El uso de todo programa informático se rige por un contrato o licencia, que normalmente se acepta por el mero hecho de utilizar el software. En el caso de los programas comerciales, también conocidos como propietarios, esta licencia es el tradicional copyright, que determina lo que se puede y no se puede hacer con el […]
El uso de todo programa informático se rige por un contrato o licencia, que normalmente se acepta por el mero hecho de utilizar el software. En el caso de los programas comerciales, también conocidos como propietarios, esta licencia es el tradicional copyright, que determina lo que se puede y no se puede hacer con el código. El software libre también tiene un contrato de uso tipo, la Licencia Pública General (GPL, en sus siglas en inglés), que tras 15 años funcionando se prepara para el lanzamiento de una nueva versión, la tercera.
El borrador de éste contrato, por el que se regula el uso que puede darse a los programas que a él se acogen, fue presentado ayer por la Fundación del Software Libre (Free Software Foundation o FSF). La comunidad de usuarios y desarrolladores debatirá ahora este documento durante al menos doce meses, con el objetivo de aprobar después una licencia GPL que valga al menos para otros 15 años.
La FSF explica que en el tiempo transcurrido desde que en 1991 se aprobó la GPL se han producido muchos cambios e innovaciones tecnológicas, pero asegura que no son éstos, sino el mantenimiento de la libertad de los usuarios, lo que motiva la necesidad de una nueva licencia. «No se ha producido ningún cambio fundamental en la tecnología informática que motive una revisión de la GPL», afirma esta organización.
Contra las patentes de software
La principal amenaza para la libertad de los usuarios proviene, según la FSF, de «los cambios en la ley», principalmente aquellos que permiten «la aplicación al software de las normas sobre patentes». Esta práctica, la patentabilidad de los programas e ideas informáticas, no está regulada por el momento en el marco de la Unión Europea -una directiva sobre el asunto fue rechazada por el Parlamento Europeo a finales de 2005- pero que es bastante común en EE UU y otros países.
La FSF admite que poco se puede hacer en la GPL para combater esta tendencia, aunque ha introducido cambios con los que pretende evitar que cuando una innovación se desarrolla en equipo uno de sus integrantes pueda patentar la idea en su nombre y luego utilice la patente contra sus compañeros.
Tecnologías DRM, «una prisión para el usuario»
Otro asunto espinoso que dará mucho que hablar en el futuro es el uso de tecnologías anticopia que restringen el uso que se puede hacer un contenido. Estos sistemas están presentes, por ejemplo, en algunos CDs y canciones que se compran en tiendas on line, determinando si se puede realizar una copia o no, en cuántos ordenadores puede reproducirse la música, etc.
Para desarrollar estas tecnologías, que se conocen por las siglas DRM (Digital Restrictions Management o Digital Rights Management), se ha utilizado en ocasiones software libre registrado bajo licencia GPL. Esto, según la FSF, es una contradicción en sus términos y supone un mal uso del software libre, pues programas cuya licencia dice que se pueden copiar, distribuir y modificar libremente se utilizan para restringir la libertad de los usuarios.
«El software libre es software que respeta las libertades esenciales de los usuarios y su adopción es un paso adelante porque significa una extensión de la libertad», señala la FSF, que califica las tecnologías DRM como «una prisión en la que se puede meter a los usuarios para privarles de derechos que la ley les concedería». La organización afirma que espera que «algún día se recuperarán leyes de copyright que respeten los derechos de los usuarios (…)», pero que mientras ese momento llega han elaborado una nueva licencia GPL que impide que se pervierta la finalidad del software libre.