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El software Libre es de uso obligatorio en organismos del Estado Venezolano

Fuentes: ABN

Este modelo informático debe ser usado por todas las dependencias estatales, según la reciente publicación en Gaceta Oficial de las Normas Técnicas que regirán las Tecnologías de Información (TI). El presidente del Centro Nacional de Tecnologías de Información (CNTI), Carlos Figueira, explica las bondades de este software: independencia, seguridad y calidad al alcance del usuario

Independencia de ejecución, accesibilidad, posibilidad de transformación y transferencia son las cualidades más representativas del conjunto de aplicaciones informáticas desarrolladas bajo estándares abiertos y conocidas bajo la denominación de Software Libre.

Sustituir los sistemas privativos y dar uso prioritario al Software Libre en la administración pública fue la disposición dictada por el Ejecutivo Nacional en el 2004 a través del Decreto 3.390, con el propósito de garantizar la autonomía, seguridad y transparencia de los procesos.

Cinco años después, la adopción de este modelo informático es de obligatorio cumplimiento por parte de todos los organismos del Estado, producto de la reciente publicación en Gaceta Oficial de las Normas Técnicas que regirán las Tecnologías de Información (TI) en el ámbito público venezolano.

Como parte de este reglamento están contempladas libertades referidas a una serie de derechos: el de ejecución, dónde y cómo el usuario quiera; el de accesibilidad a la estructura y funcionamiento del sistema, mediante el empleo del un lenguaje comprensible expresado a través del código fuente; el de la posibilidad de modificar dicha estructura en función de las necesidades personales o institucionales; y el de la transferencia de dichas mejoras y adecuaciones a otras personas.

El objetivo más general de dichas normas es contrarrestar las deficiencias del modelo de Software Privativo, fundamentadas en la restricción de los derechos del usuario mediante el empleo de herramientas indescifrables que hacen del conocimiento un secreto.

Así lo explica el presidente del Centro Nacional de Tecnologías de Información (CNTI), Carlos Figueira, quien atribuye a la adopción del Software Libre otra serie de beneficios, entre los que destaca la posibilidad que brinda al ciudadano de ejercer contraloría social de manera mucho más profunda y directa, gracias los estándares abiertos que deben regir a la administración pública.

«Las reglas del juego se ponen de manifiesto, con lo cual el usuario ya no sólo puede mirar sino que además puede entender, analizar, estudiar, modificar e incluso compartir el conocimiento, cómo y cuándo el quiera», resume.

El software nació libre

Hace cuarenta años, cuando los equipos de computación eran sumamente costosos, las compañías regalaban las aplicaciones informáticas: «Era como comprar un carro carísimo que viene con alfombras gratis», ilustra Figueira.

A partir de la década de los 80 empezó el crecimiento vertiginoso del valor agregado que podía obtenerse a partir de dichas programaciones, con lo cual el equipo o hardware comenzó a abaratarse frente al nacimiento de un negocio basado en el comercio del software.

La industria no tardó en proteger esas inversiones restringiendo el acceso al código fuente, lenguaje apto para el entendimiento humano y superior al código binario, mucho más burdo y de exclusiva comprensión para las máquinas.

Ocultar este «idioma» se convirtió entonces en la mejor manera de comercializar los softwares, diseñados una sola vez pero aprovechados millones de veces, lo cual generó ganancias extraordinarias suficientes para sostener monopolios que hoy perduran.

La incongruencia entre el exagerado lucro y el bajo costo de producción, redundante en ganancias deshonestas y desproporcionadas, comenzó a generar irritación en sectores que consideraron injusta esta realidad e integraron un movimiento contrario a este concepto.

«El software nació libre hasta que el abaratamiento y la popularización del hardware llevó al surgimiento de empresas dedicadas a la fabricación y comercialización de sistemas privativos. Afortunadamente, bajo la tutela de Richard Stallman -considerado el padre del Software Libre- y la conectividad que permitió el Internet, tuvo lugar la conformación de una comunidad presta a desarrollar un sistema libre», detalla Figueira.

Asegura que recursos clave para estas grandes empresas, como los lenguajes de programación, así como herramientas informáticas hoy ampliamente utilizadas, como la hoja de cálculo, fueron tomados libremente por ellas sin reconocimiento o crédito a sus verdaderos creadores, quienes nunca protegieron o patentaron sus inventos.

«La gran plataforma privativa introdujo estos elementos sin que los creativos originales recibieran un céntimo a cambio. Los empresarios, por su parte, se hicieron los más ricos del mundo», sostiene.

De acuerdo con Figueira, este modelo de negocio netamente capitalista contraviene los derecho de miles de usuarios y usuarias, lo cual dio justa cabida al surgimiento de una contraparte, simbolizada en el Software Libre, hoy constituida plenamente y rumbo a la consolidación.

Por el conocimiento compartido

Emprender la batalla contra los sistemas privativos no responde a un capricho antiimperialista. Se trata más bien de la búsqueda del beneficio colectivo que se logra sólo cuando el conocimiento es compartido, cuando las innovaciones que inicialmente benefician a unos pocos se hacen públicas y pasan a ser del dominio común.

«Todos nos hemos beneficiado de las innovaciones previas que ha parido la historia, en consecuencia, si yo abro las mías favorezco a que el conocimiento sea incorporado por otros miembros de la sociedad y éstos, a su vez, generen nuevo saber», considera el presidente del CNTI.

No obstante, es justo en torno a las libertades que comporta el Software Libre que han surgido una serie de mitos que poco contribuyen a su expansión, entre ellos la premisa de que la gratuidad del sistema implica un trabajo no remunerativo por parte de quien presta el servicio, eliminando cualquier margen de ganancia.

Ocurre que detrás del modelo libre no existen megacorporaciones que tratan de vender su producto sino campañas publicitarias maliciosas, orientadas a la desinformación.

«No se trata de regalar el trabajo, no está planteada la imposibilidad de hacer negocios; si bien existe el pleno derecho de desarrollar aplicaciones y compartirlas libremente, sin fines lucrativos, lo cual se ha dado y ha generado contribuciones muy importantes», sostiene.

Aún así, particulares o asociaciones que deciden vivir del Software Libre pueden igualmente hacerlo, a través de un modelo vinculado a lo que las empresas consultoras han hecho por años: solventar problemas a través del préstamo de servicios que generan ganancia.

De esta forma, lo que se vende no es la herramienta informática sino la implantación de una solución, producto de un proceso intelectual previo de estudio del problema. En consecuencia, muere el factor de dependencia.

Y es que tal como lo explica Figueira, la adquisición de un paquete informático privativo incluye asumir un alto grado de subordinación con la empresa fabricante para efectos de licencias, actualizaciones, corrección de problemas, obtención de mejoras, etc., puesto que nadie más conoce el manejo del mismo.

«Esa falta de autonomía siempre es mala para una empresa, pero en el caso de una institución pública es además contraria a sus objetivos, dentro de los que se incluye dar la garantía al ciudadano de que los sistemas funcionan bien y que esto puede ser corroborado, lo cual sólo es posible con el Software Libre», dice.

Creer en la palabra del vendedor no es una opción viable en la administración pública venezolana, por lo cual se trabaja en torno a un modelo de cooperación y colaboración, más que de competencia, en el que el conocimiento se pone a la vista de todos.

Sin embargo, Figueira aclara que esta apertura se refiere a la funcionalidad y estructuración del sistema y no a la violación de la confidencialidad de los datos: «La información no está expuesta, está protegida por mecanismos de seguridad que son independientes del formato privativo o libre».

Indica que la ruta correcta es la reflexión acerca de las verdaderas bondades del Software Libre, sin distorsión malintencionada de las ventajas reales.

«El beneficio primario es el colectivo, que a su vez permitirá que el mejoramiento de la calidad de vida a través de herramientas tecnológicas sea cada vez más acelerado, inserto en una retroalimentación positiva que redundará en el bienestar social».

Sobran los motivos

La robustez de la tecnología libre, superior a cualquier estrategia publicitaria, ha hecho que más del 65% de los servidores web en el mundo utilicen este sistema.

La empresa de Software Privativo más grande no podría equiparar jamás su número de trabajadores a la cantidad de interesados que contribuyen, incluso desinteresadamente, en el fortalecimiento del Software Libre.

Y es que la fuerza agregada de miles de personas que experimentan al mismo tiempo la funcionalidad del sistema, reportan sus posibles fallas y trabajan en la corrección de éstas, constituyen un poderoso recurso humano sin parangón

Pueden pasar semanas antes de que una empresa privativa detecte errores de seguridad en alguna de sus herramientas, lo cual propicia un terreno mucho más fértil para el ataque de virus.

«Quienes desean causar un daño tienen mucho más tiempo para actuar, al tiempo que la mayoría de las computadoras personales trabajan con sistemas privativos de software que brindan un mayor radio de acción a los hackeres», reflexiona.

Explica que ser el más difundido y concentrar las debilidades en cuanto a defectos de origen, fallas de construcción y errores de seguridad hacen del Software Privativo el blanco preferido de los ataques.

En consecuencia, la vulnerabilidad ante los virus es mucho menos un sistema como el GNU Linux y sus equivalentes libres, no sólo por el menor nivel de popularidad si no por la seguridad que lo caracteriza.

Figueira exhorta a los usuarios a establecer paralelismos simples que los conduzcan a tomar la decisión más acertada al momento de escoger qué tipo de software instalar en sus computadoras personales o en sus empresas.

«Una opción es confiar en el más caro y famoso, de mayor marketing, cuyos modelos no sabemos como funcionan (…) y la otra alternativa es confiar en el que es gratis pero menos popular y rinde cuenta de cada una de las acciones que ejecuta, sus capacidades y sus vulnerabilidades», ilustra.

Además del ahorro sustancial en materia de instalación, en lo sucesivo tendrán lugar ahorros periódicos relacionados con la compra y actualización de antivirus, necesarios únicamente en el sistema privativo.

«En el medio de estos dos caminos, está la opción de delinquir, el robo que comete quien compra los softwares pirateados, vía negada para quien tiene una moralidad sólida», añade.

En cuanto a lo que los informáticos denominan criterios de usabilidad, alusivos a las técnicas de interacción que facilitan la relación hombre-máquina, Figueira asegura que el Software Libre no tiene nada que envidiar al privativo.

«Hace diez años, una vez resueltos los detalles de funcionamiento y estabilidad, se empezó a trabajar en las interfaces de ventanas, los menús y las aplicaciones, con miras a hacer del todo algo similar a lo que el usuario estaba acostumbrado a ver en su pantalla», explica.

El presidente de la CNTI argumenta que tal intento por mantener similar la apariencia no responde a un criterio de imitación sino más bien al esfuerzo por hacer las herramientas más amigables, basados en el mismo esquema de escritorio que las empresas privativas han venido utilizando falsamente como suyos.

«No es una idea que le pertenece a ellos, se trata de un invento que data de los años 70, propuesto en un laboratorio por gente que jamás recibió reconocimiento por ello. Nosotros lo que hicimos fue rescatar ideas originales, conservando lo bueno y descartando lo malo», aclara.

De acuerdo con Figueira, otro de los motivos que podría tener una persona para preferir el Software Libre es el ideológico, en virtud de la premisa que lo sostiene: el conocimiento se hace bueno en la medida en que se difunde.

«Optar por un sistema que cubre mis necesidades informáticas y a la vez está cónsono con lo que yo pienso es lo más razonable», dice en referencia a las posibilidades que ofrece de construir una sociedad solidaria, de iguales, en las que los descubrimientos se aprovechan en función del beneficio común y no de la exagerada ganancia económica.

Asegura que los valores que encierra el Software Libre son sin duda los del socialismo, lo cual ofrece razones para adoptarlo o migrar hacia él. El funcionario público, adicionalmente, tiene el deber de prestar un servicio efectivo al colectivo, auditable por el Poder Popular y que no genera dependencia sino ahorro que se reinvierte en activación de conocimiento.

«Abracemos el Software Libre. Bienvenidos al Software Libre», es su llamado.