Aunque no llegó a renegar de la guerra de Irak, Gordon Brown se distanció ayer de Tony Blair al admitir implícitamente que el Gobierno utilizó políticamente los servicios secretos para justificar la invasión. En un inesperado viaje a Bagdad, el futuro primer ministro (sustituirá a Blair el 27 de junio) dijo: «Me gustaría que todos […]
Aunque no llegó a renegar de la guerra de Irak, Gordon Brown se distanció ayer de Tony Blair al admitir implícitamente que el Gobierno utilizó políticamente los servicios secretos para justificar la invasión. En un inesperado viaje a Bagdad, el futuro primer ministro (sustituirá a Blair el 27 de junio) dijo: «Me gustaría que todos los análisis de seguridad e inteligencia fueran independientes del proceso político y he pedido al secretario del Gabinete que lo ponga en marcha».
Aunque el propio Blair ha reconocido en algunas ocasiones que se cometieron fallos, es la primera vez que un miembro activo de su Gobierno admite que uno de esos errores fue el vínculo entre el espionaje y la toma de decisiones políticas.
De alguna manera, Brown está dando la razón a la acusación de un periodista de la BBC, Andrew Gilligan, de que Blair utilizó la inteligencia para justificar la invasión. Gilligan puso esas afirmaciones en boca de un asesor del Gobierno, David Kelly, que se suicidó días después. El caso acabó provocando la dimisión de la cúpula de la BBC, tras una investigación conducida por el ex juez lord Hutton que los medios calificaron de enjuague para proteger a Tony Blair. Pese a ello, Brown asumió su responsabilidad en la invasión de Irak, que él mismo apoyó.
Ayer, los conservadores pidieron durante el debate de la Cámara de los Comunes la apertura de una investigación sobre la guerra en Irak.
[El Ejército estadounidense en Irak está armado a grupos suníes de la insurgencia que se han comprometido a combatir a Al Qaeda y no atacar a soldados norteamericanos. Este inciativa, criticada por algunos militares, ha comenzado a ponerse en práctica en la provincia de Anbar, al oeste de Bagdad. El objetivo es ganarse el apoyo de la resistencia iraquí más nacionalista, según informa The New York Times.]