La tecnología es un campo que afecta a la sociedad en forma directa. El acceso a la información, los trámites electrónicos, la comunicación, etc. Un número cuantioso de elementos que comienzan a intervenir en la calidad de vida de las personas dispara una pregunta ¿Quien determina el rol de la tecnología?. A saber, hace […]
La tecnología es un campo que afecta a la sociedad en forma directa. El acceso a la información, los trámites electrónicos, la comunicación, etc. Un número cuantioso de elementos que comienzan a intervenir en la calidad de vida de las personas dispara una pregunta ¿Quien determina el rol de la tecnología?.
A saber, hace mucho tiempo dejamos en mano del capitalismo el desarrollo arquitectónico de la ciudad. Este, a través de sus instrumentos jurídicos dictó las reglas para el desarrollo urbano en las ciudades. Los objetivos se trazaron en función de la renta, la distribución y el aprovechamiento de los espacios, en vez de responder a las necesidades de calidad humana, obedecieron a las configuraciones que generaban más capital. Así, los espacios públicos, las aceras, los patios internos y otra gran cantidad elementos se comenzaron a perder. La facilidad que el espacio público ofrece para relacionarse naturalmente con la gente sufrió una herida mortal, y esto generó la atomización de sociedad pronunciando el aislamiento y la inseguridad.
Que me disculpen los arquitectos por meterme en sus asuntos, pero el párrafo anterior me sirve como un antecedente histórico para introducirlo como jurisprudencia en mi juicio por determinar el rol de la tecnología en la sociedad.
La tecnología podría traer daños irreversibles en la sociedad, tal como lo hizo la arquitectura. Sus políticas en materia de entretenimiento, comunicación y otras áreas, producen un daño que difícilmente se pueda revertir con el tiempo.
Son las directrices globales del capitalismo mundial las que establecen, en la innovación tecnológica, la conducta de lo que ellos llaman «la sociedad de consumo». La feroz maquinaria productiva nos provee permanentemente de recursos que propician el distanciamiento natural de la sociedad. ¿Pero es este el único rol de la tecnología en la sociedad? Pues la respuesta es no, existen otras formas de aplicar la tecnología orientada al beneficio social.
Debemos exigir entonces, en nuestra lucha por la construcción del socialismo, una tecnología que propicie el encuentro natural de la gente, que nos acerque a los saberes y que genere servicios que permitan ampliar el tiempo de intercambio social.
El rol de la tecnología en la sociedad debe ser discutido en el partido, en los consejos comunales, en las instituciones públicas. Se trata de entrar en contradicción con algo que hoy parece un beneficio, pero que mañana seguramente se convierta en cadenas que nos aten al individualismo.