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El chiísmo iraquí entre la realidad histórica y el victimismo patético

Fuentes: Rebelión

La mayor parte de los políticos y medios de información del mundo vienen repitiendo casi al unísono que los chiíes en Iraq han padecido una injusticia desde la creación del estado iraquí hasta la caída del régimen de Saddam. Esta afirmación es falsa y alejada de la realidad porque una rápida revisión de la historia […]

La mayor parte de los políticos y medios de información del mundo vienen repitiendo casi al unísono que los chiíes en Iraq han padecido una injusticia desde la creación del estado iraquí hasta la caída del régimen de Saddam. Esta afirmación es falsa y alejada de la realidad porque una rápida revisión de la historia de este país nos demostraría la verdad de las cosas y nos pondría ante una cara distinta a la que algunos chiíes iraquíes describen en la actualidad.

Es cierto que desde la creación del estado iraquí en los años veinte, la participación chií en los órganos del poder de los sucesivos gobiernos no representaba las aspiraciones de esta comunidad. Su relativa escasa participación era debido a que las autoridades otomanas habían confiado los cargos importantes en la administración a personas de la comunidad sunní. Además, por los roces históricos entre otomanos y safavíes, la espada de Damocles para los chiíes iraquíes era la acusación de ser ciudadanos de origen iraní. Se puede añadir también una tercera causa que se refiere a las zonas pobladas por mayoría chií, especialmente las provincias del sur que sufrían mayor subdesarrollo en comparación con las del centro y del norte del país. La comunidad chií tenía menos titulados y menos personas con una formación sólida.

Pero aún así si revisamos los datos, vemos que entre el año 1925 y 1958 el número de parlamentarios chiíes oscila entre el 30 y 43,7 por ciento del total. En el año 1925, de los 88 miembros del Parlamento 27 eran chiíes, es decir el 30,7 por ciento. En 1948 tenían 55 de los 135 parlamentarios (40,7 por ciento). En el 1954 había 59 chiíes de los 135 (43,7 por ciento) [i] .

Entre 1947 y 1958 hubo cuatro primer ministros chiíes que son: Salih Yabr (1947), Muhammad al-Sadr (1948), Fadil al-Yamali (1954) y ‘Abd al-Wahab Maryan (1957).

Los clérigos y líderes religiosos chiíes contaron con un respeto total en tiempos de los otomanos así como en los años del protectorado inglés e incluso durante la monarquía que gobernó Iraq hasta el año 1958. Las autoridades chiíes, a pesar de liderar la Revolución de 1920, boicotearon los sucesivos gobiernos y no al contrario. Además fue por su culpa que Iraq no tuviera un rey chií cuando rechazaron la candidatura del jeque Jaz’al, jeque de la ciudad de Muhammara. Ese rechazo era debido a la estrecha relación de los líderes chiíes iraquíes con el gobierno del Shah de Irán que prefería y apoyaba al candidato de los ingleses, el emir Faysal b. Husayn, miembro de la familia real saudí.

La represión y la persecución que sufrieron algunos chiíes en Iraq no ha sido jamás por razones confesionales, sino por motivos políticos. Ningún estudiante ha sido expulsado de su escuela o universidad por ser chií, pero sí se le expulsaba por ser comunista o pertenecer al partido de los Hermanos Musulmanes o Al-Da’wa (un movimiento político-religioso chií). La población del sur fue duramente castigada en 1991 no por ser chií sino porque se habían levantado contra el régimen del dictador. La mayoría de los oficiales del ejército y los líderes del partido Baaz que ayudaron al gobierno de Saddam para acabar con la revuelta fueron chiíes. Además, en las fosas comunes cavadas en aquellos momentos no solamente fueron enterrados víctimas chiíes sino también sunníes, kurdos, cristianos, comunistas, ciudadanos kuwaitíes y otros.

Durante el gobierno de Saddam Husayn, los chiíes como los demás sectores de la sociedad iraquí estaban divididos entre partidarios del régimen, de hecho la mayoría de los militantes del partido Baaz eran de este grupo confesional, y otros en la oposición o simplemente al margen de la actividad política. La oposición, en ocasiones, tomaba tintes religiosos y se caracterizaba por estar organizada y con unos fines claros, por lo que era perseguida y duramente castigada por ser considerada un peligro para el sistema.

En el primer golpe militar llevado a cabo por el partido Baaz el 8 de febrero de 1963, de los ocho altos cargos de este partido, miembros del Mando Nacional que organizaron aquel golpe cinco eran chiíes, incluido el Secretario General Ali Salih Al-Sa’di. Además dos de aquel grupo también chiíes: Hani Al-Fakiki y Nadim Kizar resultaron ser después de los líderes más sanguinarios del partido.

Las autoridades chiíes apoyaron aquel golpe de estado del partido Baaz que acabó con el gobierno del general Qasim, el presidente iraquí más equilibrado y alejado del sectarismo. La máxima autoridad chií instalada en la ciudad de Nayaf, el Ayatulla Muhsin Al-Hakim envió un telegrama de apoyo a los autores del golpe de estado, calificándoles de «nuestro hijos». Al mismo tiempo dictaba una fatua en la que prohibía a los iraquíes pertenecer al partido comunista, cuyos miembros fueron a continuación perseguidos y asesinados públicamente.

De forma intencionada e injusta el régimen de Saddam y su partido el Baaz han sido vinculados a la comunidad sunní, sabiendo que ni el ex dictador ni su partido eran sectarios y que la única condición que existía para la militancia en esta organización era el de ser fiel a su ideología, independientemente de la pertenencia étnica o confesional. De hecho, este partido abarcaba miembros, amigos y simpatizantes de todos los componentes de la sociedad iraquí, particularmente de la comunidad chií. Por otro lado, en ningún censo celebrado en Iraq hasta la desaparición del gobierno de Saddam aparecían datos que se referían a la pertenencia confesional de los ciudadanos. Por ello, otra gran falsedad que cometen las autoridades iraquíes actuales es elevar el porcentaje de esta comunidad al 60% o el 70% de la población. La condición confesional de los iraquíes no era de dominio público y no representaba ni mucho menos un asunto de importancia. Los estudiantes universitarios, los funcionarios, los compañeros de trabajo y los amigos pasaban años juntos sin saber, en la mayoría de los casos, cuál era la pertenencia confesional de sus compañeros. Para ascender y ocupar puestos de importancia se manejaban otros valores: ser fiel a la ideología del Partido Baaz y los principios de la Revolución del 17 de julio de 1968, fecha del golpe de estado que llevó a este partido al poder. Saddam fue laico y alejado del sectarismo y lo mismo sus compañeros que participaron en el citado golpe de estado como: Ahmad Hasan Al-Bakr, Hardan Al-Tikriti, Salih Mahdi ‘Ammash, Hammad Shihab, ‘Abd Al-Jaliq Al-Samarra’i, ‘Abd Al-Karim Al-Shejli… y más de la mitad de estos eran chiíes.

Después de la caída del régimen del Baaz, muchos partidos, grupos e individuos que pertenecen a esta comunidad han alzado la voz llorando y alegando que los chiíes y los kurdos de Iraq habían sido las únicas víctimas del sistema político. Pero los llantos no son suficientes para darle la vuelta a la realidad histórica que la inmensa mayoría de los iraquíes conocen muy de cerca.

Estas falsificaciones entran dentro de la campaña informativa y psicológica que vienen ejerciendo las autoridades americanas en Iraq y sus colaboradores para dividir la sociedad y manejarla a su antojo, fomentando las diferencias y el odio entre los distintos sectores especialmente entre chiíes y sunníes y con el fin de establecer las bases que garanticen su permanencia perpetua en esta región.

Una pequeña muestra de las personas pertenecientes a la comunidad chií que ocuparon cargos importantes durante el gobierno del Baaz, podemos destacar:

1- Nadim Kizar, Director General de la Seguridad que ordenó en los años setenta ejecutar a miles de presos políticos, particularmente del Partido Comunista. Durante el tiempo que dirigió este aparato, fueron utilizados los métodos más infernales de tortura poco conocidos hasta aquel momento. Su mano derecha fue ‘Ali Rida Bawa, otro chií y kurdo de los faylíes.

2- ‘Ali Hadi Witwit, Presidente del temido Tribunal de la Revolución que juzgaba los casos relacionados con la seguridad y el espionaje. Condenó a muerte a centenares de sospechosos y acusados, el caso más sonado es el una docena de acusados de espionaje a favor de Irán e Israel. Fueron ejecutaos en 1969 por ahorcamiento cuyos cadáveres fueron colgados en la plaza de al-Maydan durante un día entero. Le sucedió otro chií: Muslim Al-Yuburi.

3- Hani Al-Fakiki, miembro del Alto Mando Nacional del Partido Baaz.

4- Sa’dun Hammadi, Ministro del Exterior, Ministro del Petróleo, Primer Minsitro y Presidente del Parlamento Iraquí hasta la caída del régimen.

5- Muhammad Hamza Al-Zubaydi, Primer Ministro y miembro del Consejo del Mando de la Revolución. Su imagen fue asociada a la represión de la revuelta del sur cuando fue televisado dando patadas a un detenido que supuestamente había participado en aquel levantamiento popular.

6- ‘Adnan Husayn Al-Hamdani, Secretario de Saddam.

7- Hasan ‘Ali Al-‘Amiri, destacado miembro del Partido Baaz y Ministro de Comercio.

8- Mizban Jidr Hadi, miembro del Consejo del Mando de la Revolución que participó activamente en la represión de la revuelta de 1992.

9- ‘Aziz Salih Al-Numan, Viceministro del Interior, gobernador de Kuwait durante la ocupación y comando del Ejército Popular del Partido Baaz.

10- Muhammad Sa’id Al-Sahhaf, Ministro del Exterior y Ministro de Información hasta la caída del régimen.

11- Sa’di Tu’ma Al-Yuburi, Ministro de Defensa.

12- Qasim Ahmad Taqi, Ministro del Petróleo.

13- ‘Abd Al-Hasan Zalzala, Presidente del Banco Central Iraquí, sucedido por otro chií, Tariq Al-Tukmayi.

14- ‘Abd Al-Amir Al-Anbari, Ministro del Petróleo, sucedido por otro chií, Ramzi Salman.

15- ‘Abd Al-Razzaq Al-Hashimi, Presidente de la Organización Nuclear. La mayoría de los expertos de este organismo eran de esta comunidad, entre ellos: Ya’far Diya’ Ya’far, Husayn Isma’il Al-Bahadili, Husayn Al-Shahristani…

Existen también centenares de puestos de suma importancia que fueron ocupados por personas que pertenecen a la comunidad chií sin que esta condición fuera un impedimento para ello.

Asimismo fueron chiíes entre otros: el Comandante de los tres ejércitos, el general ‘Abd Al-Wahid Shinan Al Ribat; el coronel de la policía secreta, ‘Ali Al-Jaqani que fue encargado en los años ochenta y noventa de investigar a los detenidos acusados de pertenecer al Parido Al-Da’wa; Madhat Al-Hashimi, Director General del Compañía General de Vehículos;

La mayor parte de los altos cargos de la Industria Militar, incluido el Vicepresidente de esta institución, Nizar Al-Qasir, eran chiíes. La mayoría de los directores generales y los altos cargos en las ciudades del sur, en los diferentes campos: educación, sanidad, seguridad…; más del 60% de los mandos medios del partido Baaz y más del 70% de la base eran de esta comunidad. Destacados oficiales chiíes del ejército ocuparon importantes responsabilidades durante la guerra con Irán, como el general Hamid Al-Ward, comandante de la artillería; Sabih ‘IMran Al-Tarfa, comandante del cuerpo de blindados; el general Sa’ad Al-Maliki, Secretario General del Ministerio de Defensa, sucedido por otro chií, el general Yiyad Al-Imara; el jefe de la División Tercera del ejército, el general Sa’di Tu’ma Al-Yuburi; el Director de la Oficina de Orientación Política (organismo altamente comprometido con el partido Baaz), ‘Abd Al-Yabbar Muhsin Al-Lami; el Comandante de las Fuerzas de Fronteras, el general ‘Ali Al-Shallal; de los representantes permanentes ante la ONU cuatro pertenecían a esta comunidad: Talib Shabib, ‘Abd Al-Amir Al-Anbari, Muhammad Sadiq Al-Mashshat, ‘Abd Al-Karim Al-Shejli y Sa’id Al-Musawi; dos de los representantes ante la UNESCO: ‘Aziz Al-Hayy y ‘Abd Al-Amir Al-Anbari; el último Director del periódico Al-Thawra, portavoz del Partido Baaz era Sami Mahdi, un chií de origen iraní; el consejero de Saddam para asuntos de la información, ‘Abd Al-Yabbar Muhsin; su consejero para los asuntos del partido, Muhsin Radi Salman; el acompañante y guardaespaldas de Saddam durante los años setenta, ochenta y noventa era Sabah Mirza, un chií y kurdo de los faylíes; la práctica totalidad de los cantantes y músicos que cantaron alabanzas a Saddam y su partido fueron chiíes; la práctica totalidad de los poetas populares que compusieron poemas elogiando al partido y su líder eran de esta comunidad. El médico personal de Saddam, ‘Ala’ Bashir, un hombre chií que publicó un libro «Fui médico de Saddam», después de la caída de éste. También lo fue Nayif Shindaj Kadim, máximo responsable del Partido Baaz en la provincia de Salah Al-Din (cuya capital es Tikrit). Era miembro del Mando Nacional del Baaz, murió luchando en la ciudad de Nayaf de donde era natural, en el mes de marzo de 2003, a raíz de la Invasión. Más de la mitad del aparato del Servicio de Inteligencia, algunos con cargos muy importantes como el coronel Rashid Fleyeh que primero fue Director de Seguridad en la provincia de Di Qar. En el año 1996 fue detenido y acusado de haber participado en un intento de derrocar a Saddam. Fue juzgado y puesto en libertad. El gobierno actual le ascendió a general y ha sido nombrado Jefe de las desacreditadas Fuerzas Especiales. Otro llamado ‘Ali Jayyun, escritor y narrador, ocupó el cargo de Director de Orientación Política de la Guardia Republicana desde su creación en 1997 hasta la caída del régimen en 2003. Fue ascendido a general para hacerse cargo de puestos muy altos dentro del Ministerio de Defensa que exigían esta graduación para ocuparlos.

Curiosamente, muchos miembros estacados del Partido Baaz pertenecientes a la comunidad chií, fueron los que se aliaron con la administración norteamericana para derrocar al régimen que participaron en su fortalecimiento y consolidación. Se perfilan bajo esta condición personajes como Iyad Allawi, ex Primer Ministro del gobierno provisional después de la caída de gobierno del Baaz; Tahir Al-Bakka’; Rasim Al-‘Awwadi; Dawud Al-Basri; Tawfiq Al-Yasiri; Falih Hassun Al-Darrayi; Hashim Al-‘Iqabi; Hasan Al-‘Alawi entre otros.

Los clérigos chiíes que cuidaban los mausoleos de los imanes de esta comunidad, eran tratados como directores generales y se beneficiaban de ciertos privilegios económicos, como por ejemplo el hecho de recibir cada dos años un coche nuevo del estado al precio de la importación, eximido de los impuestos que habitualmente multiplicaban el precio de los vehículos por tres o más para los demás ciudadanos. Esta medida afectaba a los más importantes clérigos, entre ellos fue el propio ‘Ali Al-Sistani y el asesinado Muhammad Baqir Al-Sadr. Contaban también con generosos sueldos y pluses que los funcionarios de a pie ni los soñaban.

Y por último, es muy significativo saber que de la lista de los 55 altos cargos del gobierno de Saddam que fueron buscados por las autoridades norteamericanas después de la Invasión de 2003, cuyas fotos fueron publicadas en forma de cartas de una baraja, 36 eran chiíes.



[i] – Farhad Ibrahim: al-Ta’ifiyya wa-l-siyasa fi al-‘Alam al-‘Arabi – namuday al-si’a fi al-‘Iraq (El sectarismo y la política en el mundo árabe – el ejemplo de los chiíes en Iraq), Maktaba Madbuli, El Cairo, 1996, p. 183.