Traducción para Rebelión de Loles Oliván.
La caída de Mosul y otras ciudades de la llanura de Nínive, en el norte de Iraq, bajo control de ISIS el verano pasado fue una tragedia inmensa. Forzó a cientos de miles de iraquíes a abandonar sus hogares. Los cristianos iraquíes, junto con los yazidíes y chiíes e incluso los suníes que se opusieron a ISIS fueron objetivos prioritarios. La estimación del número de iraquíes cristianos que había en Mosul en 2003 alcanzaba los 60 mil. Décadas atrás fue más elevada. Pero la dictadura, las devastadoras sanciones económicas impuestas contra Iraq por Naciones Unidas bajo el patrocinio de Estados Unidos entre 1990 y 2003, y la violencia de las milicias sectarias posterior a 2003, hicieron disminuir su número porque muchos se vieron obligados a abandonar Iraq. Otros han huido en los últimos años al Kurdistán iraquí. Las ciudades de la llanura de Nínive al norte y al este de Mosul, predominantemente habitadas por cristianos iraquíes, también cayeron bajo control de ISIS. Sus habitantes, algunos de los cuales ya habían huido de la violencia sectaria de Bagdad en años anteriores, fueron una vez más desplazados. Esta catástrofe fue una prueba definitiva de que el corrupto y sectario régimen iraquí era incapaz o no estaba dispuesto a proteger a sus ciudadanos. Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el número total de iraquíes desplazados internamente en el segundo semestre de 2014 a causa de ISIS era de un millón.
La respuesta del régimen iraquí ha sido cuando menos negligente. Le llevó meses planificar un contraataque para recuperar el territorio que ISIS había ocupado. Sin embargo, la configuración de las fuerzas que encabezan los esfuerzos de liberación ilustra bien tanto la debilidad del Estado como la fortaleza y la lógica que impera en las instituciones sectarias. En lugar de dirigir y liderar el ataque contra ISIS, el ejército iraquí ha asumido un papel secundario frente a las Unidades de Movilización Popular (al-Hashd al-Sha`bi), integradas por voluntarios que combaten bajo banderas de milicias sectarias.
Abandonados y desesperados en campamentos de refugiados y otros refugios improvisados, cientos de hombres cristianos iraquíes se unieron a varias milicias exclusivamente cristianas, muchas de las que se denominan asirias (un término que se ha utilizado cada vez más en los últimos tiempos para encasillar a todos los cristianos de Iraq) con el fin de proteger a sus compañeros cristianos, luchar contra ISIS y liberar sus pueblos. Algunas de estas milicias cooperan con las fuerzas kurdas peshmerga. Otras reciben donaciones de asirios iraquíes en la diáspora y armas y municiones que les proporciona el Partido Democrático Kurdo (PDK). Tal es el caso de Dwekh Nawsha (ver imágenes) que cuenta asimismo con algunos voluntarios extranjeros británicos y estadounidenses.
Independientemente de las intenciones individuales y de sus objetivos y metas a corto plazo, la institucionalización y la proliferación de milicias sectarias, ya sean cristianas, asirias, chiíes, o de cualquier confesión, no protegerá ni la vida ni los derechos de los ciudadanos y ciudadanas de esas sectas. Solo servirá para exacerbar las divisiones, lo que dará lugar a una mayor fragmentación y envalentonará a los partidos sectarios y políticos que provocaron inicialmente esta catástrofe. Las milicias, con su política y su cultura sectarias, harán imposible que fragüe un Iraq estable y seguro.
Fuente: http://photography.jadaliyya.com/pages/index/21280/dwekh-nawsha_a-christian-iraqi-militia