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El sistema político corrupto de Iraq incapacita toda reforma o reparación

Fuentes: Opinión Nigeria

Traducción para Rebelión de Loles Oliván Hijós

El llamado proceso político -erróneamente calificado de «democracia»- ha creado un Estado fallido incapaz de proporcionar los requisitos mínimos para una vida digna. 

El mes de octubre pasado ha sido uno de los más sangrientos de los últimos tiempos en Iraq. Más de 150 civiles iraquíes han sido asesinados a sangre fría y 5 mil han resultado heridos. El responsable no es ni el Estado Islámico de Iraq y Levante (ISIL, también conocido como ISIS) ni sus afiliados, ni los coches bomba que se cobraron decenas de vidas inocentes durante tantos años. El autor esta vez es el régimen iraquí, que está utilizando una fuerza letal sin precedentes e innecesaria contra ciudadanos y ciudadanas que ejercen su derecho legítimo a protestar contra un sistema político disfuncional y contra una clase política corrupta.

El estallido de estas protestas ni sorprende ni es inédito. En 2011, la marea de revueltas árabes que arrasó Túnez, Egipto y Siria alcanzó a Iraq, que también tuvo su «Día de la Ira» . Pero las autoridades sofocaron las protestas populares que estallaron ese año en Iraq . En los últimos años, las protestas contra la corrupción generalizada, el desempleo y la falta de servicios se han vuelto casi estacionales. Especialmente en los abrasadores meses de verano, cuando los cortes de electricidad y la falta de agua potable exacerban a una ciudadanía ya enfadada. Llenos de indignación, los y las iraquíes de Bagdad y otras ciudades del país suelen salir a las calles para expresar sus diversas reivindicaciones. Las protestas se reprimen y eventualmente se disipan y/o se secuestran por tal o cual fuerza política. Siempre hay promesas de reforma por parte del gobierno pero el cambio nunca se materializa.

Aunque no es sorprendente, las protestas de este mes son marcadamente diferentes de las de años anteriores en varios aspectos. A diferencia de las anteriores, esta ola está siendo totalmente espontánea. No se produce en respuesta a un llamamiento de ningún partido o grupo de activistas, ni está organizada por ellos. Las protestas las provocó la indignación que produjo la noticia de la degradación del teniente general Abdul Wahab al Saadi, comandante de la fuerza antiterrorista de élite de Iraq. Al Saadi ganó mucha popularidad tras encabezar la liberación de Mosul de ISIL hace dos años, lo que le valió ser considerado como un héroe nacional que trascendió las divisiones sectarias y proyectó un sentimiento de patriotismo iraquí. Pero la degradación del general es sólo uno de los muchos síntomas de un sistema corrupto y de una clase política considerada por la mayoría de los iraquíes como deudora de influencias e intereses externos y carente de toda legitimidad o lealtad hacia Iraq.

El sentimiento de desesperación y decepción que sienten los manifestantes y su deseo de recuperar Iraq ha cristalizado en uno de sus lemas principales: «Queremos un país». Los y las manifestantes son jóvenes iraquíes que alcanzaron la mayoría de edad tras la invasión angloamericana de 2003. La invasión derrocó al régimen de Sadam Husein pero también desmanteló el Estado iraquí y sus instituciones, dictó una constitución deficitaria, instaló un sistema disfuncional de base sectaria y lo pobló de partidos y políticos, muchos de los cuales eran aliados, si no peones, de Estados Unidos, Irán y Arabia Saudí. El llamado proceso político -erróneamente calificado de «democracia» por los analistas y periodistas occidentales- ha creado un Estado fallido incapaz de proporcionar los requisitos mínimos para una vida digna para los y las iraquíes de a pie.

Los enormes ingresos petroleros del país están canibalizados por la corrupción generalizada y alimentan a una oligarquía voraz con socios transnacionales, al tiempo que dejan a millones de personas hambrientas y humilladas. Según el Índice de Corrupción de Transparencia Internacional, Iraq es el duodécimo país más corrupto del mundo. Una vez fue el país más corrupto del mundo. Tal vez por eso algunos periodistas occidentales empezaron a escribir historias sobre la mejora en Iraq en los últimos años. Un total de 450 mil millones de dólares de fondos públicos se ha evaporado desde 2003. Estos jóvenes manifestantes han vivido bajo este sistema toda su vida y son quienes han sufrido las mayores pérdidas.

Lo que distingue aún más a esta ola de protestas es que sus multitudes no es la ciudadanía de clase media. Las protestas estallaron en barrios pobres de la clase obrera y en barrios de tugurios donde el fracaso del Estado y la miseria de la vida cotidiana son más virulentos. Las vidas y las historias de estos jóvenes y sus familias rara vez llegan a los reportajes periodísticos sobre Iraq, que últimamente han tendido a sugerir ingenuamente que la vida estaba mejorando en el país después de la derrota de ISIS hace dos años.

Aunque las fuerzas de seguridad iraquíes han sido brutales a la hora de sofocar las protestas en el pasado, el nivel de violencia y el número de víctimas están siendo escandalosos en esta ocasión. Las fuerzas de seguridad están utilizando balas reales y francotiradores estacionados en los tejados que matan a los manifestantes. En el segundo día de las protestas, las autoridades iraquíes clausuraron internet en Iraq para bloquear el flujo de imágenes y las pruebas de sus crímenes, y aislar a los iraquíes del resto del mundo. Varias cadenas de televisión han sido atacadas y vandalizadas. Los funcionarios iraquíes inicialmente fingieron ignorancia en cuanto a la identidad y afiliación de los francotiradores. Noticias recientes sugieren que pertenecen a algunas de las milicias apoyadas por Irán que forman parte de las Unidades de Movilización Popular creadas para luchar contra ISIS y que desde entonces han ganado más poder político.

La propaganda del Estado ha intentado deslegitimar las protestas alegando que han sido instigadas por fuerzas externas o que forman parte de una conspiración de los baazistas para volver al poder. El llamamiento del primer Ministro Adel Abdul Mahdi al diálogo fue ineficaz, si no ingenuo, ya que estas protestas no tienen liderazgo. Su prometido plan de reforma económica (que ya es retórica para los y las iraquíes) y los subsidios destinados a calmar las protestas se han quedado cortos.

El sistema político corrupto de Iraq incapacita toda reforma o reparación. Ha perdido toda legitimidad a los ojos de los y las iraquíes. Recuperar Iraq y salvar su futuro de más ruinas no será fácil. Debería haber un nuevo gobierno provisional. Deben celebrarse elecciones libres bajo supervisión internacional, y debe redactarse y ratificarse una constitución no sectaria elaborada por representantes legítimos. La clase política y sus aliados regionales e internacionales lucharán contra este o cualquier otro escenario que propugne un cambio genuino. Pero los jóvenes iraquíes, al igual que sus pares de otras partes, son valientes y resistentes, y seguirán luchando por un nuevo Iraq.

* Sinan Antun, iraquí, es poeta, novelista y profesor de la Gallatin School of Individualized Study de la Universidad de Nueva York. Es codirector y actor de la película About Baghdad (2003).

Fuente: http://www.opinionnigeria.com/iraqs-corrupt-political-system-is-beyond-reform-or-repair-by-sinan-antoon/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción.