«Más de dos tercios de los ataques se dirigen contra soldados estadounidenses, y policía y soldados iraquíes. El tercio restante de los ataques se dirige contra civiles iraquíes. Por ello, frente a los esfuerzos realizados por el gobierno de Bush y por los medios de comunicación para presentar la violencia [en Iraq] como una guerra […]
«Más de dos tercios de los ataques se dirigen contra soldados estadounidenses, y policía y soldados iraquíes. El tercio restante de los ataques se dirige contra civiles iraquíes. Por ello, frente a los esfuerzos realizados por el gobierno de Bush y por los medios de comunicación para presentar la violencia [en Iraq] como una guerra intestina entre sunníes y shiíes, la realidad es que el grueso de las acciones armadas se dirigen contra las fuerzas de ocupación y sus subordinados iraquíes.»
Un informe dado a conocer por el Pentágono el lunes [18 de diciembre] confirma la desastrosa situación del proyecto estadounidense para la conquista de Iraq y la transformación del rico país petrolero en una semicolonia de EEUU [1].
La resistencia armada contra la ocupación de EEUU continúa creciendo, en forma de ataques de la resistencia contra las fuerzas de EEUU y con las bajas estadounidenses que aumentan en una proporción de dos dígitos. Según el informe solicitado por el Congreso para el trimestre [octubre-diciembre], el número de ataques llevados a cabo por la resistencia ha aumentado un 22 por ciento sobre los pasados tres meses, mientras que las bajas estadounidenses han aumentado un 32 por ciento. Más de dos tercios de los ataques se dirigen contra soldados estadounidenses, y policía y soldados iraquíes. El tercio restante de los ataque se dirige contra civiles iraquíes. Por ello, frente a los esfuerzos realizados por el gobierno de Bush y por los medios de comunicación para presentar la violencia [en Iraq] como una guerra intestina entre sunníes y shiíes, la realidad es que el grueso de las acciones armadas se dirigen contra las fuerzas de ocupación y sus subordinados iraquíes.
Durante el año pasado, el número de ataques se ha duplicado, lo que contradice todas las afirmaciones del gobierno Bush respecto al avance en el establecimiento de un régimen de ocupación estable. El promedio de los ataques armados aumentó de 463 a la semana durante los seis meses que van desde febrero [de 2006] a agosto hasta los 959 ataques semanales durante los cuatro meses que van desde agosto hasta noviembre de este año. Las bajas estadounidenses se han registrado a una media de 25 soldados [estadounidenses] muertos o heridos al día, con una media aún mayor de 33 bajas al día entre los soldados y policías iraquíes [2].
El general de Brigada del Cuerpo de Marines, John F. Sattler, director de Planes Estratégicos y de Política de la Junta de Jefes de Estado Mayor estadounidense, indicó a la prensa sobre el informe: «[…] La violencia ha aumentado a una velocidad increíblemente alta». Responsables del Pentágono afirmaron ante la prensa que la resistencia había logrado «[…] un éxito estratégico parcial», dividiendo al gobierno estadounidense establecido en Bagdad en bandos sectarios [y] socavando su viabilidad.
Mientras el informe sugiere que las fuerzas estadounidenses estaban alcanzando su objetivo respecto al número de soldados iraquíes y policías a los que han dado un entrenamiento militar rudimentario (unos 325.000 efectivos, de los cuales alrededor de 45.000 han sido asesinados, heridos o se encuentran desaparecidos), en tanto que el 50 por ciento de ellos, según estimaciones estadounidenses, desertaría si se les desplegase fuera de las zonas donde viven.
Crisis en el Pentágono
Los casi cuatro años de ocupación estadounidense de Iraq han sido una catástrofe para el pueblo iraquí, que se enfrenta a situaciones sociales y económicas, muchísimo peores que las que padecieron con Sadam Huseín, y a un grado de asesinatos en masa que sobrepasa los años más sangrientos del régimen baazista.
La guerra también ha tenido un profundo impacto en el ejército estadounidense, como señalaban oficiales del Pentágono en declaraciones realizadas la semana pasada. Peter Schoomaker, Jefe del Estado Mayor del Ejército, afirmó el 14 de diciembre ante un comité del Congreso que las tensiones de un despliegue de fuerzas en Iraq y Afganistán unido a las restricciones en el uso de las tropas de la Reserva y de la Guardia Nacional estaba teniendo un efecto devastador sobre la capacidad militar [estadounidense] [3].
«[…] El ejército es incapaz de generar y sostener las fuerzas necesarias para proseguir la guerra global contra el terrorismo sin sus miembros activos, de la Guardia Nacional y de la Reserva operando en conjunto», afirma Schoomaker. No hay suficientes soldados en activo trabajando para dar cumplimiento a los requerimientos de los constantes despliegues, señala, puesto que la política actual del Pentágono prohíbe segundos despliegues para miembros de la Reserva y de la Guardia Nacional, excepto para los voluntarios. «[…] En esta situación, sin poder contar de manera permanente con los miembros de la reserva mediante una segunda movilización, acabaremos con los miembros en activo», afirma el general.
El gobierno Bush impuso una prohibición informal sobre segundos despliegues -lo que se incumple los actuales requisitos legales- debido a las preocupaciones sobre las secuelas políticas tras el aumento de bajas entre los soldados de la Guardia y la Reserva, quienes cada vez tienen más edad, y están casados y tienen hijos. En los tres primeros años de guerra se abusó de esas fuerzas, hasta el extremo de que sólo 90.000 de los 522.000 soldados de la Guardia Nacional y de la Reserva están disponibles para su movilización a zonas de guerra.
Según el resumen [del informe] elaborado por el Ejército y distribuido a la prensa, las fuerzas de la Reserva ahora deben unirse de forma improvisada a soldados de diversas y distintas unidades, alcanzando un promedio del 62 por ciento de esta fuerza, comparado con el seis por ciento [alcanzado] en 2002. En una unidad de transporte sólo siete de 170 soldados estaban disponibles para el despliegue y el resto provenía de otras 65 unidades desplegadas en 49 lugares. «[…] Las necesidades del Ejército dictan que tenemos que desplegar unidades organizadas, entrenadas, equipadas y cohesionadas», afirma Schoomaker, «[…] y eso no se hace con equipos en camiones».
Aumento de tropas
En tales consideraciones subyace la resistencia de los mandos del Pentágono a la iniciativa preferida de la Casa Blanca: una operación [con un incremento] de entre 20.000 y 30.000 tropas de combate adicionales que se enviarían desde Bagdad a la provincia de al-Anbar, centro de la resistencia armada sunní, para dirigir un ataque militar contra las poblaciones locales [4].
Según una información del jueves [14 de diciembre] de The Washington Post, la Junta de Jefes de Estado Mayor había expresado su oposición unánime a la propuesta de operación, basándose en que no se había valorado las consecuencias a largo plazo, especialmente el impacto que tendría [el incremento de tropas de EEUU] en reavivar la resistencia iraquí, tanto en la zona sunní como en la shií. Además, existe una grave preocupación entre los altos oficiales sobre el impacto [de la operación] en la moral de las tropas, debido a que las propuestas operativas más ambiciosas (las preferidas por el vicepresidente Cheney, según se dice) tendrían que volver a desplegar a tropas que actualmente tienen previsto regresar desde Iraq a EEUU, y en su lugar enviarlas de nuevo al combate.
Quien más claramente expresó tales puntos de vista fue el ex Secretario de Estado del gobierno Bush, Colin Powell, que fue también presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor en el gobierno de Bush padre, en cuya calidad supervisó las operaciones militares en la primera guerra de EEUU contra Iraq [de 1991]. En una comparecencia en el programa de la CBS del domingo Face the Nation, Powell declaró su oposición a cualquier incremento de las fuerzas militares estadounidenses en Iraq a corto plazo:
«[…] Antes de incrementar el número de tropas, o hacer tal recomendación al comandante en jefe, me gustaría estar seguro de que sabemos perfectamente a lo que van y por cuánto tiempo van.»
Presión para aumentar el número de tropas
Bush, Cheney y sus colaboradores más cercanos se niegan a reconocer el grado de catástrofe en Iraq y ellos mismos se han declarado irrevocablemente comprometidos con una victoria militar estadounidense. El recién nombrado Secretario de Defensa, el ex director de la CIA Robert Gates, reiteró su postura en sus comentarios del lunes [18 de diciembre], cuando asumió el control del Pentágono en sustitución de Donald Rumsfeld.
«[…] En este momento, el fracaso en Iraq sería una calamidad que atormentaría a nuestra nación, dañaría nuestra credibilidad y pondría en peligro a los estadounidenses en las décadas venideras», declaró al mismo tiempo que era investido por el vicepresidente Cheney, junto al nuevo presidente del comité del Senado de Servicios del Ejército, el demócrata Carl Levin de Michigan, que también estaba presente. Levin, junto con el resto de los demócratas en el Senado, votó a favor de Gates como nuevo jefe del Pentágono. [Levin] afirmó a The Washington Post que Gates «[…] estará mucho más abierto a la supervisión» del Congreso de lo que lo estaba Rumsfeld.
No hay dirigentes demócratas en el Congreso en desacuerdo con la declaración de Gates de que la derrota en Iraq sería un desastre, con repercusiones globales, para el imperialismo estadounidense. Esto es por lo que, a pesar de los poderosos sentimientos contra la guerra expresados por una mayoría de votantes en las elecciones del 7 de noviembre, la nueva mayoría demócrata en el Congreso está comprometida con la continuación de la guerra.
Los conflictos dentro de la elite dirigente tienen que ver con la forma de recuperar lo más posible del desastre en Iraq, pero todas las facciones aprueban los objetivos fundamentales de la política del gobierno Bush, que son lograr el control de los recursos petrolíferos de Iraq y utilizar el territorio de ese país como una base estratégica para proyectar el poder de EEUU en todo el Próximo Medio.
El acuerdo bipartidista se subrayó en un artículo publicado en The Wall Street Journal el lunes [18 de diciembre], cuyos autores son la senadora Hillary Clinton (la temprana candidata para la nominación presidencial demócrata para 2008) y el senador republicano por Nevada John Ensign. Ambos senadores apelaron a una acción rápida por parte del gobierno iraquí para crear una Empresa Iraquí del Petróleo que emitiera acciones del mercado de valores para cada ciudadano iraquí. Este plan abriría el camino a la privatización de la industria del petróleo. Esquemas semejantes se han utilizado en otros países como una forma de transición para vender las industrias de gestión estatal a inversores privados quienes [posteriormente] comprarían esas acciones individuales aprovechándose de la desesperación económica de una población que lleva mucho tiempo sin trabajo y que se enfrenta a la indigencia [5].
[Hillary] Clinton también introdujo un proyecto de ley denominado Ley de Apoyo al Ejército de EEUU, el cual exige un aumento del tamaño del Ejército en 80.000 efectivos para los próximos cuatro años. Entre quienes apoyan esta ley están el senador demócrata Jack Reed, Joseph Lieberman y Bill Nelson. Con Rumsfeld, el Pentágono rechazaba regularmente tales propuestas de los demócratas, pero el martes [19 de diciembre] Bush dijo que ahora estaba deseoso de apoyar un aumento de las fuerzas regulares, del Ejército y del Cuerpo de Marines.
Notas de IraqSolidaridad:
1. English «Report to the Congress: Measuring Stability and Security in Iraq». Aún más demoledor sobre la situación de EEUU en Iraq es el informe de 19 diciembre del International Crisis Group: English «After Baker-Hamilton: What to Do in Iraq»
2. Con 69 militares de EEUU muertos en combate en Iraq hasta el 23 de diciembre, este mes será de nuevo uno de los más mortíferos desde el inicio de la ocupación, manteniendo la tónica de los anteriores. Sobre el incremento de la actividad de la resistencia, véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Guerra abierta y más violencia sectaria. EEUU pierde en combate en Iraq en diciembre una media diaria de cuatro soldados – Testimonio gráfico: Ramadi, bajo control de la resistencia Se mantiene y extiende al sur la ofensiva de la resistencia. Además de los 150.000 efectivos de EEUU, 23 países mantienen en Iraq otros 17.500 soldados Carlos Varea: Se multiplican por cuatro los ataques contra los ocupantes. El incremento de la resistencia fuerza a EEUU a un nuevo aumento de sus tropas en Iraq
3. Véase en IraqSolidaridad: Will Dunham: El ejército estadounidense muestra síntomas de agotamiento. Cinco años de guerra en Iraq y Afganistán ponen a prueba el ejército voluntario en EEUU y enlaces relacionados.
4. Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Guerra abierta y más violencia sectaria. EEUU pierde en combate en Iraq en diciembre una media diaria de cuatro soldados – Testimonio gráfico: Ramadi, bajo control de la resistencia
5. En la actualidad, las fuerzas colaboracionistas iraquíes debaten un nueva ley de hidrocarburos que, a través de la descentralización territorial de su gestión, abrirá el camino a la privatización del petróleo y el gas iraquíes (véase en IraqSolidaridad: Ben Lando: La ley iraquí sobre el petróleo, atascada – Pepe Escobar: EEUU mantiene sus pretensiones sobre el petróleo iraquíl y enlaces relacionados).
IraqSolidaridad (www.iraqsolidaridad.org), 28 de diciembre, 2006
Traducido del inglés para IraqSolidaridad por Paloma Valverde