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El régimen iraquí reclama ayuda a la Administración estadounidense

Fuentes: Middle East Monitor

Traducción para Rebelión de Loles Oliván.

En un artículo atribuido al primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, y publicado en The New York Times el 30 de octubre, el susodicho rogaba al gobierno estadounidense que fuese «paciente» con él y con su régimen. El artículo se publicó poco antes de que el presidente estadounidense, Barack Obama, se reuniera con al-Maliki, quien, según fuentes oficiales iraquíes, tenía previsto abordar una solicitud para que las fuerzas iraquíes sean equipadas con armamento [estadounidense] y las fuerzas de seguridad y del ejército reciban formación para combatir el terrorismo. Fuentes bien informadas han señalado que la visita tenía como fundamento la apelación del gobierno estadounidense a al-Maliki para determinar el futuro papel a largo plazo de Iraq a la luz de la evolución de los debates entre Estados Unidos e Irán y del Acuerdo Marco Estratégico, que permite a Estados Unidos interferir en los asuntos iraquíes (de seguridad, economía, cultura y educación). 

Es bien sabido que el régimen de al-Maliki responsabiliza de todos los actos de terrorismo (incluidas las continuas explosiones de coches que normalmente tienen lugar en los mercados, cafeterías y mezquitas) únicamente a al-Qaida, mientras hace la vista gorda ante el papel de las milicias del régimen. En su mayor parte se trata de miembros de partidos que participan en el proceso político, como Yaish al-Mahdi (YAM), la Organización Badr, Asa’ib Ahl al-Haq, Hizbolá en Iraq, y el Ejército Mujtar, cuyo dirigente, Waziq al-Battat, se jactaba en una entrevista con Al-Bagdadiya TV de ser el responsable de una serie de ataques recientes.

Al-Maliki y los funcionarios del régimen vienen haciendo caso omiso de los problemas que afrontan las fuerzas especiales iraquíes heredadas de la ocupación que fueron formadas por el coronel James Steele bajo la supervisión de John Negroponte. Negroponte, ex embajador estadounidense en Iraq, fue responsable de la campaña más feroz de asesinatos contra los rebeldes latinoamericanos durante la década de 1980. James Steele ahogó a Iraq en un mar de sangre durante la ocupación. Esas fuerzas a las que nos referimos están en la actualidad vinculadas directamente a la oficina de al-Maliki.

Quizá lo que resulta más relevante aún es la vista gorda que se hace ante el número de agentes de la CIA, de empresas de seguridad privada y de redes organizadas de asesinos -que muchos creen están protegidos por el régimen- bajo el paraguas protector de la mayor embajada estadounidense del mundo en el área al-Jadra, en Bagdad. Existe la creencia de que los grupos capaces de ejecutar importantes y continuos actos terroristas son los mismos que controlan al millón aproximado de miembros del ejército y de las fuerzas de seguridad, incluidos los miembros de las Fuerzas Especiales. Vale la pena recordar a todo el mundo la intervención de la Fuerza al-Quds iraní siguiendo órdenes del general Qasim Soleimani, que ha utilizado Iraq como campo de batalla para sus acciones contra Estados Unidos a fin de imponer una significativa presencia iraní en las actuales negociaciones sobre el papel regional de Irán.

¿Por qué tantos iraquíes creen que la mayoría de las atrocidades atribuidas a al-Qaida -aunque esta no sea en absoluto inocente- son ejecutadas en realidad por diversos aparatos del régimen? La razón más evidente es que en los últimos años, el régimen, su constitución y su proceso político no han sido sino una manifestación de la terrible división sectaria causada por la ocupación y que, por tanto, ha degenerado en un gobierno de criminales, de señores de la guerra, de ladrones y de predicadores religiosos. Esta clase dirigente corrupta se está consumiendo anualmente 100 mil millones de dólares de la fortuna petrolera del país, dejando que el resto de los iraquíes afronten sus problemas por sí mismos. El arma de esta clase dirigente es el sectarismo; el monstruo creado por el divide y vencerás de la ocupación anglo-estadounidense. Sin embargo, este monstruo, como todos los monstruos y todos los gobernantes represores, está fuera de control y ha causado la muerte de miles de víctimas inocentes como resultado de la lucha sectaria de los partidos políticos. Durante julio y septiembre de este año, 3.000 personas fueron asesinadas y el triple resultaron heridas; varias de las víctimas heridas murieron debido a la falta de servicios médicos. Los actos de violencia se emiten a diario en la televisión iraquí al igual que la previsión meteorológica y están destruyendo la comunidad mediante la incitación y la venganza. Ello ha supuesto que personas que han coexistido durante miles de años se dividan y que se haya establecido la mentalidad del «nosotros» y «ellos».

En el Informe de Transparencia Internacional sobre Iraq de 2012, la organización describe la conexión entre la corrupción gubernamental y la violencia como combinación de «severa malversación, contratos y compras fraudulentas, lavado de dinero, contrabando de petróleo y sobornos burocráticos generalizados, todo lo cual alimenta la violencia política y obstaculiza la creación de un Estado eficaz que proporcione servicios a su pueblo».

Cada semana se transfieren ilegalmente desde Iraq al exterior unos 80 millones de dólares mientras la población padece pobreza, desempleo y falta de servicios básicos.

El régimen ha creado un estado de miedo al permitir que las milicias y las bandas controlen la vida cotidiana y lleven a cabo campañas de detenciones, torturas y ejecuciones que no tienen precedentes. Ello mueve a todo el mundo a pensar en oponerse al régimen o en salir del país por su propia seguridad y por la de sus familias. Los manifestantes de Bagdad, Faluya, al-Nasiriya y otras ciudades se han enfrentado asimismo a amenazas y encarcelamiento. Mientras tanto, 51 manifestantes fueron asesinados y varias personas resultaron heridas en al-Huwaiya, al norte de Bagdad, cuando las fuerzas de seguridad y el ejército atacaron un campamento de protesta el 23 de abril. 3 periodistas fueron asesinados sólo en octubre, causando que el Comité de Protección de Periodistas describa a Iraq como «el país donde asesinar periodistas queda impune».

Los informes de Human Rights Watch proporcionan una imagen de miedo y terror institucional; su informe internacional emitido este año, establece que «las fuerzas asociadas con los Ministerios de Defensa, Interior y Justicia, así como las fuerzas de élite, dependen directamente del primer Ministro. Se han seguido produciendo apresamientos arbitrarios que afectan a un extenso grupo de detenidos, incluido el encarcelamiento de algunos en prisiones secretas fuera del alcance de los ministerios de Interior y Justicia. El Ministerio de Justicia también ha anunciado que a partir de principios de noviembre, 42 prisioneros han sido ejecutados, entre ellos una mujer, un acto condenado por el presidente del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas que lo describió como «abusivo e inhumano». Hoy en día, bajo la actual legislación iraquí, hasta 48 delitos se castigan con la pena de muerte.

No es de extrañar que los iraquíes no vean el modo de escapar de las garras del actual régimen. Se ha producido asimismo la proliferación de organizaciones nacionales que, como la Asociación de Eruditos Musulmanes, reclaman que se adopten medidas internacionales que contribuyan al mantenimiento de la paz y la seguridad en Iraq y a evitar más derramamiento de sangre. Sin embargo, creo que los y las iraquíes no han dejado de intentar eso mismo ni de luchar para combatir el terrorismo en todas sus formas, lo cual nos lleva a pedir al pueblo estadounidense y británico que adopten las medidas necesarias para forzar a sus gobiernos electos a que prohiban suministrar a regímenes represivos, incluyendo al régimen de al-Maliki, asistencia en materia de seguridad, especialmente armas. Proporcionar al régimen de al-Maliki armas y tecnología avanzada supondría añadir un nuevo delito a la lista de delitos cometidos por Estados Unidos contra Iraq desde la invasión en 2003, sobre todo porque el régimen ha utilizado las armas contra el pueblo iraquí.

 


La autora, iraquí, es escritora. Este texto ha sido publicado originalmente en el periódico Al-Quds Al-‘Arabi el 4 de noviembre de 2013.

Fuente original: http://www.middleeastmonitor.com/articles/middle-east/8164-the-iraqi-regime-calls-for-help-from-the-american-administration