Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano. *** -Nos habíamos quedado en este punto. De las dos concepciones de las que antes hablábamos, la que resulta más extendida, señalas, […]
Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano.
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-Nos habíamos quedado en este punto. De las dos concepciones de las que antes hablábamos, la que resulta más extendida, señalas, es la que considera la política como cognición, como ciencia o episteme. ¿Y quiénes consideran que la política es estrictamente eso, ciencia, episteme? ¿Todas las fuerzas de izquierda con intervención institucional?
-Frente a la política como cognición de lo que hay, dado que somos un ser histórico, cabe plantear la política como creación práxica; creación de una actividad nueva que se genera organizándose y por tanto, creación de actividad que genera creación ex novo de sujeto, del nuevo sujeto. La política como creación. Entendida como cognición, sabemos a qué atenernos: en 40 años, el diluvio. Subida de temperatura dos grados, fin de los combustibles sobre los que se levanta nuestra producción y nuestra civilización, desertización, sobrepoblación, saturación de los ecosistemas y colapso de los mismos…pero una vez enunciado eso, no dejará de cumplirse por el hecho de enunciarlo, porque el pronóstico, por sí mismo, no genera política. La cognición es cognición, ciencia en este caso; pero no es política. Se puede, incluso, hacer una buena «política» de difusión de esta información, y esto sigue sin generar política, sin ser actividad social encaminada a evitar eso. Política es otra cosa y se refiere al surgimiento de una actividad organizada de personas, que luchas por unos fines. Se trata de crear desde ya una alternativa y esto exige organización de millones de personas, crear organización, comenzando poco a poco, crear actividad humana nueva. Pero eso no lo expresa la ciencia que estudia y proyecta escenarios posibles de futuro. Tampoco explica cómo se crea un sujeto de ese tipo.
¿Qué fuerzas consideran que este modelo epistémico es su modelo?
-Eso pregunto, eso preguntaba.
-Tanto las viejas fuerzas de la izquierda como las nuevas. Y todo el pensamiento político «mainstream» -para usar este barbarismo atroz-. No soy yo quien habla de «ciencias políticas», ni soy yo quien lo considera un saber licenciado, masterizado y doctorado. Sino la universidad. Están las «Sciencespo» y está, en paralelo, y para las obras públicas l’École Polytechnique. Y este es el modelo o matriz de las facultades de ciencias políticas, económicas, sociológicas etc. Todo este pensamiento, que está inspirado en el positivismo y luego, en el neopositivismo y la filosofía analítica, considera que la política es episteme, tanto ciencia, como técnica ingenieril de base científica, tecno ciencia. Sociología, economía, ciencias políticas, gestión administrativa, etc. Las viejas fuerzas políticas, me he referido a ello, parten del modelo de la «vanguardia», que es una variante de la teoría de elites. Y se justifica siempre por la posesión de un saber esotérico, que posibilita a unos saber lo que otros no saben sobre sí mismos, orientarlos, establecer la estrategia de futuro a base de prognosis de futuro, y elaborar las instancias de actuación, mediante ese saber técnico científico poseído, y luego, acceder a las instancias de gestión y gobierno para utilizarlas, ellos, porque son ellos los que poseen calificación. Que todo es cuestión de saber y de experiencia de especialista, de práctica de profesional, es algo asumido por todos. El otro día Rajoy, en el catch a cuatro de Antena3, espetó a los demás que se debe venir aprendido. Pues nadie fue quién para arrearle un soplamocos en este asunto. Pero es que estamos hablando de la democracia. Mi médico puede diagnosticarme bien o mal, pero yo no someteré a votación mi diagnóstico, porque la medicina es un saber esotérico, científico. Toda actividad – y la política es un quehacer, una actividad, algunos pensamos que es una praxis- cuya ejecución, cuya elaboración, depende de un saber especializado no puede ser deliberada democráticamente. Quien defiende esto debe reconocer que cree en la tecnocracia, no en la política. Debe reconocer, además, que si utiliza la palabra «política» , lo hace de forma torcida, falsa, porque esta palabra, como otras, -república, democracia, etc.- pertenecen a un lenguaje propio de una tradición en la que se considera una enormidad y un dislate que la política sea considerada ciencia, episteme.
Respondo a la última pregunta: todas las fuerzas de la izquierda institucional, y casi todas las de la izquierda en general, aceptan este postulado. Los vanguardismos para controlar al 15eme, por ejemplo, han sido de todos los colores, y siempre, todos, los han ejercido en nombre del NOUS de nuestros días, que es la ciencia. Desde luego, quien observa el tran, tran, político, etc, percibe que se trata de estrategias de poder, etc entre grupos que acceden o quieren acceder al control de asambleas, o a las instancias gubernativas, tanto las públicas como las de sus propias organizaciones, pero eso es harina de otro costal…
Pero, permíteme que abunde: en todo este asunto, que confunde reiteradamente ciencia con conocimiento, y conocimiento científico con capacidad de hacer.
-Como quieras, de acuerdo. Adelante.
-Ambas asociaciones son carentes de fundamento. Sobre todo en lo que hace al propio ser humano. Todo ser humano sabe de su sufrimiento. Sabe que los que crean la riqueza son pobres, y los ricos no trabajan -ningún pobre se ve necesitado de pregonar que sí trabaja y que realiza mucho esfuerzo, sí lo hacen los ricos, es quizá su única «obligación», explicarnos lo mucho que trabajan…en el golf de Sant Cugat, por ejemplo-. Ya hace tiempo, nos explicaba un historiador, Sewel, que la palabra explotación no tenía su origen en la ciencia económica, había sido construida por los mismos explotados, utilizando por analogía un término antes destinado a explicar el uso de cosas, una máquina, una tierra, un molino, un animal, e indicaba la percepción experiencial de brutalidad y cosificación del proceso humano de explotación. Por lo demás, conocer no resuelve nada. Esta confusión es muy ideológica en el mal sentido de la palabra; lo es, porque se da sólo referido a la sociedad. Ningún, por ejemplo, médico aceptará que conocer es curar: saber diagnosticar un cáncer de páncreas no lo hace curable; no lo es. La política no es asunto de conocimiento sino de eso que se denomina Voluntad, -voluntas, la virtud del Soberano-. O, dicho con Aristóteles, de «causa eficiente», de poder, poder hacer. Poder no es cosa mala. Poder es capacidad de control sobre la actividad. Y esto es algo que, de entrada, no existe, no se tiene, no es poseído por los subalternos. En ausencia de capacidad de intervención, de capacidad de actuar organizadamente para controlar la propia sociedad, no existe la política porque, es el sujeto y su capacidad de acción el que constituye la realidad social humana, la produce; y entre esa realidad producida en interacción, está la política Por tanto, mientras no se comienza a constituir su sujeto comunitario, en lucha por organizarse y controlar actividad propia, no existe posibilidad alguna de desarrollar proyecto alguno. Y el proyecto que se va desarrollando, si ese sujeto social en ciernes se va auto construyendo, es el que depende, no del saber, sino de las capacidades de acción concretas, y de la imaginación práctica nueva que la experiencia concreta de poder, la emergente, genera en la gente. Los campesinos rusos que reclamaron la tierra, los obreros que exigieron la socialización de las fábricas, no habían leído economía, pero sí experimentaban el poder hacer, que su organización -y armamento- les garantizaba.
-El programa entonces se genera…
-El «programa» se genera históricamente. Luego alguien lo formula, quizá no dice «reparto negro», sino «la tierra para el que la trabaja». Pero no crea el programa. Pero es siempre lo que la gente siente como posible desde su capacidad y experiencia. Por eso, programas mucho más superferolíticos, ni se escuchan. Pensar que es la ciencia es la que elabora, dirige, posibilita, eso sí que es «Idealismo», eso que siempre se le reprocha a Hegel. Andar sobre la cabeza. El mismo saber científico, el teórico en general, sólo resulta asumible, interesante, útil, para reflexionar cuando uno posee experiencia de capacidad de intervención y sabe que puede aspirar a coparticipar en la dirección de su mundo social, y cuando uno posee consciencia de problemas: los que le genera su actividad organizada. El saber asimilable, el que se convierte en objeto de interés, es el que se relaciona con la propia experiencia, aquel con el que es posible dialogar desde los interrogantes y problemas emergentes en la propia consciencia. Estamos ante el área de desarrollo próximo de Vygotsky, ante el aprendizaje activo, como consecuencia de interacción y práctica; la interacción y práctica fundamental y previa a la que genera la apropiación del saber, es la que nos constituye en sujeto social organizado, activo. Y el saber, entonces, se usa desde y para nuestros fines humanos, sociales, históricos, construidos, concretos, relacionados, no con la ciencia, sino con nuestra causa eficiente, nuestra capacidad creada de hacer. Cada proceso es singular, concreto, irrepetible, somos historicidad. Los fines se construyen, los objetivos se construyen, porque la capacidad de hacer, a priori, no existe; la capacidad de hacer, la «causa eficiente» se construye. La propia materia de acción, con sus propiedades, es «indefinida». puesto que es la capacidad de hacer la que constituye las posibilidades reales de acción, no las propiedades o características del objeto estudiado…que es el propio, activo, creador de sí mismo y su hacer, ser social humano. la posibilidad de hacer depende de las capacidades desarrolladas. Pero es que el sujeto, no solo su capacidad de acción sobre la realidad social humana, ese, también se construye, históricamente. Todo va surgiendo. Nada preexiste. Nada puede ser previsto.
Los políticos dan por de contado y natural las posibilidades de acción que les da el conjunto de instituciones gubernativas organizadas, el dinero recaudado, algo, por supuesto, histórico y compuesto por recursos sociales humanos, personas, dinero de impuestos sobre trabajo etc. ahora se debilitan, porque los que poseen el poder, los que están organizados, desean eliminar parte de las posibilidades de intervención logradas en otro periodo histórico, con otra relación de fuerzas… el cientifismo, el positivismo y neopositivismo, naturalizan las posibilidades de poder que surgen de concretas relaciones sociales, atribuyen el poder real a los políticos institucionales, atribuye la capacidad de intervención a su capacitación teorética, tecnológica, y atribuye la interpretación que ellos hacen de la posibilidad real, a la ciencia. No sé si este asunto puede ser de interés para el lector. No es importante para la praxeología, pues, para ella, resulta un debate sobre una no cuestión. La honus probandi, la carga de la prueba, no recae sobre ella, que es atea -y más que bimilenaria- en este asunto.
-Por lo demás, me voy del tema, ¿y las derechas? ¿Qué concepción de la política tienen las derechas, hablando, así, en general?
-La misma. Desde De Guindos, a Aznar, Artur Mas, -es suya la frase: «el govern dels millors»-, y Pujol, pasando por Solchaga, Arias Cañete, Solbes, Soria y Jordi Sevilla… esa es, al menos, la que proclaman, es la que invocan para reclamar nuestro voto
-Cuando describes esa concepción citas a Popper y a Kuhn y sorprende un poco. Ninguno de ellos fue un filósofo de la política y poco tuvieron que ver con la izquierda.
-Podría haber incorporado a Mario Bunge, que sí declara querer tener discurso directamente político e incluso había prometido explicarnos científicamente qué es el socialismo en unos cientos de cuartillas. Popper sí tiene discurso político: no inmediato, pero sí eminente: cuando dice que Marx es totalitarismo, o cuando dice que el marxismo no es ciencia, él, que es un cientifista radical, sí está trabajando políticamente: excomunión…que para ser compartida exige compartir el cientifismo, de los analíticos, o de los positivistas. Podemos ver ahí que su rasero de lo que es o debe ser la política es el cientifismo. Por qué es malo Marx: porque no es ciencia…como lo prueba el que su pensamiento no sea falsable, etc. Por lo demás, toda filosofía se fundamenta en una concepción antropológica de lo que es ser humano, y esto es directamente político, no política inmediata, pero sí el fundamento de toda opción política. Él considera que la sociedad es la denominación del conjunto de las individualidades previamente preconstituidas al margen de la misma. Esto es muy, muy político. Es importante recoger lo que tú señalas, que estos filósofos tuvieron poco que ver con la izquierda, para poder pasmarnos, porque son santones de la izquierda y la izquierda sí los considera «mainstream» -qué poema de palabra- y lo expresa en sus «paipers». Este hecho es también una «evidencia». Hay muy pocos economistas, políticos-politólogos, sociólogos políticos etc., esos que consideran dominar las ciencias sociales dignas de tal nombre, y que pretenden ser intelectualmente distinguidos, que en sus trabajos, a comenzar por la parte de «metodología», no les rindan homenaje. Luego se sigue asumiendo la propuesta onto antropológica, individualista, de estos filósofos y «así sucesivamente». Es parte del cientifismo ambiente.
-Te cito: «La actividad política es restringida al plano de la elaboración teorética». ¿Quién reduce la actividad política a ese plano? ¿Cómo es posible, incluso pensable, un reduccionismo así?
-Utilizo el término teoría o elaboración teorética, no ciencia, para dar cabida también a la «ciencia aplicada», a la concepción del hacer político como tecnología, como ingeniería social e institucional. Bueno, eso es lo que ellos dicen que hacen. Proclaman «Saber» por sus estudios, estudios científicos, universitarios, especializados, que encima se reducen a teorías generales, a la gestión institucional y a la sociología electoral, lo que los demás no sabemos, y eso les permite declarar que solo lo que ellos proponen es válido y posible. Quienes creemos, con Aristóteles, que jamás la política puede ser ciencia, pensamos que lo que se justifica tras esos rótulos son otra cosas.
-Te vuelvo a citar: «Es el innatismo lo que explica, para estas teorías, la capacidad humana de pensar, la existencia de universales innatos que lo dotan de lenguaje». ¿Tenemos que leer este paso como una crítica a las concepciones chosmkianas sobre el lenguaje?
-Sí. Las opciones explicativas del lenguaje y su génesis son múltiples. Por cierto que en el libro de Raymond Williams Marxismo y literatura, en su segundo capítulo, existe un buen resumen de otras que ofrecen mucho mayores rendimientos a la hora de explicar el lenguaje y sus relaciones con el resto de las praxis sociales humanas. El autor cita al final de su ensayo a Vygotsky, de forma elogiosa y considerándolo también un psicolingüista praxeólogo; pero lo conoce muy de pasada, por ello se puede considerar la conveniencia de leer algún breve texto complementario que presente este otro tronco de corrientes lingüístico praxeológicas. La hipótesis de Chomski, el cartesianismo, la existencia del sujeto lingüístico trascendental, los universales lingüísticos, sintácticos -lógicos- innatos, cuya primera obra se publica en 1957, lleva 60 años sin pasar de la conjetura. Cada vez son más pobres -y aburridos- los trabajos de los lingüistas que se inspiran en el modelo, y cada vez la deriva lleva más a sustituir la investigación del lenguaje como hecho social cultural por la neurociencia…es cierto que las universidades españolas están repletas de chomskianos. Pasó el estructuralismo lingüístico y ahora es la época del innatismo lingüístico universal de unas estructuras profundas. Hay con todo, bastante nicodemita que en la oscuridad de la noche se expresa de otra manera.
-¿Nicodemita? No me lo puedo creer…
-¿Por qué no? Desde un punto de vista intelectual, para explicar la interacción humana, la praxis, la actividad humana, la comunicación, o, como ejemplo concreto, la constitución de la subjetividad, y de la consciencia de subjetividad del niño, que va «de fuera adentro» y no «de dentro afuera», esta teoría científica ofrece pocos rendimientos. Recordemos -es el debate con Piaget de Vygostky, pero sirve para toda hipótesis de sujeto trascendental innato- que lo primero que un niño dice para denominarse a sí mismo, es «el nene», no «yo»: primero es el lenguaje descentrado, y, luego, el egocéntrico. Esto se explica bien desde la hipótesis de la construcción de la subjetividad, de la comunicación, y del leguaje, dentro de la misma, como resultado de la interacción comunicativa, y en consecuencia, del lenguaje como creación e interacción exterior social, que se va interiorizando. Con el tiempo «el nene» aprende a llamarse a sí mismo «yo». Pero un sujeto dotado de un «trascendental innato» debería tomar consciencia de sí antes de entablar relaciones. El «yo» -existo, por ejemplo- el lenguaje egocéntrico, debería preceder al lenguaje descentrado. Claro que desde la hipótesis-conjetura central del programa de investigación chomskiano, la de las estructuras profundas innatas, se puede también dar explicación a este ejemplo que he resumido, pero se necesita dotar al núcleo axiológico del programa de investigación de un cinturón de teorías secundarias defensivas, ingeniadas como conjeturas subsidiarias para preservar la conjetura matricial del programa, que expliquen o justifiquen las «anomalías» con las que se encuentra -las genera él mismo- el programa de investigación, como aquellas, tan divertidas, que Javier Muguerza imagina en el prólogo al libro de Imre Lakatos y Alan Musgrave La crítica y el desarrollo del conocimiento, en el que participaban los grandes filósofos de la ciencia, con ponencias, como recordamos… la interpretación de datos observados que impone el programa hace que el paradigma se sature de «evidencias empíricas» que resultan ser «anomalías», o contradecir la tesis fundamental; el programa se satura de «retrogradaciones ptolemaicas»… y se empobrece… Bueno. En fin, creo que esto que escribo puede ser entendido y juzgado por todo lector atento; pero no sé si resulta de interés, sin embargo.
-La política, afirmas, describiendo la posición que criticas, es en consecuencia una actividad de carácter científico, epistémico, dado que se fundamenta en el conocimiento científico de la realidad objetiva existente. Te pregunto ahora sobre esto.
-Cuando quieras.
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