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Recordando episodios de la invasión de Iraq

El rescate del nuevo soldado Ryan

Fuentes: Rebelión

La invasión anglo-estadounidense había comenzado desde Kuwait; un convoy de apoyo del ejército norteamericano equivocó su ruta hacia Bagdad y cayó en una emboscada cerca de la población de Nasiriya. Tras un breve combate, varios vehículos del convoy norteamericano fueron destruidos, cinco soldados cayeron muertos y unos siete fueron heridos o cayeron presos de los […]

La invasión anglo-estadounidense había comenzado desde Kuwait; un convoy de apoyo del ejército norteamericano equivocó su ruta hacia Bagdad y cayó en una emboscada cerca de la población de Nasiriya. Tras un breve combate, varios vehículos del convoy norteamericano fueron destruidos, cinco soldados cayeron muertos y unos siete fueron heridos o cayeron presos de los iraquíes, incluyendo a dos mujeres soldados. Una de ellas (se dijo en una primera versión) estuvo luchando, siempre haciendo uso de su rifle M-16, hasta que fue capturada y llevada a un hospital de Nasiriya.

La soldado, de nombre Jessica Lynch, fue rescatada por una unidad de comandos de las fuerzas especiales en un aparatoso operativo nocturno, que implicó patear puertas, mantener armas largas en ristre y gritar «go, go, go!» ante los atónitos médicos y enfermeras que ya habían franqueado el paso y acomodado todo para la entrega de la soldado herida. Un informe de la BBC de Londres revela que todo esto fue filmado con cámaras especiales para captar imágenes nocturnas.

Según informó el Pentágono, la soldado Jessica Lynch, de 19 años, asignada a labores de suministro, fue capturada el 23 de marzo de 2003 durante una emboscada en el pueblo de Nasiriya, en el sur de Irak. El general Vincent Brooks, del Mando Central de Estados Unidos en Qatar, dio la información en una esperada, pero breve, rueda de prensa. «Las fuerzas de la coalición llevaron a cabo una exitosa misión de rescate de un prisionero de guerra estadounidense cautivo en Irak. El soldado volvió a una zona controlada por la coalición», dijo.

Fuentes oficiales informaron que Lynch fue rescatada por un comando de fuerzas especiales de la infantería de marina estadounidense, en una operación que comenzó un martes al anochecer. Las tropas atacaron la sede del partido de gobierno y un puente de la localidad, creando un elemento de distracción mientras las fuerzas especiales irrumpieron en el hospital donde la soldado se hallaba convalesciente. Lynch estaba en el centro médico de Nasiriya recibiendo tratamiento por heridas hechas durante la emboscada, en la cual varios de sus compañeros de unidad perdieron la vida, fueron hechos prisioneros o desaparecieron. Tras el rescate, la soldado fue hospitalizada de nuevo; el Pentágono aseguró que su condición era estable.

Después de la emboscada del 23 de marzo, las autoridades militares habían calificado la situación de Lynch como «perdida en combate»; sin embargo, el martes del operativo fue reclasificada como «prisionera de guerra». El diario The Washington Post publicó que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) había establecido su paradero a través de su red de espías. La CIA, aseguró el diario citando a fuentes del Pentágono, comunicó las coordenadas del lugar donde se encontraba Lynch y coordinó la operación de rescate con el ejército y la infantería de marina.

Jessica Lynch se convirtió en una foto, una suerte de souvenir político de múltiples presencias: un imán en la nevera, una camiseta, un bolígrafo, una película a punto de filmarse. Llegó a ser uno de los símbolos más celebrados de la guerra en Irak. No obstante, la incipiente leyenda heroica llegó a su fin.

John Kampfner, un viejo periodista de la BBC, puso en duda la versión oficial y partió a Nasiriya a buscar la verdad, esa verdad a punto de ser sepultada por las estrategias del mercado publicitario en los huecos de la Historia. Sin rodeos, en un posterior documental transmitido por la BBC de Londres, Kampfner aseguró que el episodio es «una de las más llamativas obras de manipulación de la noticia jamás concebida».

En el hospital donde estuvo internada la soldado Lynch, los médicos dijeron que recibió el mejor tratamiento que pudieron brindarle y que la chica había llegado con heridas de accidente de tránsito, por el vuelco que dio el camión en el que se desplazaba cuando cayó en la emboscada. Según el doctor Harith Al-Houssona, «le trasfundimos tres botellas de sangre, dos de ellas donadas por los propios médicos». El médico asegura que no vio heridas como las que describieron las fuerzas estadounidenses, que ahora dicen que Jessica se está recuperando. «Yo mismo la revisé. Vi que tenía un brazo roto, un muslo roto y un tobillo dislocado. No había signos de disparos ni balas en su interior, tampoco heridas de arma blanca», dijo.

Cuando los estadounidenses llegaron no había ni un fedayín a la vista. La misión fue concebida como un «reality show» en la que habría mucho de «show» y poco de «reality». «Escuchamos el ruido de helicópteros», dijo el doctor Anmar Uday. «Estábamos sorprendidos. ‘¿Por qué hacen esto?’, nos preguntamos, ‘si no hay militares ni soldados aquí’. Fue como en un filme de Hollywood. Gritaban ‘vamos, vamos, vamos’, y disparaban sus armas, que no tenían balas. Hicieron una película de acción, como las de Stallone o Jackie Chan, con saltos y gritos, mientras pateaban las puertas. Todo el tiempo con la cámara rodando».

El periodista de la BBC le pidió al vocero del Pentágono, Bryan Whitman, la cinta original del rescate para aclarar las discrepancias, pero se la negó. «Entiendo que hay información conflictiva, y a su debido tiempo se contará toda la historia, estoy seguro», quiso tranquilizar Whitman.

Poco tiempo después, los medios estadounidenses comenzaron tímidamente a mostrar señales de reconocimiento de lo que a esta altura se presenta como un gran bochorno militar y mediático. Un editorial de The Washington Post (uno de los diarios que más espacio le brindó al episodio) hizo su «mea culpa» y reconoció que posiblemente toda la información fue falsa.