Es muy posible que en alguna ocasión hayan escuchado como respuesta a una explicación evolucionista del universo la frase “esa es tu opinión”, debido a que como consecuencia del extendido analfabetismo científico dominante mucha gente piensa que la evolución y otras ‘explicaciones alternativas’ están en un nivel semejante de certeza. Sin embargo, frente a esa opinión tan extendida, la evolución no es una ‘opinión’, es un hecho físico o biológico -según la naturaleza evolutiva de la que se trate, el universo o la vida-, absolutamente independiente de nuestro pensamiento y del que tenemos numerosas pruebas (anatómicas, paleontológicas, embriológicas, genéticas…, si nos referimos a la vida), observables científicamente.
No obstante, y en cierto sentido esa puede ser la explicación a la confusión existente entre tantas personas, existen diferentes explicaciones del hecho evolutivo, tanto dentro del paradigma que podríamos denominar darwinista, como fuera de él; de hecho, antes de Darwin y paralelamente al darwinismo existen otras explicaciones que intentan comprender el hecho evolutivo: el lamarckismo, el finalismo de inspiración cristiana (propuesto por Pierre Teilhard de Chardin y tan extendido entre los biólogos españoles en la segunda mitad del siglo XX, sobre los que destacó Miquel Crusafont, con su ley de la complejidad-consciencia), la teoría neutral de la evolución molecular, de Motoo Kimura o incluso la teoría endosimbiótica de la evolución de Lynn Margulis y la teoría del equilibrio puntuado de Niles Eldredge y Stephen Jay Gould, que conviven con la teoría sintética de la evolución y el dogma central de la biología molecular, que son corrientes de pensamiento predominantes en la comunidad científica actual.
Ahora bien, en la medida en que en todo discurso científico -no digamos ya en las teorías pseudocientíficas, como la del diseño inteligente-, coexisten el discurso propiamente científico -el discurso que sigue el método establecido por la ciencia para producir conocimiento- y el discurso ideológico -el discurso que procede del pensamiento propio del científico, de sus opiniones y prejuicios…-, se hace necesario establecer una línea de demarcación que aísle ese discurso ideológico de la producción científica al tiempo que se establece un paradigma plenamente coherente con el hecho evolutivo.
Este objetivo es el que inició hace más de 50 años el biólogo Faustino Cordón, un trabajo que le llevo a establecer la teoría de las unidades de niveles de integración evolutiva (proteína globular, célula y animal), que ofrece una explicación materialista, monista, inmanente y evolucionista del universo (ya que también considera como niveles de integración las partículas subatómicas, el átomo y la molécula): materialista, porque es un hecho constatado; monista, porque sostiene que la materia -incluidas sus manifestaciones ‘espirituales’- forman una unidad coherente; inmanente, porque los fenómenos naturales y las leyes que los gobiernan son explicables por la propia naturaleza del universo que habitamos; y, en último lugar, evolucionista, porque el universo y la vida de la que formamos parte son producto de la evolución y están en evolución.
Tomando pie en la teoría propuesta por Faustino Cordón, Fermín Rodríguez Castro, quien realiza una profunda revisión del aparato filosófico de la obra cordoniana, así como del conjunto de conceptos y teorías filosóficas a menudo relacionadas con el hecho evolutivo (determinismo, reduccionismo, azar, causa/efecto…), procura darle forma a ese paradigma necesario en su libro Determinismo y contingencia: una perspectiva evolucionista (2023). Efectivamente, en este ensayo el autor integra en el sistema conceptual de Faustino Cordón el ‘hilo de la contingencia’ como elemento vertebrador de la evolución del universo en la medida en que es compatible con el principio de causalidad y elimina cualquier concesión al azar o al indeterminismo; asimismo, la contingencia, que abre la puerta a la emergencia (entendida como nacimiento a partir de un primordio, por lo tanto sujeta a su naturaleza y al medio en que está inmersa) de la diversidad y a la novedad y niega el determinismo necesarista y reduccionista, lo que establece las bases de una evolución de la conciencia y de la libertad.
Artículo relacionado: https://rebelion.org/sobre-determinismo-y-contingencia-una-perspectiva-evolucionista/, entrevista realizada al autor de la obra reseñada por Salvador López Arnal.
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