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Estados Unidos, el censor de la red

El poder oculto detrás de Internet

Fuentes: APM

Washington mostró sus garras y sacó de circulación páginas web que ofrecían paquetes turísticos para visitar Cuba. La medida se basa en el bloqueo a la isla y desnuda cómo la red tampoco se salva de la censura.

 La censura también es parte de Internet. En este caso, no se recortan las libertades de expresión sino que se apunta a restringir los negocios particulares de un empresario con una nación, en esta oportunidad Cuba. Como suele suceder cuando de ataques a Cuba se habla, el atacante suele tener el mismo nombre: Estados Unidos.

Cuando el Departamento del Tesoro estadounidense lo consideró necesario, metió sus garras en la pyme de Steve Marshall e interfirió en sus negocios turísticos. La acción tuvo lugar a fines de 2007.

Travel & Marketing International es la agencia de viajes que regentea este empresario inglés actualmente radicado en Tenerife (España). Esta empresa ofrece paquetes turísticos para disfrutar de las bondades de los lugares paradisíacos que la naturaleza dispuso alrededor del mar Caribe.

La primera señal de alerta para Marshall fue la ausencia total de reservas que encontró para su próxima excursión. Primero supuso que se trataba de un desperfecto técnico del servicio de correo electrónico. Luego advirtió que se pagina web había sido sacada de circulación. En total, ochenta de los sitios de T&M estaban bloqueados.

«La página ha caducado», «The page not found», eran los mensajes que expresaban, por ejemplo, www.cuba-hemingway.com -pagina con contenidos literarios- o www.cuba-havanacity.com -sitio de temas sobre historia y cultura de Cuba.

¿Cuál era la razón para tan llamativa prohibición? Un sólo llamado telefónico bastó para responder la pregunta. Los servicios prestados por los sitios web, violan el embargo con el que Estados Unidos somete a Cuba desde 1962.

Conforme a esto, las páginas de T&M no se podían volver a abrir debido a que pasaban a formar parte de la lista negra elaborada por la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC), nociva arma que esgrime de vez en vez el Departamento del Tesoro de Estados Unidos para tirar de las orejas a todos aquellos que tienen vínculos comerciales con Cuba.

Sin embargo, en esta furtiva y eficaz operación para desactivar el registro del dominio de las mencionadas páginas, no fue el mismísimo Departamento del Tesoro quien apretó la tecla «delete». Aquí solo se dedicó a dar la orden para que el trabajo sucio lo ejecutara la segunda empresa más grande de registro de dominios del mundo: la compañía eNom Inc.

A su vez, eNom Inc. funciona bajo la órbita de la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN, según sus siglas en inglés), organización que se encarga de administrar y ordenar la red de redes. Su labor de dar nombres y números, equivale a la tarea de designar distritos postales.

Lo que Steve Marshall todavía no puede comprender es «cómo es que sitios web pertenecientes a un nacional británico y operando a través de una agencia española de viajes puedan verse afectados por las leyes de Estados Unidos».

Válido o no, Estados Unidos parece tener respuesta para todo. Así, desde el Departamento del Tesoro capitaneado por Henry Paulson, aducen que no sólo la compañía T&M había ayudado a que ciudadanos norteamericanos evadieran las restricciones de viajes hacia Cuba, sino que además es «generadora de recursos empleados por el régimen cubano para oprimir al pueblo».

Tras lo cual, la única alternativa que se aconsejaba era la de dejar de hacer negocios con esa compañía y congelar sus bienes.

Aunque bajo un primer análisis el accionar estadounidense se devela como fuera de su jurisdicción, la desactivación del registro del dominio de las páginas de Marshall, se justifica en el «Acta de Democracia Cubana» (también conocida como ley Torricelli) de 1992, y en el «Acta para la libertad cubana y la solidaridad democrática» (o ley Helms-Burton) de 1996. Es decir, los instrumentos que utilizan las sucesivas administraciones de la Casa Blanca para asfixiar al pueblo cubano.

El brutal embargo autoriza la conexión de la isla a la Red, por vía satelital, con el condicionamiento de que cada megabyte (rango de velocidad de conexión) debe ser contratado a empresas norteamericanas o sus subsidiarias y aprobado por el Departamento del Tesoro.

Como si esto fuera poco, se estableció además limitar esa contratación bajo apercibimiento de sanciones extraordinarias -multas de 50 000 dólares por cada violación- para quienes favorezcan, dentro o fuera de EE.UU., el negocio electrónico o el más mínimo beneficio económico de la Isla.

La ley Helms-Burton, por su parte, establece que cualquier compañía no estadounidense que tiene tratos con Cuba puede ser sometida a represalias legales y que los dirigentes de la compañía pueden ver prohibida su entrada en Estados Unidos. Además prohíbe realizar negocios con empresas que figuren en la lista negra de la OFAC, aquella integra el inglés Marshall.

Los reclamos de Steve Marshall ante la Comisión Europea llegaron hace unos pocos días, y con noticias poco alentadoras para su compañía de viajes: «Dado que eNom es una empresa norteamericana, no puede aplicarse el requisito de desobediencia a la legislación extraterritorial de Estados Unidos que menciona el Estatuto del Bloqueo».

Esta última norma es un arma legal de la que se dotó la Comisión para defender a las empresas y ciudadanos del continente europeo de las sanciones de EEUU por tener relaciones con terceros países.

Por último, y para empeorar el panorama de Marshall, como la empresa dueña de las páginas censuradas tienen domicilio legal en Islas Vírgenes Británicas, es decir en territorio extracomunitario, le aconsejan que presente una demanda por medio de su empresa española, o que acuda al Gobierno del Reino Unido para que intente ante Washington una gestión para transferir los dominios a un servidor europeo. O sea: burocracia de manual.

La compañía T&M está comprobando la prepotencia y la impunidad con que Estados Unidos se maneja con respecto a las instituciones y las disposiciones supranacionales.

El predominio estadounidense sobre Internet ante el resto del planeta es de regulaciones, infraestructura y registro de dominios. Ante tal situación vale ilustrar que en la actualidad, la mayoría de las máquinas encargadas de conectar a cualquier usuario con la dirección correcta de la página que desea visitar, están en Estados Unidos. Si ese gobierno decidiera hacer una gran denegación de servicio, paralizaría la Red.

En los albores de este 2008 la ICANN pidió que se le otorgase independencia respecto del Departamento del Tesoro, que hasta ahora ha oficiado como su supervisor.

Esto quiere decir que una de las organizaciones que tiene la capacidad de poner o sacar participantes en el mundo digital está tratando de salirse de la órbita del estado.

Pero si Estados Unidos invade un país para asegurarse la provisión de un medio estratégico como es el petróleo, difícilmente querrá desprenderse del arbitrio y manejo de la gran marioneta de las telecomunicaciones digitales.

(*) El autor de esta nota es alumno del Seminario «Periodismo en Escenarios Políticos Latinoamericanos», que se dicta en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.