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Cronopiando

EEUU promociona su imagen en Iraq

Fuentes: Rebelión

Alrededor de 300 millones de dólares va a gastar el Departamento de Defensa de los Estados Unidos en promocionar su deteriorada imagen en Iraq. Eso sin contar los desembolsos que, según se informa, han costado las encuestas que han puesto sobre aviso al gobierno estadounidense de la baja estima de que gozan sus fuerzas de […]


Alrededor de 300 millones de dólares va a gastar el Departamento de Defensa de los Estados Unidos en promocionar su deteriorada imagen en Iraq. Eso sin contar los desembolsos que, según se informa, han costado las encuestas que han puesto sobre aviso al gobierno estadounidense de la baja estima de que gozan sus fuerzas de ocupación.

Siempre he creído que las encuestan sólo sirven para confirmar lo que todo el mundo sabe o para revelar lo que a nadie le importa pero, en este caso, sospecho que por haber realizado la encuesta en Iraq y no en Alabama, el resultado sorprendió tanto al gobierno de Bush que éste ha decidido echar mano a la chequera, a pesar de la crisis, y destinar 300 millones para persuadir a los iraquíes durante los próximos tres años y en base a programas de entretenimiento y anuncios publicitarios, de la bondad y justeza de los objetivos estadounidenses.

La campaña, que será desarrollada por contratistas privados, busca poner freno al auge que, informa la prensa estadounidense, ha cobrado Al Qaeda gracias a «sofisticados sitios web y vídeos» en los que aparece Osama Ben Laden llamando a la resistencia.

Imagino la consternación del gobierno estadounidense cuando después de tantos esfuerzos desplegados en Iraq por hacer posible el advenimiento de la civilización y la democracia a esa región del mundo, descubre la pobre imagen que tienen los aborígenes de sus nobles ideales y representantes.

Los tradicionales chicles y chocolatinas que las tropas estadounidenses repartían años atrás entre la infancia que sobrevivía a sus intervenciones, no parece que haya dado resultado en Iraq ante el poder tecnológico que supone para la insurgencia el control de Internet, y los millones de usuarios iraquíes que, hasta sin electricidad y en el desierto, son capaces de conectarse a las insidiosas páginas wep de Al Qaeda.

Eso explica que cuatro años después de que acabara la guerra, tal y como proclamara George Bush, todavía haya resistencia armada a su humanitaria misión y sean mal vistos por millones de desagradecidos iraquíes.

Asombra constatar que sea, precisamente, la tecnología occidental, la responsable del auge de Al Qaeda. Y lo peor es que, a estas horas, ya los afganos deben estar escondidos en sus cuevas revisando páginas wep de Al Qaeda, chateando con los talibanes, o enviando correos basura a sus enemigos…

Hace algún tiempo, expertos militares del Pentágono de cuyo ingenio dan fe sus hábiles deducciones, anunciaron al mundo su último gran descubrimiento: «los iraquíes matan con odio».

No obstante el pedagógico esfuerzo desplegado entonces para que los iraquíes comprendieran la bondad de tan altruista guerra, éstos han seguido expresando su odio y mostrándose incapaces de matar con frialdad, con esa higiénica profesionalidad aprendida en los cuarteles y en las academias militares, con esas técnicas que, si los iraquíes hubieran pasado por la Escuela de las Américas, por ejemplo, hoy los convertirían en avezados e intrépidos comandos en lugar de groseros matarifes. Los iraquíes ni siquiera establecen las debidas y oportunas distancias en el cuerpo a cuerpo que impida que la sangre salpique los uniformes que tampoco visten, las botas que tampoco calzan, o el casco que tampoco tienen. Y matan a lo bestia, como si estuvieran en la prehistoria y no conocieran las ventajas del fósforo blanco, del uranio empobrecido, de las bombas de fragmentación con las que ni siquiera debe morir el improvisado bombardero.

Muy al contrario, las imágenes nos los muestran enturbantados, sucios, provistos de chancletas, en patética demostración de no saber estar a la altura de una contienda del siglo XXI. Además, son frecuentes los casos en que aparecen insurgentes degollando enemigos y apelando a armas tan primitivas como cuchillos de cocina o piedras… ¡Por Dios, que ordinariez, ir a morir en un suburbio maloliente de Bagdad ensartado por un destornillador!

Los iraquíes carecen de clase, no tienen estilo ni maneras. Hasta es posible que al momento de blandir la rústica navaja ni siquiera pronuncien frases tan ingeniosas como: «Hasta la vista baby» o «Púdrete en el infierno», y acaso sólo alcancen a emitir desagradables gritos propios de los extraños lenguarajes que farfullan. Son bárbaros que no saben mearse con el talento requerido en la boca de un preso, ni violar a una sospechosa con la genuina gracia «americana». Casi estoy por creer que a pueblos como el iraquí debieran retirarles la licencia de guerra, incluso el permiso de caza, al menos mientras no aprendan a matar como Dios manda, con elegancia, con el debido protocolo, con ese donaire con que matan los soldados del Imperio y que sólo a los grandes virtuosos del oficio les es dado alcanzar. Los insurgentes iraquíes, con esa zafia manera de proceder, afean las guerras, les restan ese imprescindible brillo, esos mágicos destellos que tan bien se ven por televisión.

Pero así son los iraquíes. Y además de no saber matar, ahora los estadounidenses descubren que tampoco son agradecidos, que siguen teniendo una pésima imagen de los singulares conceptos de democracia y justicia al uso en los Estados Unidos. Ni siquiera el hecho de que el gobierno de Bush incurra en un gasto de 300 millones adicionales para promocionarse, en circunstancias tan difíciles para su economía como las actuales, parece importar a la insurgencia iraquí. De hecho, no sé qué desembolso es más inútil para los Estados Unidos, si los miles de millones de dólares con los que acudir al rescate de su economía o esos 300 destinados a promocionar su imagen en Iraq. Y todo por culpa de Internet.

Hora va siendo de que Naciones Unidas, además de prohibir las armas de destrucción masiva y las armas de exhibición penosa, vete también las páginas wep de Al Qaeda.