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De Irak al G8

El pisoteo cortés del disenso y la verdad

Fuentes: Znet

Durante las últimas dos semanas, el contraste entre dos eventos «globales» relacionados ha sido saludable. El primero fue el Tribunal Mundial sobre Irak realizado en Estambul; el segundo la reunión del G8 en Escocia y la campaña por Convertir la Pobreza en Historia. Al leer los periódicos y mirar la televisión en Gran Bretaña, no […]

Durante las últimas dos semanas, el contraste entre dos eventos «globales» relacionados ha sido saludable. El primero fue el Tribunal Mundial sobre Irak realizado en Estambul; el segundo la reunión del G8 en Escocia y la campaña por Convertir la Pobreza en Historia. Al leer los periódicos y mirar la televisión en Gran Bretaña, no se sabrá nada de las reuniones en Estambul, que produjeron la evidencia más estigmatizante producida hasta ahora sobre el mayor escándalo político de los tiempos modernos: el ataque contra un Irak indefenso por EE.UU. y Gran Bretaña.

El tribunal es una seria investigación pública internacional de la invasión y de la ocupación, del tipo que los gobiernos no se atreven a realizar. «Estamos aquí», dijo la escritora Arundathi Roy en Estambul, «para examinar un vasto espectro de evidencia (sobre la guerra) que ha sido deliberadamente marginada y suprimida, su legalidad, el papel de las instituciones internacionales y de importantes corporaciones en la ocupación, el papel de los medios, el impacto de armas como las municiones de uranio empobrecido, del napalm, y de las bombas de fragmentación, el uso y la legitimación de la tortura… Este tribunal representa un intento de corregir los antecedentes: de documentar la historia de la guerra, no desde el punto de vista de los vencedores, sino de los temporalmente angustiados».

«Temporalmente angustiados» implica que, incluso confrontados por un poder tan rampante, el pueblo iraquí se recuperará. Se requiere ciertamente este sentido de la esperanza al leer los testimonios presenciales que demuestran, como señala Roy: «que incluso aquellos de entre nosotros que hemos tratado de seguir de cerca la guerra no conocemos más que una fracción de los horrores que han sido desatados en Irak».

El testimonio más espeluznante fue dado por Dahr Jamail. A menos que se lea Internet, no se sabrá quién es Dahr Jamail. No es un divertido escritor de bitácoras de Bagdad. Para mí, es el mejor reportero que trate el tema de Irak. Con la excepción de Robert Fisk, Patrick Cockburn y algunos otros, sobre todo periodistas independientes, hace pasar vergüenza a los masticadores de clichés, con sus chalecos parabalas, conocidos como «empotrados». Libanés, con ciudadanía estadounidense, Jamail ha estado en casi todos los sitios en los que los empotrados no han estado. Ha informado desde la ciudad sitiada de Faluya, donde la destrucción y las atrocidades fueron ocultadas por las emisoras occidentales, notablemente la BBC. (Vea: www.medialens.org/alerts).

En Estambul, Jamail presentó su testimonio de reportero independiente respecto a los miles de iraquíes torturados en Abu Ghraib y otras prisiones estadounidenses. Su informe sobre lo que ocurrió a un funcionario público en Bagdad fue típico. Este hombre, Ali Abbas, había ido a una base de EE.UU. a informarse sobre sus vecinos desaparecidos. En su tercera visita, fue arrestado sin acusación alguna, desnudado, encapuchado y obligado a simular actividades sexuales con otros prisioneros. Era un procedimiento normal. Fue golpeado en los genitales, le aplicaron electricidad en el ano, le negaron agua y tuvo que mirar mientras tiraban su comida. Le colocaron un arma cargada junto a la cabeza para impedir que gritara de dolor cuando apretaron tanto las esposas sobre sus muñecas que la sangre no circulaba por sus manos. Lo empaparon en agua fría y acercaron un ventilador a su cuerpo.

«Colocaron un altavoz», dijo a Jamail, «colocaron los altavoces cerca de mis oídos y dijeron: «¡Cállate, jódete, jódete, jódete!» Le impidieron dormir. Lo cubrieron de mierda y azuzaron perros en su contra. «Algunas veces, de noche, cuando leía su Corán», dijo Jamail, «tenía que alzarlo hacia el corredor para que llegara la luz. Los soldados pasaban y pateaban el Santo Corán, y algunos veces trataron de mearle encima o cubrirlo de mierda». Una soldado le dijo: «Queremos hacerte pasar por el infierno… Son órdenes de nuestros superiores, que vuestras vidas sean un infierno».

Jamail describió cómo los hospitales de Faluya habían sido sometidos a una táctica estadounidense de castigo colectivo, en la que marines de EE.UU. atacaban al personal e impedían que los heridos entraran, y que francotiradores estadounidenses disparaban contra puertas y ventanas, y se impedía que medicinas y suministros de sangre llegaran a los hospitales. Mataban a tiros a niños delante de sus familias, a sangre fría.

Los dos hombres responsables de esto: George Bush y Tony Blair, asistieron a la reunión del G8 en Gleneagles. A diferencia del Tribunal de Irak, hubo una cobertura de saturación, pero nadie en los «medios dominantes» – de los medios empotrados a los organizadores de Convertir la Pobreza en Historia y las celebridades acreditadas, aceptables, – hicieron la conexión obvia del continuo crimen de Bush y Blair en Irak. Nadie se levantó y dijo que la «cancelación de la deuda» de humo y espejos de Blair representaba en el mejor de los casos menos que el dinero que el gobierno gasta en una semana abusando de Irak, donde la violencia británica y estadounidenses fue la causa de la duplicación de la pobreza y de la malnutrición infantiles desde el derrocamiento de Sadam Husein. (Unicef).

En Edimburgo, una reunión sólo-por-invitación de partidarios de Christian Aid y de dirigentes eclesiásticos escuchó al tesorero británico, Gordon Brown, el cajero de la carnicería. Sólo una persona le preguntó: «¿Cuándo van a terminar con la violación de los recursos de los pobres? ¿Por qué ponen tantas condiciones a la ayuda? Este protestatario solitario no se refería específicamente a Irak, sino a la mayor parte del mundo. Fue expulsado, en medio de los vítores de los cristianos reunidos.

Así se preparó el terreno para la semana del G8: el silenciamiento y el apaciguamiento y la cooptación del verdadero disenso y la verdad. El gran activista intelectual de África, Frantz Fanon, denunció la codicia y la violencia coloniales disfrazadas de ‘buenas obras’ corteses, y nada ha cambiado en África, como en Irak. Las imágenes empalagosas sobre las pantallas gigantes detrás de las estrellas pop en Hyde Park demostraban una ignorancia intencionada, autosatisfecha. No hubo ninguna de las imágenes que la televisión se niega a mostrar: de doctores iraquíes asesinados, con la sangre manando de sus cabezas, liquidados por los francotiradores de Bush.

En la primera plana del Guardian, la Edad de la Ironía se celebró como si fuera la verdadera vida y se hizo más satírica que lo que jamás podría lograr la sátira. Ahí estaba Bob Geldof, apoyando su cara sonriente sobre el sonriente hombro de Blair, el criminal de guerra y su bufón. En otro sitio estaba la heroica silueta de Bono, que celebra a hombres como Jeffrey Sachs como salvadores del mundo mientras alaban la «guerra contra el terror» del «compasionado» George Bush como uno de los mayores logros de su generación; y de nuevo está Brown, el que impone las reglas injustas del comercio, diciendo, increíblemente, que «las reglas injustas del comercio maniatan a la gente pobre» y Paul Wolfowitz, con una sonrisa radiante junto al Arzobispo de Canterbury: el hombre que, antes de que le entregaran el control del Banco Mundial, ideó gran parte del así llamado putsch neoconservador de Bush, la mendaz justificación para el baño de sangre en Irak y la noción de la «guerra sin fin».

Y por si te perdiste todo eso, existe un material PDF descargable de un correo electrónico de «una Campaña» para «ayudarte a organizar tu propia fiesta continua de Live8″. La supresión de cantantes y grupos africanos, aparcados donde decretó Geldorf, en un parque de temas medioambientales en Cornwall, frente de un público de menos de 50 personas, fue descrita correctamente por Andy Kershaw como » apartheid musical».

¿Ha habido alguna vez una censura tan completa, insidiosa e ingeniosa como ésta? Incluso cuando Stalin borraba a sus camaradas purgados de la fotografía anual sobre el mausoleo de Lenin, el pueblo ruso podía llenar los vacíos. Los medios y la exageración cultural suministran armas infinitamente más poderosas en la era de Blair. Con Diana, hubo pesar a través de los medios. Con Irak, hubo guerra a través de los medios. Ahora hay distracción masiva a través de los medios, una normalización de lo inmencionable, de que «el Estado ha perdido la mente y está castigando a tanta gente inocente», escribió el dramaturgo Arthur Miller, «y por lo tanto hay que negar internamente la evidencia».

Haciendo uso de la unción de Bono, Madonna, Paul McCartney y desde luego de Geldof, cuyo Live Aid de hace 21 años no hizo nada por el pueblo de África, los saqueadores y prestamistas contemporáneos de ese continente han ideado una estafa sin precedentes: la antítesis del 15 de febrero de 2003, cuando dos millones de personas sacaron sus corazones y sus cerebros a las calles de Londres:

«Esta marcha [nuestra] no es una marcha en el sentido de una manifestación, sino más bien una caminata», dijo Bruce Whitehead de Convertir la Pobreza en Historia. «El énfasis está en la diversión bajo el sol. La intención es saludar a los líderes del G8 en Escocia y pedirles que den justicia comercial, cancelación de la deuda y más ayuda a los países en desarrollo.»

¿De verdad?

En el clásico de Lewis Caroll, Alicia pide al Gato de Cheshire y al Sombrerero Loco que le muestren el camino para salir del País de las Maravillas. Lo hicieron una y otra vez, por aquí, por allá, hasta que perdió la calma y derrumbó su mundo de los sueños, y se despertó. La gente asesinada y mutilada en Irak, y la gente premeditadamente empobrecida en África por nuestros gobiernos y nuestras instituciones en nuestro nombre, exigen que despertemos.

Título original: From Iraq To The G8

The Polite Crushing Of Dissent And Truth

Autor: John Pilger, 7 de julio de 2005

Link: http://www.zmag.org/content/print_article.cfm?itemID=8240&sectionID=15

Traducido por Germán Leyens