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Un oficial británico será juzgado por un tribunal militar por haberse negado a volver a Irak aduciendo que la guerra es ilegal

El crimen épico que no osa decir su nombre

Fuentes: Znet

El caso de un oficial de la Fuerza Aérea que cuestiona la legalidad de la guerra en Irak se suma a las medidas totalitarias propuestas por el gobierno Blair para ilustrar una política en la que la mentira se une al desprecio por las reglas de convivencia humana

Un oficial de la Real Fuerza Aérea [RAF] está a punto de ser juzgado por un tribunal militar por haberse negado a volver a Irak porque la guerra es ilegal. Malcolm Kendall-Smith es el primer oficial británico a quien se hace un proceso penal por cuestionar la legalidad de la invasión y de la ocupación. No es objetor de conciencia; ha completado dos períodos de servicio en Irak. Cuando volvió a casa la última vez, estudió las razones dadas para el ataque a Irak y llegó a la conclusión de que se estaba violando la ley. Abogados internacionales de todo el mundo apoyan su posición, y Kofi Annan, secretario general de la ONU no es el menos importante – dijo en septiembre del año pasado: «La invasión de Irak dirigida por EE.UU. fue un acto ilegal que contravino la Carta de la ONU».

La cuestión de la legalidad preocupa profundamente a los altos oficiales militares británicos, que trataron de obtener garantías de Tony Blair la víspera de la invasión; las recibieron y, como saben ahora, se les mintió. Tienen razón de estar preocupados: Gran Bretaña es un signatario del tratado que estableció el Tribunal Penal Internacional, que basa sus reglas en las Convenciones de Ginebra y de la Carta de Nuremberg de 1945. Esta última es clara: «Iniciar una guerra de agresión… no es sólo un crimen internacional, es el crimen internacional supremo, que sólo difiere de otros crímenes de guerra en que contiene en sí el mal acumulado del conjunto».

En el juicio de Nuremberg de la dirigencia nazi, los cargos uno y dos: «Conspiración para hacer una guerra agresiva y hacer una guerra agresiva», se refieren «al plan común o conspiración». Son definidos en la acusación como «la planificación, preparación, inicio y conducción de guerras de agresión, que fueron también guerras en violación de tratados, acuerdos y garantías internacionales.». Ahora existe un cúmulo de evidencia existe de que George Bush, Blair, y sus consejeros, hicieron precisamente eso. Las actas filtradas de la infame reunión de Downing Street en julio de 2002 revelan por sí solas que Blair y su gabinete de guerra sabían que era ilegal. El ataque que siguió, montado contra un país indefenso que no representaba una amenaza para EE.UU. o Gran Bretaña, tiene un precedente en la invasión del país de los Sudetes por Hitler: las mentiras utilizadas para justificar ambos son extrañamente similares.

La similitud es también sorprendente en la campaña ilegal de bombardeos que precedió a ambos ataques. La mayoría de la gente en Gran Bretaña y EE.UU. ignora que aviones británicos y estadounidenses realizaron feroces campañas de bombardeo contra Irak en los diez meses anteriores a la invasión, en la esperanza de provocar a Sadam Husein para que les diera una excusa para una invasión. No les resultó y mataron a un número desconocido de civiles.

En Nuremberg, los cargos tres y cuatro se referían a: «Crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad». De nuevo, existe abrumadora evidencia de que Blair y Bush cometieron «violaciones de las leyes o costumbres de la guerra» incluyendo «asesinato… de poblaciones civiles de o en territorio ocupado, asesinato o maltrato de prisioneros de guerra». Dos ejemplos recientes: el ataque de EE.UU. cerca de Ramadi de este mes, en el que 39 hombres, mujeres y niños – todos civiles- fueron asesinados, y un informe del relator especial de Naciones Unidas para Irak que describió la práctica anglo-estadounidense de denegar alimentos y agua a civiles iraquíes para obligarlos a abandonar sus ciudades y aldeas como una «violación flagrante» de las Convenciones de Ginebra.

En septiembre, Human Rights Watch publicó un épico estudio que documenta la naturaleza sistemática de la tortura por los estadounidenses, y cuán casual es, hasta disfrutable.

En boca de un sargento de la 82 División Aerotransportada del Ejército de EE.UU.: «En su día libre la gente se presentaba igual. Todos en el campo sabían que si querías librarte de tus frustraciones podías presentarte en la carpa de los PUC (prisioneros]. De cierto modo era un deporte… Un día un sargento se presenta y le dice a un PUC que agarre un palo. Le dice que se agache y le quiebra las piernas con un mini Louisville Slugger, un bate de béisbol de metal. ¡Era el maldito cocinero!».

El informe describe como la gente de Faluya, escena de numerosas atrocidades estadounidenses, considera a la 82 Aerotransportada como «los maníacos asesinos». Al leerlo, te das cuenta de que la fuerza de ocupación en Irak está, como lo dijo recientemente el jefe de Reuters, fuera de control. Destruye vidas en cantidades industriales en comparación con la violencia de la resistencia.

¿Quién será castigado por todo esto? Según Sir Michael Jay, subsecretario permanente de estado que presentó evidencia ante el Comité de Asuntos Exteriores el 24 de junio de 2003: «Irak estuvo en la agenda de cada reunión de gabinete en los cerca de nueve meses antes del estallido del conflicto, en abril». ¿Cómo es posible que en 20 o más reuniones de gabinete, los ministros no hayan sabido de la conspiración de Blair con Bush? O, si lo sabían, ¿cómo es posible que hayan sido engañados por completo?

La posición de Charles Clarke es importante porque, como actual Secretario del Interior, ha propuesto una serie de medidas totalitarias que mutilan el habeas corpus, que es una barrera entre una democracia y un estado policial. Las proposiciones de Clarke ignoran intencionalmente el terrorismo de estado y el crimen estatal y, por implicación obvia, dicen que no requieren responsabilidad. Crímenes mayores, como la invasión y sus horrores, pueden proceder impunemente. Es ilegalidad en una vasta escala. ¿Va a permitir esto la gente en Gran Bretaña, y que los responsables escapen de la justicia? El capitán Kendall-Smith defiende el vigor de la ley y de la humanidad y merece nuestro apoyo.

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New Statesman (London) www.newstatesman.co.uk Monday, October 31, 2005

Título original: The Epic Crime That Dares Not Speak Its Name

Link: http://www.zmag.org/sustainers/content/2005-10/28pilger.cfm

Traducido por Germán Leyens y revisado por: