Y el Ejército del Mahdi, la milicia chií del clérigo anti-estadounidense Muqtada al Sadr, sigue avanzando.

Incluso aunque los oficiales del ejército estadounidense elogien a los seguidores de Sadr por cooperar con los esfuerzos de EEUU en las patrullas por la barriada bagdadí de Ciudad Sadr, baluarte chií, los integrantes de la milicia siguen hostigando las barriadas situadas en la orilla occidental del Río Tigris, bajo control sunní desde hace tiempo.

Los oficiales iraquíes y estadounidenses han apreciado un descenso en la violencia desde la puesta en marcha, el 15 de febrero, del último plan de seguridad para Bagdad, que ha introducido 17.500 soldados estadounidenses más en Bagdad.

Pero las entrevistas con los habitantes de toda la capital y la revisión de los informes de la policía muestran que aunque la violencia pueda haber disminuido a nivel global, el Ejército del Mahdi continúa castigando el oeste de Bagdad en lo que parece ser una campaña para aislar a las barriadas sunníes situadas en esa zona de la capital de las que se encuentran al sur y al suroeste.

Según las estadísticas que McClatchy Newspapers ha obtenido de algunos oficiales de la policía, se ha reducido significativamente el número de cuerpos sin identificar que cada día aparecen en Bagdad, desde una media de casi 32, en diciembre y a primeros de enero, a entre 14 y 25 desde el 15 de febrero.

Casi todos esos cuerpos eran encontrados en las barriadas del oeste de Bagdad, donde, según informan los vecinos, está atacando el Ejército del Mahdi.

El ejército estadounidense sabe que hay «elementos» del Ejército del Mahdi que siguen activos en varias zonas de Bagdad, aunque el grupo de la milicia permita que entren soldados de la coalición en la Ciudad Sadr. El Teniente Coronel Scott Bleichwehl, portavoz de las fuerzas de la coalición, dijo que es muy pronto para juzgar si el Ejército del Mahdi perderá influencia y que las acciones se están desplegando bloque por bloque.

«Desde que empezó la violencia sectaria, [el Ejército del Mahdi] ha ido consiguiendo ciertamente avanzar para protegerse a sí mismo contra los sunníes», dijo. Señaló que los insurgentes sunníes afiliados a Al Qaida en Iraq continúan haciendo estallar coches bomba en zonas chiíes. «Al Qaeda está aquí, alimentando esta violencia sectaria», dijo Bleichwehl.

Cuando las fuerzas estadounidenses entraron en Iraq en 2003, Bagdad estaba bajo control sunní. Las barriadas más acomodadas eran en gran medida sunníes. La población chií era generalmente mucho más pobre y vivía en la inmensa zona situada al noroeste conocida hoy como Ciudad Sadr y en barrios más pequeños y aislados por toda la ciudad.

Pero decenas de miles de sunníes han huido a las provincias controladas por los sunníes fuera de la capital. El Dr. Nuda Abbas, un profesor universitario que dirige la Organización para la Atención a Inmigrantes y Desplazados, calcula en más de 40.000 el número de las familias sunníes que han abandonado Bagdad.

A finales del año pasado, el Ejército del Mahdi consolidó su control en lo que habían sido distritos intersectarios al noroeste de Bagdad, obligando a huir a 200 residentes sunníes -miembros de la tribu Batta- de la barriada de Hurriyah a primeros de diciembre. Testigos de esa batalla declaran que los milicianos prendieron fuego a los hogares sunníes, con sus gentes dentro en algunas ocasiones. Por la TV Zawraa, una cadena iraquí prohibida afiliada a los insurgentes sunníes que emite a través de un satélite egipcio, se ha pasado repetidamente un vídeo con los últimos combates.

El Ejército del Mahdi está ahora luchando para tomar el control de la anteriormente barriada mixta de Amil, en el oeste, donde los miembros sunníes de la tribu Yanabi tratan de resistir en un reducido sector al norte del distrito. Si el Mahdi consigue triunfar, dejarían a la barriada de mayoría sunní de Yihad completamente rodeada de barriadas chiíes, aislándola de las zonas sunníes situadas al este y al sur.

Para los sunníes, la batalla por Amil ha supuesto una serie de fracasados esfuerzos para defender la zona de siete mezquitas sunníes. Según los vecinos, la sexta mezquita -justo al oeste de la zona de Yanabat, que recibe ese nombre por la tribu sunní- cayó el 4 de febrero, once días antes de que empezara el plan de seguridad.

La mezquita fue bombardeada y el edificio estalló en llamas. Al menos 25 casas de los alrededores fueron incendiadas mientras las familias sunníes huían.

El Ejército del Mahdi siguió con la ofensiva por la última mezquita, Abu Bakr, pero escaparon cuando las tropas de EEUU entraron en la zona, estableciéndose en un colegio, según los vecinos.

Amil es ahora un lugar sombrío para los sunníes. Los miembros de la tribu Yanabi que aún quedan están rodeados por tres lados por los milicianos del Mahdi y no disponen más que de una única salida al exterior: la peligrosa carretera que va al aeropuerto. Se han abierto sedes de Sadr por toda la barriada. Sólo se permite entrar allí a las mujeres, sometiéndolas a cacheos previos, de las familias sunníes desplazadas para que cojan sus pertenencias y se vayan.

Abdul Karim Ahmad, sunní, ironiza ante la idea de retornar, algo que el gobierno del Primer Ministro Nuri Al Maliki está promoviendo como parte del plan de seguridad. Según el Ministerio de Migración y Personas Desplazadas, más de 1.000 familias han regresado a sus hogares por todo Bagdad.

«¿Quieren que regrese a mi casa?», dijo. «¿Cómo podría volver? La han quemado y si vuelvo me veo obligado a meterme en una barriada donde los asesinos aún andan sueltos.»

La vida para los chiíes que viven en Amil es también dura. Los rumores sobre un francotirador sunní llena de temor sus corazones. «A pesar de todos los cambios, Amil sigue sin ser segura», dijo Husein al Mayahi, de 37 años, un taxita chií que perdió tres sobrinos en un ataque con morteros hace dos semanas. «Todavía tenemos la zona sunní de Yanabat».

En Yihad, que bordea Amil por el oeste, las matanzas sectarias continúan, a pesar del aumento de la presencia estadounidense y de un descenso de la violencia, dijeron los vecinos.

«Cada mañana se encuentran cuerpos de asesinados tirados por las calles y muchas familias, tanto sunníes como chiíes, han escapado para salvar la vida», dijo Samir Said, de 26 años, que ha dejado de ir a una facultad en el centro de Bagdad debido al peligroso recorrido que supone desplazarse por la carretera del aeropuerto.

«Nunca sabes cómo están las cosas, pero por la tarde todo está bajo el fuego», dijo Mustafa Muhammad, de 27 años. «A lo que más tememos es a los asesinos. Hay pistoleros que vienen a matarnos y nunca sabes quién está matando a quién.»

Otras barriadas han caído ya ante la ofensiva del Ejército del Mahdi. Chebab, otro de los distritos que tuvo población mixta al suroeste de Bagdad, está totalmente controlado por sus integrantes, quienes la semana pasada se apropiaron abiertamente de los puestos de control, exhibiendo armas y sus uniformes negros de marca.

Los sunníes ya no pueden acudir hasta su mezquita, ahora bajo control del Mahdi, informaron los vecinos.

Las milicias chiíes siguen activas en Risala, una zona de mayoría chií el sur de Amil. El martes pasado, siete hombres fueron asesinados en un asalto contra una mezquita sunní del que los residentes culparon al Ejército del Mahdi.

En Madaen, un área de mayoría sunní al sureste de la capital, tropas estadounidenses y del gobierno iraquí pusieron fin a la ocupación del Ejército del Mahdi de una mezquita sunní desde hace tres meses. Pero eso no es sino un pequeño consuelo, dijeron los vecinos; la mezquita está ahora guardada por comandos de las fuerzas policiales iraquíes bajo control chií y está prohibido acceder a ella para ambas sectas.

En el distrito sunní de Ghazaliyah, los árboles han desaparecido de la Calle Meshayar, que era conocida como la calle de los árboles. La carretera divide el distrito entre la parte sur, de mayoría sunní, y un diminuto enclave de chiíes, cuyas residencias limitan una barriada chií que ha sido rebautizada de Shoala a Shoala al Sadrein, la «antorcha de los dos Sadr» , en referencia al padre de Muqtada al Sadr y a un pariente difunto.

Los conductores chiíes de autobús paran al principio de la calle Meshayar, donde hay una mezquita sunní y, para hacer lo que queda del trayecto, los pasajeros cambian a un autobús conducido por un sunní, declaran los vecinos.

Las tropas estadounidenses han entrado en Ghazaliyah, pero sus residentes dijeron que eso no les supuso ayuda alguna.

«Todavía veo a insurgentes llevando sus armas», dijo Adil al Qaisi, de 28 años, quien dijo los insurgentes sunníes casi le mataron por rogarles que liberaran a su vecino chií. «Ghazaliyah es ahora un cementerio… las calles están vacías y vivimos en nuestras casas como si estuviéramos muertos.»

Mansur, el principal distrito comercial en el centro de Bagdad, está plagado de pistoleros y francotiradores, y aunque algunas tiendas permanecen abiertas, los clientes prefieren las que están situadas en calles adyacentes, lejos del tráfico, ante el peligro de que pueda haber un coche bomba.

Los mercados, a menudo blanco de las bombas de la insurgencia sunní (*), están ahora aislados a base de muros y sólo se admiten peatones por detrás de los muros de hormigón.

En otra época, el restaurante Garden City se llenaba de clientes que escuchaban música occidental hasta altas horas de la noche mientras cenaban. Ahora está habitualmente desierto.

En Yarmuk, una barriada sunní de clase acomodada conocida otrora por su riqueza y belleza, la basura cubre las aceras, un duro contraste con las flores que florecen en las medianas. Un patio de recreo que las tropas estadounidenses construyeron fue desmantelado hace cuatro meses, y los toboganes y columpios se usan ahora para colocar obstáculos en la carretera.

Los residentes han bloqueado sus propias calles -con montones de basura, troncos de palmeras y barriles- para protegerse de las milicias chiíes y de los coches bomba sunníes.

Samir Said, de 26 años, un vecino sunní de Yihad, expresaba la frustración que sienten tantos habitantes de Bagdad:

«Antes vivíamos. Ahora luchamos por sobrevivir. Así pues, ¿para qué queremos la libertad de expresión… ¿Para qué, si nadie escucha?

Dulaimy es un corresponsal especial de McClatchy Newspaper. Los corresponsales especiales Laith Hammudi y Sahar Isa han aportado asimismo sus contribuciones en este informe.

N. de T.:

(*) Véase artículo Akram Abdulrazzaq ¿Quién pone los coches bomba en Iraq?

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=46361

Texto original en inglés:

http://www.bradenton.com/mld/bradenton/news/nation/16937386.htm

Sinfo Fernández forma parte de los colectivos de Rebelión y Cubadebate