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El fraude del 30 de enero

Fuentes: Tompaine.com

Traducido para Rebelión por Paloma Valverde

Sólo los más testarudos no se convencerán con los argumentos de Adnan Pachachi a favor de retrasar las elecciones del 30 de enero en Iraq, ahora que quedan 27 días. Pachani es un político sunni, ministro de Exteriores en la época pre-Saddam y un candidato líder para el puesto a dedo que ahora tiene el Primer ministro Allawi. Es conservador, un hombre de negocios a favor de las monarquías del Golfo con lazos con la CIA.
En una editorial de opinión del [Washington]Post escribió: «[La] situación se ha deteriorado de forma significativa. Hace un año ninguno de nosotros pensaba que los padres no enviarían a sus hijos al colegio debido a los incontrolados secuestros en la capital, Bagdad. Los bagdadíes me han contado que no tienen intención de salir de sus casas el día de las elecciones debido al temor a los terroristas. Lo mismo se puede decir de zonas como Faluya, Samarra y Mosul, donde un reciente ataque contra una base militar estadounidense ha demostrado lo fácil que sería desbaratar las elecciones, lo mismo que las últimas bombas de Karbala. Nada que remotamente tenga que ver con un proceso electoral está ocurriendo en Iraq, ni siquiera en las zonas relativamente pacíficas tanto del norte como del sur porque para los candidatos anunciar mítines masivos sería como lanzar una invitación abierta a un ataque terrorista. No hay muchos mensajes electorales en la radio y la televisión apenas se puede ver o escuchar debido a la falta de electricidad en todo el país.

Algunos argumentan que el retraso de las elecciones daría una victoria a los terroristas, y yo admito que hay algo de razón en este argumento. Pero hay más de un camino para que los terroristas obtengan la victoria en Iraq y sería que lograran que un gran número de iraquíes no votasen, pero no como protesta sino por temor a sus vidas. Esto tendría como resultado unas elecciones cuya legitimidad sería cuestionable. Cualquiera que se perciba como ganador de unas elecciones con tales imperfecciones reclamaría el mandato mientras el resto diría que habían sido privados del derecho al voto Pocos escenarios nos sumergen en tal caos e inquietud de la población civil que este probable resultado. Yo diría que las perspectivas de esos desastrosos sucesos aún sin acaecer son mucho peores que cualquier proclamación de victoria que los terroristas pueden hacer. No hay proceso electoral. No hay electricidad, por lo tanto no hay noticias ni anuncios televisivos. Lo único seguro en las elecciones es que las prietas filas de los fanáticos shi’is a la entera disposición del Ayatollah Sistani apelarán masivamente a la victoria. Virtualmente, todos los partidos sunnies están boicoteando, o simplemente ignorando, las elecciones puesto que conocen sus circunscripciones- en Bagdad, Mosul y Samara- y en el resto o bien boicotearán las elecciones o no se atreverán a ir a votar.» La idea de Pachachi, fuertemente rechazada por la administración Bush, podría establecer las condiciones para negociar un poder compartido con los pro baasistas, los sunnies, los árabes nacionalistas y otras fuerzas del centro izquierda, quedando excluidos los terroristas del estilo del islamista Zarqawi. Es demasiado esperar que Bush vea esto con claridad, pese a que todas las voces que sugieren que las elecciones se pospongan aumenta. El Wall Street Journal de hoy [3 de enero] ataca a Pachachi, sacando a relucir los argumentos pro shi’is que se han convertido en «oficiales» para los neoconservadores. «Todavía hay algunas personas en el gobierno estadounidense, especialmente en la CIA, que quieren labrar alguna situación ventajosa para los sunnies … temen un gobierno iraquí dominado por los shi’is. Pero tal resultado fue pre-decretado cuando entramos en Iraq profesando apoyo a la democracia, y ahora no tenemos más alternativa que permitir que el proceso se lleve a cabo.»

Por supuesto no es cierto que EEUU no tenga otra alternativa más que dejar que Sistani y compañía tomen el poder en Iraq. A propósito, en ese frente, Ahmad Chalabi está tomando preeminencia. [Chalabi] acaba de volver de Iraq, su hogar lejos de su hogar, donde se reunió con nada menos que Ali Akbar Hashemi-Rafsanjani como embajador semioficial de la coalición shi’i en Iran. Así, el favorito iraquí de los neoconservadores (Chalabi) está en conversaciones con el favorito iraní de los neoconservadores (Rafsanjani). Fue este último, por supuesto, quien ayudó a Michael Ledeen, al Mossad, y a la Alianza del Norte en la contra iniciativa iraní llevada a cabo en los 80. Rafsanjani es un candidato a la presidencia de Irán. No es inconcebible que a finales de 2005, Chalabi y Rafsanjani pudieran dirigir los dos países vecinos.

www.tompaine.com/archives/the_dreyfuss_report.php