No sé si a estas alturas del concierto (y desbarajuste) Real hay que felicitar… o más bien hay que acompañar el sentimiento y la pesadumbre del premiado. Sea como fuere, don Antonio Muñoz Molina [DAMM] acaba de obtener el premio Príncipe de Asturias de las Letras. No sé quienes son miembros del Jurado -no quito […]
No sé si a estas alturas del concierto (y desbarajuste) Real hay que felicitar… o más bien hay que acompañar el sentimiento y la pesadumbre del premiado. Sea como fuere, don Antonio Muñoz Molina [DAMM] acaba de obtener el premio Príncipe de Asturias de las Letras. No sé quienes son miembros del Jurado -no quito ni pongo ningún mérito- pero no es imposible que don Mario Vargas Llosa haya movido algunos de sus poderosos hilos para convencerles de la bondad de una decisión de estas características.
No puedo decir apenas nada sobre el valor literario y artístico de la obra de DAMM. Leí hace bastante años tres libros suyos, muchos de sus artículos y algunos de sus cuentos. Se notaba ya entonces la notable y velocísima evolución hacia la derecha cultural de alguien que coquetéo con Izquierda Unida. Si me memoria no me falla, El jinete polaco, tal vez con algunas páginas de más, fue para mí una novela de impacto.
No digo, pues, nada sobre la importancia de su obra. Nada. Me ubico en otras coordenadas y me centro en un nudo de sus declaraciones del pasado miércoles 5 de junio.
Con prudencia en ocasiones, con admirable modestia en otras al hablar de la importancia de los premios literarios, DAMM declaró ser republicano, se situó en la tradición del republicanismo español y añadió inmediatamente un argumento que suena a viejo-muy-viejo y a poco original (en su caso y en el de muchos otros): soy republicano pero si tengo que elegir entre la Monarquía juancarlista y la República chavista o bolivariana (no puedo precisar el término que usó en la conferencia de prensa) no tengo ninguna duda: escojo la primera. ¡Ole las narices (mi suegra que es sevillana hubiera usado otra expresión más castiza) de don Antonio!
Sea pues así. Por supuesto.
Y por supuesto también cabe añadir: si eso es republicanismo, si eso es cultivar la tradición de los republicanismos hispánicos, que vengan Antonio Machado, Manuel Azaña, Federico García Lorca, Largo Caballero y Juan Negrín y nos lo cuenten. No sé si el ataque, permanente en su caso, a la revolución bolivariana está incluido entre las obligaciones exigidas por la nómina del grupo PRISA o si el elogio del juancarlismo está implícito en la obtención del Premio, pero que un intelectual que se supone sólido y consistente hable en estos términos de la Monarquía borbónica y de la República bolivariana dice tan poco de él y de su cosmovisión ultraconservadora y servil, que dan muy pocas pero que muy pocas ganas de ahondar en su obra literaria, que acaso -insisto en no comentar nada sobre ello- esté llena, pletórica incluso, de grandes «virtudes artísticas».
Por si fuera necesario sin serlo, la catadura poliética de la opción defendida y publicitada por DAMM puede valorarse bastante bien tomando pie en esta información reciente [1]:
El Juzgado de lo Contencioso-Administrativo nº 22 de Madrid ha dado un plazo de diez días a la Complutense de para retirar el monumento dedicado a los brigadistas internacionales erigido en una explanada del Campus. Así consta en un auto fechado el pasado 21 de mayo. El TSJM desestimó en una sentencia un recurso presentado por la Universidad madrileña contra la decisión de este Juzgado de declarar ilegal la instalación del monumento. Al juicio del tribunal, el Rectorado debería haber pedido su correspondiente licencia urbanística para instalarlo en suelo de dominio público.
Este es el juancarlismo realmente existente que tanto parece entusiasmar al nuevo Príncipe de Asturias (de las Letras), al nuevo premiado quiero decir.
Por su parte, la Asociación Foro por la Memoria que sí parece practicar un republicanismo consecuente y cultivar verdaderamente una tradición, considera «inaceptable el constante despropósito que supone, no sólo el mantenimiento de un callejero y la simbología de exaltación fascista en Madrid, sino por la renovación permanente de la misma, que es lo que supone la colocación de un cañón antiaéreo perteneciente a la Legión Cóndor, de las fuerzas nazis, en el distrito de Fuencarral». La Ciudad Universitaria de Madrid fue escenario de la lucha contra la sublevación ilegal apoyada por el fascismo internacional. La Asociación recordó que «en este lugar se luchaba por la libertad y la legalidad democrática; en este lugar, lucharon también los brigadistas internacionales». Al mismo tiempo exigió a las administraciones públicas la aplicación y desarrollo de la ley de memoria con la consiguiente señalización, conservación y desarrollo de la labor pedagógica que incluye el mantenimiento de ese monumento.
Nota:
[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=169294
Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia).
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