Madrid, Libros de la Catarata, 2019 (prólogo de Oriol Junqueras y epílogo de Joan Tardà)
A mi compañera no le ha disgustado del todo la primera aproximación al libro del diputado Gabriel Rufián (*). Pero pide más. ¡A ver qué escribes, me ha soltado, de los textos de los «dirigentes-dirigentes» de ERC! ¿Te atreverás querida mía?, me ha dicho. Pues claro que me atrevo. ¡Cómo no voy a atreverme!
El prólogo de Oriol Junqueras, que firma como «Presidente de Esquerra Republicana de Catalunya», lleva por título: «Izquierda y republicana». Con lo de izquierda y republicana se está refiriendo (con alta probabilidad) a ERC, aunque a más de una (o uno) nos pueda sorprender. Y no poco. Por ejemplo y en cuanto a lo de izquierda, en la manifestación central de este 1º de Mayo, la de CCOO y UGT, el cortejo de ERC era apenas de unas 20 personas (incluido Joan Tardà). No más. ¡Serán de izquierdas… pero lo disimulan bastante! Por no hablar de su voto contrario (al lado de la derecha de toda la vida) a los conocidos como «presupuestos más sociales» de toda la etapa democrática.
Ocho apartados en total componen el escrito de Oriol Junqueras (quien, en mi opinión y como el resto de sus compañeros, no debería seguir en prisión preventiva,… incluso con riesgo de huida tipo Puigdemont et alii). Comentémoslo brevemente.
(Advertencia para las lectoras, también para los lectores: cuando Junqueras habla de España se está refiriendo estrictamente a España menos el territorio catalán (lo «Otro», digámoslo así, para ellos); cuando habla de Cataluña puede referirse a lo que ahora llamamos «comunidad autónoma catalana», vista, eso sí, como «nación milenaria», o a los territorios centrales de «habla catalana» -la única lengua propia de esos territorios desde su punto de vista- sin contornos territoriales del todo definidos).
El primero de los puntos del prólogo:
Vivimos una época acelerada de cambios. Las innovaciones tecnológicas han cambiado nuestra sociedad a una velocidad desconocida. Sólidos conceptos acuñados durante largo tiempo hoy generan dudas. Cuesta definir el proletariado en la lejana acepción marxista. Tal vez hoy sean los trabajadores en precario. O las gentes que viven en el umbral de la pobreza. E incluso el concepto clásico de izquierda o derecha genera duda. Algunas razonables. Si los dirigentes de la izquierda acaban enrolados en consejos de administración del IBEX 35 con sueldos millonarios, al igual que los dirigentes de derechas, es lógico que las fronteras sean difusas. O que la ciudadanía acabe haciendo suyo el tópico del «todos son iguales». Si para el 155 no dudan en juntarse, es que comparten tanto que asusta.
Casi todas las épocas recientes son, ciertamente, épocas de cambios acelerados. No solo son las innovaciones tecnológicas las que han cambiado nuestra sociedades velozmente. La contrarrevolución neoliberal ha tenido un papel decisivo. Es obvio que el proletariado, en la no tan lejana acepción marxista (¡más lejana es la definición de rectas paralelas por ejemplo y la seguimos usando en ocasiones!), no refiere solo a los trabajadores en precario o a personas que están bajo el umbral de pobreza. Una amiga mía, trabajadora de la NISSANen cadena, es obvio que forma parte del proletariado industrial y no es, afortunadamente, una trabajadora en condiciones precarias ni está (¡por ahora!) por debajo del umbral de pobreza (Para mayor información, entre mil referencias posibles: Domenico Losurdo, La lucha de clases. Una historia política y filosófica, Vilassar de Mar, El Viejo Topo, 2017. La introducción: ¿»Vuelve la lucha de clases»? https://www.elviejotopo.com/topoexpress/vuelve-la-lucha-de-clases/ ). Ciertamente, entre el proletariado de nuestras sociedades las mujeres trabajadoras somos el sector más castigado y explotado.
En todo caso, si los conceptos de derecha o izquierda generan dudas, no se entienden muy bien por qué Junqueras preside un partido que se llama «Esquerra» (izquierda) o por qué ha titulado su presentación en la forma en que lo ha hecho.
Si dirigentes de izquierda, señala también, acaban enrolados en consejos de administración del IBEX 35 con sueldos millonarios (lo mismo que los dirigentes de derechas), es lógico (sin ser lógico) que las fronteras sean difusas. De acuerdo… pero en parte.Lo mismo vale o debería valer para quienes cobran sueldos altísimos a costa de la Administración y se relacionan con la crème de la crème de la sociedad catalana y gobiernan desde hace años y años con el partido o los partidos más representativos de la burguesía catalana. Por lo demás, del carácter ideológico real de ERC, de su supuesto ideario de «izquierdas» dice mucho este vídeo con declaraciones del diputado Rubén Wagensberg sobre la necesidad de levantar un muro de cinco metros entre Cataluña y España (más o menos como Trump entre Estados Unidos y México): https://www.elcatalan.es/video-el-diputado-de-esquerra-wagensberg-propone-un-muro-de-cinco-metros-entre-espana-y-cataluna .
Que la ciudadanía acabe haciendo suyo el tópico del «todos son iguales» tiene el fundamento que Junqueras señala y también otros que le afectan directamente: la ambición desmesurada de poder, la manipulación permanente, la caricatura del adversario, el lío por el lío y por sacar tajada, las falsas historias, el prometer imposibles, las distopías que separan a gentes muy unidas, etc.
Si para el 155 no dudan en juntarse (aunque dudaron), señala finalmente sin tener en cuenta que Unidas Podemos no participó en el acuerdo, «es que comparten tanto que asusta». ¿Qué decir entonces de su propio partido que comparte gobierno, valores y finalidades, como he señalado, desde hace un porrón de años con el partido-organización del 3 o el 15%? ¿No forma parte ERC de un gobierno -no es un mero apoyo parlamentario- presidido por un político tan hispanofóbico y xenófobo como Joaquim Torra? ¿Aquí no se comparten cosas? ¿No deberíamos estar asustadas (ados también) en este caso?
El segundo párrafo del texto:
Hay una crisis de valores, evidente, a la que la izquierda tradicional tiene dificultades para dar respuesta. Y de eso se aprovecha la derecha, una derecha que en España ha mantenido una correa de transmisión con unas ideologías totalitarias que apoyaron incondicionalmente las dictaduras de Primo de Rivera y Francisco Franco -feroces dictadores nacionalistas-. Se ha visto en Andalucía, con la irrupción de VOX, una extrema derecha sin complejos que convive con una derecha extrema con tintes del siglo XX español, en el que la democracia llegó tarde y por la puerta de atrás. Si a eso le añadimos que amplios sectores del PSOE se asemejan como dos gotas de agua a lo que dicen y hacen esas derechas, poco debería extrañar el desasosiego y el desconcierto del electorado de izquierdas.
¿La izquierda tradicional tiene dificultades para dar respuesta? ¿ERC no es entonces izquierda tradicional? ¿Qué es entonces? ¿Izquierda posmoderna o muy moderna? ¿No apela en ocasiones a su antigüedad, a ser izquierda clásica?
La derecha se aprovecha de muchas cosas y, ciertamente, la derecha española, que debería incluir a la catalana (casi nunca en su pensamiento), ha mantenido correas de transmisión con ideologías totalitarias que apoyaron dictaduras y golpes de Estado. Es el caso de Francesc Cambó, líder indiscutido (estatua y avenida en Barcelona) por ejemplo. Con sorpresas por otra parte; ésta por ejemplo [1]:
El 24 de octubre de 1933 un grupo de escamots [pelotones armados] asaltaron a punta de pistola la imprenta donde se imprimía el semanario humorístico catalanista y liberal El Bé Negre, dirigido por Planes, provocando algunos desperfectos, al tiempo que destruían y secuestraban los cinco o seis mil ejemplares del número de esa publicación, en curso de impresión. No se detuvo a nadie. El redactor que había ofendido a algunos dirigentes de ERC y Estat Català huyó prudentemente a un lejano país y el propietario de la imprenta presentó cargos por destrucción de algunos enseres y deterioro de maquinaria contra el confeso participante en el asalto, el señorito Jaume Aiguader (hijo del alcalde de Barcelona y dirigente de ERC del mismo nombre), que estuvo al mando, con su tío Artemi, del escamot de los 15 asaltantes del semanario. La «Soli» advirtió que si los escamots les atacaban se defenderían adecuadamente, muy lejos de la pasividad mostrada por El Be Negre.
[Añado, debe añadirse, tomando pie en una observación del historiador José Luis Martín Ramos:»El Bé Negre» y Planes criticaban a todo el mundo y de manera muy particular a los anarquistas. Especialmente, sus comportamientos insurreccionales y los atracos para conseguir fondos. Por esas críticas, no conviene ni es justo olvidarlo, Planes fue asesinado en el verano de 1936 por patrulleros anarquistas].
Lo de feroces «dictadores nacionalistas» conviene recordarlo. Hay «dirigentes nacionalistas», que no han sido «feroces», que también han hecho lo suyo.
Se ha visto en Andalucía, con la irrupción de VOX, sostiene el presidente de ERC, «una extrema derecha sin complejos que convive con una derecha extrema con tintes del siglo XX español, en el que la democracia llegó tarde y por la puerta de atrás». Muchos sectores burgueses catalanes tampoco hicieron mucho para que la democracia se consolidase en nuestro país, más bien lo contrario: apoyaron dictaduras. Recordemos el franquismo y recordemos nombres conocidos; tres de ellos entre miles y miles posibles: Josep M. Porcioles, Laureano López Rodó y Joan A. Samaranch. Tots de casa nostra!
VOX, por otra parte, no es la única fuerza de extrema derecha que ha existido. Antes de ella, existió (¿sigue existiendo?) «Plataforma per Catalunya», con regidores en varias poblaciones catalanes y con notables apoyos ciudadanos que la situaron a la puerta del Parlament.
Si, como señala Junqueras, dado que «amplios sectores del PSOE se asemejan como dos gotas de agua a lo que dicen y hacen esas derechas, poco debería extrañar el desasosiego y el desconcierto del electorado de izquierdas», ¿qué decir entonces del desasosiego qué debería generar que un partido que se dice de izquierdas y republicano se asemeje y coincida tanto con la derecha .Cat de toda la vida y durante tanto tiempo? ¿No debería ser lo mismo? ¿O lo que se hace en Cataluña no cuenta y sí cuenta lo que se hace en España?
El tercero punto del prólogo:
La conciencia de clase de antaño hoy aparece más vaporosa. En este contexto, el republicanismo como concepto clásico emerge como un valor al alza en una escala de valores deteriorada. Hoy, el republicanismo cobra fuerza como sinónimo de un despertar de consciencias alertadas. Toda vez que vivimos en un reino, una forma de estado tan legítima como cualquier otra, pero que en España viene lastrada por un vicio de origen, perfectamente conocido por sus carencia democráticas gestadas en una transición que solo fue modélica para aquellos que deseaban legitimar la Ley de Sucesión Franquista, cuya autoría es notoria y cuya voluntad rotunda fue dar continuidad, en un contexto de modernización, a 40 años de franquismo. Y al olvido de todo aquello que reseña tan concienzudamente Paul Preston en El holocausto español.
Tiene razón Junqueras cuando afirma que la conciencia de clase de antaño aparece hoy más vaporosa, sobre todo, hay que añadir, por las confusiones identitarias que han introducido (y no cesa de abonar) los nacionalismos. El suyo en lugar destacado. Destacadamente entre la clase obrera catalana castellanoparlante. Les suelen contar la milonga que, con estado propio, ellos vivirían mejor y que sus tierras y comunidades de origen… están ya muy lejos en su vida y en la geografía.
El republicanismo bien entendido cobra fuerza (¿de hecho no ha retrocedido con la «aventura» republicana .Cat?) pero habría que indagar qué entiende nuestro autor por republicanismo porque no lo define ni lo singulariza. También aquí, como en el caso de la izquierda, el feminismo o el Ser aristotélico, el «Ser republicano» se conjuga con muchas variantes. La suya no es fraternal.
No se ve tampoco que la Monarquía sea una institución tan legítima como cualquier otra sobre todo si pensamos en su no elección y en su carácter hereditario. Sirve lo anterior, por supuesto, para la Monarquía borbónica española o para la danesa, holandesa o sueca.
Afirmar, sin cuidado y matices, que la transición solo fue modélica para aquellos que «deseaban legitimar la Ley de Sucesión Franquista», da pie a equivocaciones graves. Desde luego que nuestra transición no fue modélica pero de ahí no se infiere que lo que entonces estaba en juego era la legitimación de la Ley de sucesión franquista. Era otra cosa, una cosa muy distinta, para la mayoría de la ciudadanía de izquierdas española (incluida la catalana). Junqueras, que es historiador, debería saberlo.
Olvidos y tergiversaciones los ha habido en muchas partes. ¡Quien este libre de pecado que tire la primera piedra! Por ejemplo, el pasado 26 de abril, en una rueda de prensa, Junqueras afirmaba (la traducción es mía):
Nosotros somos los que nunca se cansan, somos los que siempre trabajan, hace más años que nadie que lo hacemos; tenemos 88 años de historia de la que nos sentimos profundamente orgullosos; hemos sido el partido más represaliado de la historia de este país, de largo; hemos sido el partido que ha tenido más encarcelados, más represaliados, más exiliados a lo largo de la historia, de calle; es incomparable el esfuerzo y el sacrificio que ha hecho ERC a lo largo de estos 88 años…
En todo parecido y con el mismo contenido se expresaba el propio Rufián (¡con Nuet a su lado!) el pasado 28 de abril, tras conocer los resultados de su formación.
Aparte del tono y de la inmodestia (que siempre son significativos), aparte de sentirse orgulloso-muy-orgulloso de sus 88 años de historia (¿también de los años de Heribert Barrera, por ejemplo?, ¿también de algunos extraños movimientos durante la guerra civil?), es falso que ERC sea la organización con más años. La CNT se formó antes (Aunque, en todo caso, ¿qué importa realmente la fecha de formación de una organización?). Pero, sobre todo todo, es falso y un intento inadmisible de revisión de la historia, afirmar que ERC fue el partido más represaliado, más perseguido, con más cárcel, «y de largo». ¿Se ha olvidado Junqueras del papel central del PSUC en la guerra civil y durante la larguísima lucha antifranquista? ¿Es consciente de las diversas afinidades políticas de los luchadores (¡y luchadoras!) que fueron asesinados en el Camp de la Bota desde 1939 hasta 1953? ¿Cómo se puede escribir sin que se le caiga a uno -a él en este caso- la cara de vergüenza que es incomparable -¡incomparable!- el esfuerzo y dedicación de su partido? ¿A qué viene, qué puede significar el no reconocimiento de otras fuerzas democráticas, antifascistas y de izquierda? ¿No es todo eso tergiversar la historia real de Cataluña para pensarla, una vez más, en clave nacionalista excluyente?
Una compañera trabajadorarecordaba hace unos días lo que conviene no olvidar para ser justas (y justos) y veraces (la traducción también es mía):
En las primeras Cortes elegidas tras la muerte de Franco, los 8 diputados comunistas sumaban cerca de 40 años de prisión. Miguel Núñez estuvo 17 años en las cárceles franquistas. Josep Solé Barberà 6 años y una condena a muerte. Cipriano García, 6 años. Antonio Gutiérrez, 3 años y medio. Gregorio López Raimundo, tres años. Jordi Solé Tura, seis meses. Juan Ramos, con múltiples detenciones y torturado de forma salvaje… Sería un ejercicio saludable que cada fuerza política con diputados en estas primeras Cortes averiguase la intensidad de la represión sufrida por sus representantes.
Puestos, yya que hablamos de represión y asesinatos, José María Ruiz Soroa («La represión en el País Vasco» https://elpais.com/elpais/2019/04/29/opinion/1556554357_181132.html ) señalaba el pasado 30 de abril (la cursiva es mía):
Es curioso, la historia documentada de la represión franquista en las tres provincias vascas nos dice todo lo contrario. Como ha resumido el historiador Erik Zubiaga, si nos atenemos a los listados de ejecutados que se aceptan hoy por la academia, el número porcentual de ejecutados/habitantes en el País Vasco fue del 0,16%, el más bajo de España salvo el de Cataluña del 0,12% (la media española fue casi el 0,50%). El mito de la feroz represión se convierte en un caso de suavidad excepcional, como ya señaló y estudió Francisco Espinosa hace pocos años, y lo que necesita de explicación es esa lenidad excepcional del franquismo en la guerra y posguerra en Euskadi, no lo contrario.
De hecho, el historiador de la UAB José Luis Martín Ramos ha señalado con razonable perspectiva en reiteradas ocasiones [2]:
El mito de la mayor ferocidad fue eso, un mito. Ya sabemos donde se dio la mayor ferocidad, allí donde la masa represaliable era en mayor proporción obrero/campesina y de izquierdas. La razón del menor índice en Cataluña es obvia, aunque pocas veces se recuerda: la retirada masiva y hasta cierto punto ordenada, por la frontera, le arrebató al fascismo la mayor parte de represaliables. En el Pais Vasco, a ese factor, que también se produce en Vizcaya, se añaden otros dos: que en Álava y Guipúzcoa -tras la caída de Irún- no hay resistencia porque quedan pronto -Álava desde el primer momento- en manos de los sublevados; y porque la caída final de Vizcaya es producto de la rendición vergonzosa de Santoña. Que Franco no respetara todas las cláusulas de la rendición y mandara ejecutar oficiales y curas no alcanzó a cambiar los efectos de la rendición en el sentido de una represión menor. Luego el nacionalismo vasco gozó de protección de una parte importante del mundo católico francés y del Vaticano y eso influyó en el trato diferente del franquismo a la población vasca. El PNV tenía además sus contactos peculiares con los alemanes; tan peculiares como que cuando los alemanes ocupan París, ERC le entrega al PNV el archivo que tenía para que se lo guarde el PNV, que fue completamente respetado por las autoridades alemanas de ocupación (por algo sería). El PNV se quedó con esa documentación, que nunca ha aceptado devolver y que mantiene en su archivo. Accedió solo a que en el Arxiu Nacional de Catalunya se pueda consultar copia en CD de esa documentación y que, supuestamente, es íntegra.
Por su parte, Gregorio Morán, en su último libro (Memoria personal de Cataluña, Madrid, Foca, 2019, p. 133), recordaba:
Volvía a repetirse [asunto de los papeles de Salamanca] lo que habían dejado escrito Manuel Azaña y Juan Negrín sobre la insolidaridad de unas instituciones, las de la Generalitat, que boicoteaban o se mostraban renuentes al esfuerzo bélico de quienes, además de defender el Gobierno legítimamente elegido, eran el único garante del Estatuto de 1932. No sólo se enfrentaban a un enemigo común que eliminaría las libertades en España y por ende en Cataluña, sino que su suerte estaba ligada indisolublemente a los avatares de la República, como habría de suceder y como era obvio que cabía prever.
Sin entrar ahora en preguntas como la siguiente (aunque cabría entrar porque Oriol Junqueras es muy católico y cuida mucho a las instituciones ibidem): ¿por qué la abadía de Montserrat presta un homenaje perpetuo al Tercio de Montserrat, dedicado el tal homenaje a los catalanes que lucharon en el bando franquista, los mismos que entraron como vencedores en una Cataluña que ellos habían ayudado a devastar?
El cuarto punto del prólogo:
Siempre he dicho que soy republicano. Para nadie puede ser una sorpresa. El partido que presido se llama ERC y nosotros si seguimos teniendo apego, tal vez ahora más que nunca, a los que significa y a la tradición histórica que representamos. Digo que nosotros sí porque resulta muy evidente que el grueso de la izquierda española es monárquica hasta la médula. Eso es respetable, por supuesto. Aunque no por eso nos vamos a resignar, para nada. La república es nuestra meta. Y no lo digo como expresión romántica. Lo escribo con convicción, con voluntad de hacer todo lo democráticamente posible para lograr recuperar una forma de estado que a mi parecer se ajusta muchísimo mejor a lo que demanda y necesita Catalunya y, si esa fuera la voluntad de sus gentes, España.
No sé si Junqueras ha dicho siempre que era republicano. ¿Seguro?
Tal vez sí. En todo caso conviene explicar qué se entiende por tal. ¿Qué significa para él esa tradición histórica que dice representar? Por de pronto, ERC ha estado ausente en todas las organizaciones que durante años han luchado en Cataluña y en el conjunto de España por el advenimiento de la III República (Mi compañera y yo hemos sido activistas de una de ellas, UCR, y nunca les vimos). TampocoERC ha participado en las jornadas de recuerdo de la II República; no parece el 14 de abril día de su tradición. De hecho, en los encuentros que organizaban para visitar el Memorial dels Immolats (un abuelo de mi compañera es recordado allí) sólo permitían que se cantara «Els Segadors». Ni «A las barricadas» ni el himno republicano era bien recibidos. Total silencio por su parte, como si estuviéramos en Marte las que intentábamos cantarlos.
Afirmar que el grueso de la izquierda española es monárquica «hasta la médula» (cosa nada respetable por cierto) cuando menos es injusto y muy discutible. No es solo es que Izquierda Unida, el PCE, Podemos o incluso el PSOE (en teoría, aunque en la práctica la crítica puede ser justa) no lo son, sino que las primeras fuerzas que he citado han sido vanguardia en la lucha republicana española desde hace mucho años. No en solitario, por supuesto que no.
Que ERC no se resigne le parece a una muy bien pero exige matiz eso de que «la república es nuestra meta». Su meta es la República catalana y, si se me permite, una vez levantado el muro-estado al que aspiran y que las y los demás se apañen como puedan.
Más incluso: ¿esta forma de decir-escribir -«Lo escribo con convicción, con voluntad de hacer todo lo democráticamente posible para lograr recuperar una forma de estado que a mi parecer se ajusta muchísimo mejor a lo que demanda y necesita Catalunya y, si esa fuera la voluntad de sus gentes, España»- no es un pelín supremacista y no es, además, una forma de mirar la historia de Cataluña y del conjunto de España de una manera muy excluyente, muy de alejamiento, muy de «nosaltres som molt diferents», nosotros y «ellos» tenemos memes y finalidades muy distintos? ¿Junqueras es consciente de lo que significó para millones y millones de ciudadanos españoles, sobre todo los más desfavorecidos, el triunfo de la II República? ¿No recuerda la heroica defensa republicana de Madrid, la ciudad mártir?
Por lo demás, la constitución republicana catalana que conocimos en su día, tras las muy nacionalistas y excluyentes jornadas de septiembre y octubre de 2017 (con presencia estelar de su partido en todo aquello) puede ser adjetivada como se quisiera pero el término «democrática» no cuadraba bien con ella.
Tomemos un respiro. El resto de puntos en la próxima entrega.
Perdón, me olvidaba… Esta foto es del pasado domingo 28 de abril. ¡No parece que lo del militarismo-totalitarismo sea cosa exclusivamente española y olé y olé!
Notas:
(1) Antonio Gascón y Agustín Guillamón. » De la infamia a la ignorancia y de la desmemoria al fraude. 27 de abril: 82 aniversario del asesinato de Antonio Martín» Puigcerdá, 27 de abril de 2018.
(2) Un balance -con cifras- de asesinatos en ambas retaguardias: Francisco Espinosa Maestre (coord), Violencia roja y azul. España, 1936-1950, Barcelona, Crítica, 2010.
(*) Primera parte: Reseña de Ser de izquierdas es ser el último de la fila (y saberlo), de Gabriel Rufián.»Portada, solapa interior, contraportada y dedicatoria.» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=255444
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