Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
El pasado fin de semana, semanas después de tomar posesión de su cargo, el Ministro de Electricidad en funciones, Hussain al-Shahristani, prohibió la entrada en las instalaciones del ministerio a todos sindicatos y ordenó requisar documentos y ordenadores en Basora.
Los sindicatos iraquíes y organizaciones internacionales han condenado estas medidas por representar una represión legal de los derechos de los trabajadores.
Shahristani, que también desempeña el cargo de Ministro del Petróleo, donde los trabajadores del sector están combatiendo de forma parecida, emitió una serie de directivas después de que el inspector general declarase ilegal cualquier reunión sindical en las propiedades del ministerio. Dicho inspector general, a través de un comunicado, advirtió a los trabajadores que el gobierno iba a considerar como actividad terrorista cualquier sabotaje o amenaza de utilizar la violencia.
Shahristani dijo que estaba poniendo en marcha una ley que le había entregado el secretario general del gabinete.
«No es nada nuevo y cuando llegué al ministerio de electricidad puse en marcha esa ley porque es mi deber hacer que se cumpla», dijo. «Ya existía, pero aún no había entrado en vigor, el que se haga ahora no significa que se esté acusando a esos sindicatos de pertenencia a determinados grupos políticos o de corrupción.»
Shahristani añadió: «Cualquier empleado que reciba un salario por un trabajo específico no va a poder llevar a cabo otras actividades por ese concepto, ya sea sindical, humanitaria, nacional o como quiera que pueda llamarse».
Durante décadas, a los trabajadores del sector público se les prohibió que formaran sindicatos independientes. Aunque la Autoridad Provisional de la Coalición y los posteriores gobiernos iraquíes cambiaron muchos de los diktats de la era baazista, las leyes antisindicales siguieron vigentes.
Cuando Saddam Hussein estaba en el poder, los sindicatos consistían en grupos de trabajadores organizados por y bajo los auspicios del mismo Estado. Todavía pueden verse recuerdos de eso en las oficinas y en el equipamiento de que dispone el ministerio.
Los acuerdos cómodos se acabaron bruscamente el fin de semana.
Hashmeya Muhsin Hussein, presidenta del Sindicato de Infraestructuras Eléctricas iraquí, con sede en Basora, dijo a los trabajadores «Me quedé conmocionada esta mañana al ver a las fuerzas policiales asaltando nuestro sindicato y confiscando todos los archivos y documentación y llevándose todo cuanto contenía la oficina».
«Despreciamos y condenamos esas decisiones en nuestra contra y seguiremos adelante con nuestras luchas a través de todos los medios pacíficos, protestas, huelgas…», dijo.
El inspector general de electricidad, Alaa Mohie Al-Din, quien hasta muy recientemente ocupaba el mismo puesto en el ministerio del petróleo, en un comunicado que repetía las palabras de Shahristani añadió: «El ministerio de electricidad ha tomado la iniciativa para prohibir todas las formas de actividades sindicales que violen las leyes y ha emitido órdenes a los directores y departamentos a fin de que a todos aquéllos que utilicen la fuerza, actúen violentamente o malversen fondos públicos se les someta a las instancias judiciales correspondientes para que adopten medidas punitivas contra ellos».
Añadió que los trabajadores deberían «desistir de esas actividades ilegales y acatar las regulaciones e instrucciones válidas para evitar ser judicialmente responsables», e instaba a los potenciales sindicalistas a «integrarse en las organizaciones de la sociedad civil legalmente registradas en bien de los intereses públicos».
Ra’ad al-Haris, Viceministro de Electricidad, dijo que los sindicatos deberían dirigir los asuntos sindicales desde una posición de independencia. Dijo que los sindicatos estaban pidiendo oficinas y equipamiento, incluyendo teléfonos y vehículos, lo que propició las duras medidas adoptadas.
«Tuvimos que cerrar por la fuerza algunos sitios», añadió.
Un portavoz de la embajada estadounidense declaró: «Hemos visto y oído la información y estamos examinándola. Confiamos en que todos puedan resolver sus diferencias de un modo amistoso».
Hay al menos cuatro sindicatos diferentes que representan a los trabajadores del sector eléctrico del país, que es de propiedad estatal.
La Constitución de 2005 pide una nueva ley laboral que asuma los estándares internacionales modernos en cuanto a derechos laborales, pero todavía no ha sido aprobada por el Parlamento. El Departamento de Estado estadounidense incluye la situación de los derechos de los trabajadores iraquíes en su crítica anual sobre los derechos humanos en el país, aunque no ha presionado formalmente al gobierno iraquí aparte de recordarle sus obligaciones como miembro de la Organización Internacional del Trabajo de las Naciones Unidas, según manifestaron diversas fuentes en Bagdad y Washington D.C.
«Si el Estado iraquí está intentando sinceramente abrazar la democracia, respetar la constitución y el imperio de la ley, debería adherirse a los estándares internacionales», escribió Sharan Burrow, presidente de la Confederación Internacional de Sindicatos, en una carta al Primer Ministro iraquí Nuri al-Maliki después de que empezara la represión contra el sector energético.
Los sindicatos del poderoso sector del petróleo se han enfrentado también a los gobiernos post-Saddam. Se formaron rápidamente tras la invasión de 2003 e impidieron con éxito que un contratista estadounidense se apropiara de la refinería de Basora. Con el correr de los años han venido protestando con frecuencia por diversos motivos, desde el incumplimiento en los pagos por parte del gobierno hasta por un proyecto de regulación petrolífera considerado demasiado generoso con las compañías petroleras extranjeras.
A principios de años, se acusó a dos importantes dirigentes sindicales del petróleo de haber detenido la producción, lo que ellos niegan. En abril, cinco dirigentes de una protesta en la refinería de Basora fueron trasladados a otra compañía estatal en Bagdad.
Falah Alwan, presidente de la Federación de Sindicatos y Consejos de los Trabajadores en Iraq, denominó las acusaciones contra los trabajadores de «excusas para reprimir a los sindicatos».
«Estas medidas son la continuación de una campaña contra los sindicatos, los sindicalistas y los trabajadores para atemorizarles con amenazas. Esto sólo sirve para socavar la democracia en el país, si es que algo de eso existe aquí», dijo.
Varios reporteros iraquíes han colaborado en esta información desde Bagdad y Basora. Se mantiene su anonimato para proteger su seguridad.
Fuente: http://www.iraqoilreport.com/
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