La censura abierta y descarada a escritores y editoriales rusas en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y otras ferias en el mundo como Bogotá, Sao Paulo y Frankfurt a causa de la guerra entre Rusia y Ucrania, no es más que el resultado de la ignorancia y la sumisión.
Resulta obsceno que un evento tan importante como la FIL se preste a los mandatos imperiales y se alinee a una persecución abiertamente nazista contra la diáspora cultural de todo un pueblo. Es vergonzoso para el pueblo de México que instituciones que promueven, a través de la literatura, la diversidad de ideas y pensamiento coadyuve en una guerra que repite la historia nazi. Por eso ¡hay que leer! organizadores de la FIL pregonen con el ejemplo, el enemigo a vencer es la ignorancia madre de todas las estupideces, todos los fanatismos y todas las guerras, si leyeran un poquito de todo lo que venden en la Feria no estarían lamiendo los mandatos imperiales y colonialistas.
Negar la participación de los escritores rusos en una feria cultural porque una pandilla de nazifascistas comandados por Estados Unidos junto al Parlamento Europeo [que ya desmemoriados se comportan como los nazis alemanes que fueron combatidos por las heroicas resistencias de los pueblos] censuran y señalan la cultura del pueblo ruso, no solo es una irresponsabilidad sino una vergüenza para una Nación que pregona la máxima de Juárez «Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz».
¡Qué sigue!, sacar a Tchaikovsky de los circuitos de música; prohibir el uso de la tabla periódica de los elementos de Mendeléyev en todas las escuelas del país; quemar las obras de Chagal; desmantelar el punto, la línea y el plano analizado por Kandinsky; no volver a ver el Cascanueces en Bellas Artes ni el Lago de los Cisnes en Chapultepec; hacer una hoguera con las obras de Dostoievsky, Tolstoi, Gorky, Gogol o Pushkin. Así se templó el acero servirá de papel de baño para la xenofobia, hija de la estupidez y la insuficiencia mental.
Quedó abierta y clara la ideología y el servilismo rampante de quienes organizan la FIL en la Universidad de Guadalajara, lo que lo hace aún más patético por tratarse de una institución pública de estudios superiores, que como toda universidad pública es centro neurálgico del pensamiento crítico y el debate de las ideas, llevándose entre las pezuñas a la respetable comunidad universitaria.
La guerra es cultural y no es la primera vez que la cultura sirve de ariete para las guerras imperialistas. El objetivo siempre es la cultura, doblegar, anular y exterminar la cultura de los pueblos para someterlos es el manual básico del colonialismo y el capitalismo, sustituir las culturas milenarias por productos rentables y hasta construir garambainas folclóricas para simular el respeto a la diversidad cultural es la constante. Ser cómplice de los exterminios culturales a través del discurso propagandístico que victimiza pueblos y reconfigura los imaginarios desde un supuesto humanismo disfrazado es una abominación.
La lucha es por la vida y está vinculada a la cultura, estigmatizar a todo un pueblo desde el fanatismo de la doctrina que tiene sometidos a los pueblos del mundo como es el «Destino Manifiesto» con el que los gringos pisotean a conveniencia a las culturas que no se alinean ya es grave, pero más grave aún es aplaudir como focas de circo y ser cómplices de estos fanáticos.
Si tanto le preocupa a la FIL la «paz del mundo» por qué no ha vetado a los ideólogos estadounidenses por las atrocidades y crímenes de guerra cometidos en más de 70 países del orbe; por qué no ha censurado a Israel por los crímenes contra el pueblo palestino por citar solo dos ejemplos. La censura y el veto a la cultura de los pueblos son rutas más violentas que las guerras porque niegan a los individuos, destruyen el pensamiento, la forma de ser, la memoria, los patrimonios y la historia de la humanidad contenida en sus expresiones.
La cultura y el arte es lo único que tenemos los seres humanos que es tangible, real, es lo que nos convierte en humanos y es la diáspora cultural de los pueblos del mundo la que nos mantiene en paz. Así que ya basta de mercenarios ideológicos, de guerras imperiales y colonialistas que tienen en peligro permanente a la especie humana y al planeta Tierra.
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