El Ejército de EEUU transformó una de las cámaras de tortura del ex presidente iraquí Saddam Hussein en su propia sala de interrogatorios, donde golpeaban a prisioneros con las culatas de sus fusiles y les lanzaban balines de pintura, según un informe divulgado por «The New York Times»
El llamado «Cuarto Negro» formó parte de un centro de detención provisional en Camp Nama, la sede secreta de la unidad conocida como Fuerza de Tareas 6-26, explicó el diario neoyorquino.
El campamento, ubicado en el aeropuerto internacional de Bagdad, fue la primera escala para muchos presuntos insurgentes que eran conducidos a la prisión de Abu Ghraib, a escasos kilómetros de distancia.
«The New York Times» señala que los maltratos en Camp Nama comenzaron al intensificarse la insurgencia iraquí a comienzos de 2004 y continuaron incluso después de que las fotografías de maltratos en Abu Ghraib fueran difundidas, en abril de 2004. Esto desmentiría las afirmaciones del Pentágono de que los maltratos estuvieron limitados a un pequeño grupo de soldados de la reserva en Abu Ghraib. El informe publicado por el rotativo se basó en entrevistas con más de una decena de civiles y militares que trabajaron para la Fuerza de Tareas 6-26. Todos los informantes fueron mantenidos en el anonimato para protegerlos de represalias por parte de las autoridades del Pentágono, explicó «New York Times».
Según el informe, letreros fijados en el área de detención decían «No Blood, No Foul (Sin sangre, no hay falta)». El lema indicaba que los efectivos militares no podían ser procesados si lograban evitar que los detenidos sufrieran hemorragias, señaló el periódico.
Catorce iraquíes muertos
Llueve sobre mojado. La revelación del «Times» llega cuando cientos de ciudades de todo el planeta son escenario de protestas contra la ocupación de Irak. Y en el país árabe, se suceden los atentados, ofensivas y funerales. Al menos catorce iraquíes murieron ayer durante una ofensiva presentada como «contrainsurgente», en un país donde las medidas de seguridad han sido reforzadas en la víspera de una fiesta chií que coincide con el tercer aniversario de la invasión. La festividad, Al Arbainiya, es una de las principales de la comunidad chií y motivo de peregrinajes, lo que ha motivado las medidas extraordinarias de seguridad.