El alto mando militar estadounidense destinado en Irak había sido advertido, en un informe confidencial fechado en diciembre de 2003 –un mes antes de que los investigadores del Ejército recibieran las primeras fotografías de los abusos–, de que soldados de elite norteamericanos y agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de la ‘Task Force […]
El alto mando militar estadounidense destinado en Irak había sido advertido, en un informe confidencial fechado en diciembre de 2003 –un mes antes de que los investigadores del Ejército recibieran las primeras fotografías de los abusos–, de que soldados de elite norteamericanos y agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de la ‘Task Force 121’ (TF 121) estaban perpetrando torturas y malos tratos contra los prisioneros del centro de detenciones de Abu Ghraib, al oeste de Bagdad, según informó hoy 1 de diciembre el diario ‘The Washington Post’
El informe, de 13 páginas, remitido por el coronel retirado Stuart Herrington y encargado por la general Barbara Fast, no ha sido hecho público y fue conseguido recientemente por el ‘Post’. La general Fast dirigía por entonces los servicios de inteligencia en Irak.
El documento revela que algunas de las detenciones practicadas por Estados Unidos en aquella época fueron «técnicamente» ilegales. Asimismo, afirma que con la detención de «cientos» de personas que «probablemente» no hubieran debido estar en prisión y con los abusos infringidos contra estos reclusos durante los interrogatorios, la ‘Task Force 121’ ha podido «crearse enemigos gratuitamente».
«Las heridas que presentan los prisioneros en poder de la TF 121 han obligado al personal médico que los examinó a concluir que ‘los reclusos muestran señales de haber sido golpeados'», afirma el informe. «Parece claro que la TF 121 debe ser controlada en lo que se refiere a los tratos a los prisioneros», prosigue el documento.
El informe señala también que los miembros de la TF 121 –grupo operativo formado por la CIA y soldados especiales de operaciones, encargado de la búsqueda de las armas de destrucción masiva y de otras misiones importantes, como la captura del derrocado presidente iraquí Sadam Husein– habían abusado de prisioneros en otras partes de Irak y se habían servido de un centro secreto de interrogatorios para llevar a cabo su tarea.
Las conclusiones de Herrington son las últimas de una serie de informes confidenciales –que está previsto que salgan a luz– sobre los abusos contra prisioneros en Irak. Hasta la fecha, los responsables militares estadounidenses han asegurado que los hechos de Abu Ghraib fueron un caso aislado, del que no habían tenido información antes del pasado mes de enero.
No obstante, el informe de Herrington revela que los dirigentes militares estadounidenses destinados en Irak conocían estos hechos antes de su publicación y que los abusos no se limitaron a Abu Ghraib. Herrington, un veterano de la guerra de Vietnam, advierte en su informe de que este tipo de prácticas podría poner en peligro los esfuerzos estadounidenses para acabar con la resistencia iraquí, una advertencia recogida meses más tarde por otros informes militares.
Estas revelacionnes de ‘The Washington Post’ llegan poco después del informe del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en el que se acusa al Ejército estadounidense de torturas contra prisioneros de guerra en la base naval norteamericana de la bahía de Guantánamo, en Cuba.