Al igual que otros pueblos árabes oprimidos, los iraquíes llevan saliendo a la calle en manifestaciones pacíficas pidiendo libertad y dignidad no solo desde el 25 de febrero de 2011, cuando por primera vez son recogidas por parte de la prensa extranjera, sino desde la fundación del movimiento de revuelta de los jóvenes, tres años […]
Al igual que otros pueblos árabes oprimidos, los iraquíes llevan saliendo a la calle en manifestaciones pacíficas pidiendo libertad y dignidad no solo desde el 25 de febrero de 2011, cuando por primera vez son recogidas por parte de la prensa extranjera, sino desde la fundación del movimiento de revuelta de los jóvenes, tres años antes, con manifestaciones desde el extremo norte de Iraq, en Erbil, hasta el sur más profundo, en Fao pasando por las manifestaciones y revueltas de Nayaf, Kut, Basora y Naseriya con un carácter especialmente reivindicativo de los servicios esenciales (agua, luz) y las protestas contra los vertidos tóxicos iraníes en el sur de Iraq.
Las primeras manifestaciones fueron reprimidas sin contemplaciones por las fuerzas de seguridad iraquíes, causando varios muertos y numerosos heridos, ante la indiferencia internacional. La falta de apoyo mediático y diplomático que frenase la brutal forma de actuar del gobierno de Nuri al Maliki, hizo que las manifestaciones se fuesen diluyendo paulatinamente. Los grupos de jóvenes y otros sectores de la sociedad iraquí involucrados en estas protestas han seguido trabajando para mejorar su estructura, coordinación, métodos de protesta y ampliar su base social.
Esta labor de coordinación ha tenido su fruto con las manifestaciones multitudinarias que, desde el día 25 de diciembre de 2012, se están produciendo a diario en Ramadi (Al Anbar), donde más de 200.000 personas, según Al Yazira, cortaron la autopista que conecta Bagdad con Siria y Jordania.
Las manifestaciones se han extendido a otras ciudades como Samarra, Mósul, Faluya, Tikrit o Bacuba, entre otras. Las protestas son una continuación de las que tomaron la plaza Tahrir de Bagdad en 2011 y como tal han heredado sus exigencias: fin del sectarismo, de las torturas y violaciones a los y las detenidas, la liberación de los presos inocentes, el final de la corrupción, y también que los responsables de todos estos actos sean llevados ante la justicia. En definitiva, las mismas reivindicaciones que se escuchaban en Egipto o Túnez: Justicia y Dignidad.
Del mismo modo que en Túnez y Egipto, los iraquíes también entonan el ya famoso: «Al shaab yurid isqat al nidam!!!» (El pueblo quiere la caída del régimen). Y es que, el sistema político iraquí impuesto por la ocupación de 2003 no solo no tiene nada que envidiar -en cuanto a violaciones de los derechos humanos, despotismo, corrupción y desatención de su pueblo- a las dictaduras vecinas, sino que las supera
A pesar de la tremenda represión que ejercen las fuerzas de seguridad y las milicias afines a los partidos políticos sectarios del gobierno, el pueblo iraquí ha cruzado ya la línea que deja el miedo atrás. El camino puede ser largo pero parece ya una vía sin retorno. La reacción Nuri al Maliki ante las últimas manifestaciones ha sido acusar a agentes extranjeros de promoverlas, menospreciar e insultar a los manifestantes y, sobre todo, intentar darle un tinte sectario a la revolución.
No al sectarismo
Aunque las manifestaciones se están produciendo en las llamadas «provincias sunníes» las exigencias, comunicados y discursos son aglutinantes, anti sectarios, defienden la unidad nacional y animan a que las protestas se expandan al resto de Iraq, como se puede leer en el comunicado del 1 de enero de 2013, firmado por los principales grupos que lideran las protestas: «[…] Invitamos al resto de las provincias a que exijamos unidos, sin divisiones, todos nuestros derechos, pues esta revolución ha sido, y sigue siendo, para todos y se hace en nombre de todos los iraquíes». De hecho, el centro de las manifestaciones, la ciudad de Ramadi, ha recibido delegaciones de apoyo de otras regiones de Iraq de mayoría chií como Basora o Nasiriya, a pesar de las amenazas y detenciones perpetradas por las fuerzas de seguridad contra todo aquel que muestra su apoyo a las reivindicaciones de los manifestantes. Además de las delegaciones de apoyo, importantes dirigentes chiíes han hecho declaraciones o emitido comunicados en los que respaldan las manifestaciones e invitan al resto de Iraq a sumarse a las mismas. Los más destacados son los del gran ayatolá Ahmed el Bagdadi, el imán Yawad al Jalesi o el referente chií Qasem al Tai. En una muestra más de unidad y respeto a las otras confesiones los manifestantes de Ramadi decidieron nombrar al viernes 5 de enero «Viernes del ejemplo de Huseín», pues el jueves anterior fue la fiesta chií del Arbaín.
Los jóvenes, hombres de religión, y representantes de la sociedad civil que lideran las manifestaciones no solo han conseguido mantener alejado el sectarismo, sino también cualquier imagen o símbolo de partidos políticos sectarios, lo que refuerza el espíritu popular unitario de la revolución. A pesar de los intentos de algunos políticos sectarios de arrimarse a la revolución, la respuesta ha sido contundente como pudo comprobar el viceprimer ministro Sáleh al Mutlak el 30 de diciembre 2012 cuando tuvo que salir corriendo de la manifestación de Ramadi ante el peligro de ser linchado por la multitud.
Apoyo de la resistencia
La revolución iraquí ha conseguido el apoyo unánime de todas las fuerzas políticas y armadas de la resistencia iraquí. A los referentes chiíes ya mencionados hay que sumar, entre otros muchos, los comunicados de apoyo del Partido Baaz, de la Asociación de Ulemas Musulmanes de Iraq, de la Alianza Patriótica Iraquí, del Frente Nacionalista, Patriótico e Islámico, del Movimiento de Nacionalistas Árabes de Iraq. Todos los comunicados coinciden en la legitimidad de las exigencias, que las definen como un paso más en la lucha contra la ocupación estadounidense y la dominación iraní.
Los grupos de la resistencia armada también han emitido comunicados expresando su apoyo y respaldo a los manifestantes, pero lo que es más importante es que se han mostrado dispuestos a luchar contra las fuerzas de seguridad iraquíes si estas atacan a los manifestantes: «[…] Nunca hemos atacado a un solo iraquí en estos años de lucha, pero si Nuri al Maliki usa la violencia para disolver estas manifestaciones, nosotros, los hombres del Ejército de la Tariqa al Naqshabandiya, asumimos la obligación moral de defenderos, hermanos manifestantes (…) usaremos a los miles de combatientes que lucharon contra la ocupación estadounidense y todo nuestro arsenal bélico para defender a los manifestantes, pues esa es nuestra responsabilidad ahora». Del mismo modo, otros grupos como el Frente Yihad y Cambio y las Brigadas Yihad al Murrabitín han emitido comunicados similares.
Con este comunicado la CEOSI quiere mostrar públicamente su apoyo a las legítimas reivindicaciones de la Revolución Iraquí, que no son sino la continuidad de la lucha del pueblo iraquí por su independencia y soberanía, usurpadas tras la invasión y ocupación anglo-estadounidense de 2003, y ahora prácticamente en manos iraníes tras la retirada de la mayoría de las tropas estadounidenses en diciembre de 2011.
Esperamos que la revolución se extienda por todo Iraq, manteniendo así su carácter unitario y anti sectario, para acabar con el actual régimen títere y lograr así la soberanía total de Iraq.
Instamos a la comunidad internacional a reconocer las justas demandas del pueblo iraquí en aras de la libertad y la dignidad como han hecho en las anteriores revoluciones de la Primavera Árabe. Los gobiernos y los pueblos del mundo deben posicionarse del lado de la dignidad y no de la represión y la violación de los derechos humanos que representa el actual sistema político iraquí.