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Entrevista con Muqtada al-Sadr, líder religioso chií del Ejército Mahdi

«El futuro cercano de Irak es sombrío»

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

El futuro de Irak como país unido e independiente está en peligro debido a la sectaria hostilidad chií-suní, dice Muqtada al-Sadr, el líder religioso chií cuyo Ejército Mahdi combatió contra los ejércitos de EE.UU. y Gran Bretaña, y es una personalidad poderosa en la política iraquí. Advierte del peligro de que «el pueblo iraquí se desintegre, su gobierno se desintegre y sea fácil que las potencias externas controlen el país.

En una entrevista en la ciudad santa de Nayaf, a 160 kilómetros al sudoeste de Bagdad -la primera entrevista que Sadr ha dado cara a cara con un periodista occidental desde hace casi 10 años- expresó su pesimismo sobre las perspectivas inmediatas de Irak diciendo: «El futuro cercano es sombrío».

Sadr dijo que está extremadamente preocupado por el sectarismo que afecta a los iraquíes de a pie y que cree que «si se propaga entre la gente será difícil de enfrentar». Dice que cree que su posición contra el sectarismo le ha hecho perder apoyo entre sus partidarios.

La posición moderada de Sadr es clave en un momento en el cual el antagonismo sectario ha aumentado en Irak -unos 200 chiíes murieron asesinados solo en la semana pasada-. Durante 40 años, Sadr y los miembros religiosos de su familia han determinado la tendencia política de la comunidad chií en Irak. Su prolongada resistencia contra Sadam Hussein y después su oposición a la ocupación dirigida por EE.UU. tuvieron un impacto crucial.

Sadr ha seguido siendo una influencia destacada en Irak después de una extraordinaria carrera en la que a menudo ha corrido el riesgo de que lo asesinaran. Varias veces pareció que el movimiento político que encabeza, el Movimiento Saderista, sería aplastado.

Tenía 25 años en 1999 cuando su padre Mohamed Sadiq al-Sadr, un reverenciado dirigente chií, y dos hermanos de Sadr fueron asesinados por los pistoleros de Sadam Hussein en Nayaf. Apenas se libró de compartir una suerte semejante y estuvo bajo arresto domiciliario en Nayaf hasta 2003 cuando Sadam fue derrocado por la invasión estadounidense. Él y sus seguidores se convirtieron en la fuerza más poderosa en muchas partes chiíes de Irak como enemigos del antiguo régimen, pero también al oponerse a la ocupación. En 2004, su Ejército Mahdi libró dos feroces batallas contra las tropas estadounidenses en Nayaf, y en Basora emprendió una prolongada guerra de guerrillas contra el ejército británico en la cual el Ejército Mahdi tomó el control de la ciudad.

La comunidad suní consideró que el Ejército Mahdi jugó un papel central en la campaña de asesinatos sectarios que llegó al clímax en 2006-2007. Sadr dice que «hubo personas que se infiltraron en el Ejército Mahdi y perpetraron esos asesinatos» y agrega que si sus milicianos estuvieran involucrados en el asesinato de suníes sería el primero en denunciarlos.

Durante gran parte de este período Sadr no parecía tener pleno control de las fuerzas que actuaban en su nombre; finalmente las desacuarteló. Al mismo tiempo, el Ejército Mahdi era expulsado de sus antiguos baluartes en Basora y Sadr City por el ejército de EE.UU. y fuerzas armadas del resurgente gobierno iraquí. Al preguntarle sobre la condición actual del Ejército Mahdi, Sadr dice: «Todavía existe pero está congelado porque la ocupación aparentemente ha pasado. Si vuelve, ellos [los milicianos del Ejército Mahdi] volverán.»

En los últimos cinco años, Sadr ha reconstruido su movimiento como uno de los principales protagonistas de la política iraquí con un programa mezcla de religión chií, populismo y nacionalismo iraquí. Después de obtener buenos resultados en la elección general en 2010, llegó a formar parte del actual Gobierno, con seis puestos en el gabinete. Pero Sadr es muy crítico con la actuación del primer ministro Nouri al-Maliki durante sus dos períodos en el poder y acusa a su gobierno de sectario, corrupto e incompetente.

Hablando de Maliki, con quien sus relaciones están cada vez más deterioradas, Sadr dijo que «tal vez no sea la única persona responsable de lo que está sucediendo en Irak, pero es la persona que está a cargo». Al preguntarle si espera que Maliki continúe de primer ministro, dijo: «Cuento con que será candidato para una tercer período, pero no quiero que lo haga».

Sadr dijo que él y otros dirigentes iraquíes han tratado de reemplazarlo en el pasado, pero Maliki ha sobrevivido en el poder gracias al apoyo de las potencias extranjeras, sobre todo EE.UU. e Irán. «Lo verdaderamente sorprendente es que EE.UU. e Irán coincidan en una persona», dijo. «Maliki es fuerte porque cuenta con el apoyo de EE.UU., Gran Bretaña e Irán».

Sadr se muestra particularmente crítico respecto al manejo del Gobierno de la minoría suní,  que perdió el poder en 2003, e implica que había sido marginada y sus demandas ignoradas. Piensa que el Gobierno iraquí perdió la oportunidad de reconciliarse con los manifestantes suníes en Irak, quienes iniciaron manifestaciones en diciembre pasado pidiendo más derechos civiles y el final de la persecución.

«Mi opinión personal es que ahora es demasiado tarde para encarar esas demandas [suníes] cuando el Gobierno, que los manifestantes perciben como un gobierno chií, no satisfizo sus demandas», dijo. Cuando se le preguntó cómo deberían reaccionar los chiíes de a pie, que son la gran mayoría de las mil personas que matan mensualmente las bombas de al Qaida, Sadr dijo: «Deberían comprender que no son atacados por los suníes. Son atacados por los extremistas y las potencias externas».

Desde el punto de vista de Sadr, el problema en Irak es que los iraquíes en conjunto están traumatizados por casi medio siglo en el cual ha habido un «ciclo constante de violencia: Sadam, ocupación, guerra tras guerra, primera guerra del Golfo, luego segunda guerra del Golfo, después la guerra de ocupación, posteriormente la resistencia, todo esto condujo a un cambio en la psicología de los iraquíes». Explicó que los iraquíes cometieron el error de tratar de solucionar un problema creando otro peor, hacer que EE.UU derrocara a Sadam Hussein, pero al precio del problema de la ocupación estadounidenses. Comparó a los iraquíes con «alguien que encontró un ratón en su casa, entonces consiguió un gato, cuando quiso sacar al gato de la casa, consiguió un perro, y luego para sacar al perro de la casa compró un elefante, por lo tanto volvió a comprar un ratón».

Al preguntarle cuál es la mejor manera de que los iraquíes se las arreglen con el ratón Sadr dijo: «No usando ni al gato ni al perro, sino en su lugar la unidad nacional, el rechazo del sectarismo, imparcialidad, abrirse a nuevas ideas, rechazo del extremismo».

Un tema importante del enfoque de Sadr es reforzar Irak como un Estado nación independiente, capaz de tomar decisiones en función de sus propios intereses. De ahí su continua hostilidad hacia la ocupación estadounidense y británica, a la que responsabiliza de muchos de los males actuales de Irak. Hasta hoy ni él ni nadie de su movimiento se reunirán con funcionarios estadounidenses o británicas. Pero se muestra igualmente hostil hacia la intervención de Irán en los asuntos iraquíes, diciendo: «Rechazamos cualquier intervención de fuerzas externas, sea una intervención en función de los intereses de iraquíes o contra ellos. El destino de los iraquíes deben decidirlo los iraquíes».

Es un cambio de posición de un hombre que otrora fue satanizado por EE.UU. y Gran Bretaña como peón de Irán. La fuerza del movimiento saderista bajo Sadr y su padre -y su capacidad de resistir a poderosos enemigos y duras derrotas- tiene mucho que ver con el hecho de que mezcla el ideario chií con el activismo social y el nacionalismo iraquí.

¿Por qué son tan ineficientes y corruptos los miembros del Gobierno iraquí? Sadr cree que «compiten por conseguir un pedazo de la torta en lugar de competir por servir a su pueblo».

Al preguntarle por qué el Gobierno Regional del Kurdistán ha tenido más éxito en términos de seguridad y desarrollo económico que el resto de Irak, Sadr opinó que había menos robos y corrupción entre los kurdos y que tal vez sea porque «aman su etnia y su región». Si el Gobierno tratara de marginarlos podrían pedir la independencia: «Massud Barzani [presidente del Gobierno de la región kurda me dijo que ‘si Maliki me presiona demasiado, vamos a pedir la independencia'».

Al final de la entrevista, Sadr me preguntó si no temía entrevistarlo y si la entrevista no llevaría a que el Gobierno británico me considerara terrorista. En segundo lugar se preguntaba si el Gobierno británico todavía pensaba que había liberado al pueblo iraquí y si debería demandarlo por las víctimas causadas por la ocupación británica.

Patrick Cockburn es autor de Muqtada: Muqtada Al-Sadr, the Shia Revival, and the Struggle for Iraq. Cockburn acaba de obtener el Premio 2013 por Comentarista Exterior del Año de Editorial Intelligence Comment.

Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/11/29/an-interview-with-muqtada-al-sadr/ 

rCR