El problema fundamental que enfrentan los Estados Unidos en Irak, en este momento, es la celebración de las elecciones proyectadas para el próximo 30 de enero. Las condiciones de insurgencia generalizada impiden efectuar los comicios normalmente. Las emboscadas, explosiones y escaramuzas frecuentes en cada calle de la nación sojuzgada no aportan el clima propicio para […]
El problema fundamental que enfrentan los Estados Unidos en Irak, en este momento, es la celebración de las elecciones proyectadas para el próximo 30 de enero. Las condiciones de insurgencia generalizada impiden efectuar los comicios normalmente. Las emboscadas, explosiones y escaramuzas frecuentes en cada calle de la nación sojuzgada no aportan el clima propicio para una consulta electoral.
El otro problema es el candidato mismo, Iyad Allawi, que carece de toda representación moral y ningún crédito ante su pueblo como no sea el papel de procónsul de los ocupantes. Allawi fue, en la década de los setenta, un agitador del partido gobernante Baas. Dirigió un escuadrón de la muerte que perseguía a disidentes en suelo europeo. Poco después fue reclutado por el MI6, el servicio de inteligencia británico. En 1978 pasó a la oposición contra Sadam y en 1991 fundó el movimiento antagonista Acuerdo Nacional Iraquí, que se especializó en el reclutamiento de desertores militares y pronto comenzó a ser financiado por la CIA. Fue organizador del complot de1996, torpemente coordinado, que al ser descubierto por Sadam dio lugar a centenares de ejecuciones. Al comienzo de la guerra de 2003 fue él quien pasó a la inteligencia enemiga el emplazamiento del supuesto paradero de Sadam para que fuese bombardeado por la cohetería norteamericana. Iyad Allawi es un conocido traidor, soplón y agente de los servicios secretos británico y estadounidense, pero su biografía es similar a la de Karzai, en Afganistán, quien siendo también un elemento de la CIA logró recibir cierto grado de legitimación. Esperan repetir la artería en Irak.
Aparte de la debilidad del candidato y de la resistencia patriótica, Estados Unidos enfrenta un serio problema económico con el sabotaje sistemático de los oleoductos, a lo cual se une el aumento del desempleo rural que ha hipertrofiado los barrios marginales de Basora y Bagdad. La invasión de productos manufacturados orientales, baratijas de bajo precio, unido al desorden público motivado por los atentados ha hundido a los pequeños comerciantes. El sesenta por ciento de la fuerza de trabajo está desocupada. El reclutamiento para las fuerzas nativas de ocupación solamente ha alcanzado el diez por ciento de las expectativas.
En un reciente artículo de Susan Watkins en la prestigiosa revista británica «New Left Review» se informa del único factor favorable a los ocupantes: la escasa solidaridad del orbe árabe con la resistencia patriótica iraquí. Mubarak, ha ofrecido los servicios de la seguridad egipcia para entrenar a las fuerzas policiacas títeres iraquíes. El rey Abdala proporciona campos en entrenamiento para esa fuerza de fantoches nativos en territorio jordano. La Organización de la Conferencia Islámica ha otorgado su apoyo a la dócil marioneta Karzai. Turquía coquetea igualmente con la posibilidad de apoyar con sus tropas a los ocupantes. En Pakistán, Musharraf está sirviendo al imperio conteniendo las posibilidades de refugio para los insurgentes. Irán trata de no complicar las tensiones amenazado como está por su propia fabricación de materia nuclear.
Estados Unidos necesita desesperadamente esas elecciones pues constituyen la pieza clave de una retirada justificable ante la opinión pública. Los teóricos del Pentágono saben ya que están derrotados de antemano en Irak, que la resistencia patriótica no pude ser vencida y deben buscar una salida que les ermita salvar la cara sin que el mundo se percate que el imperio ha sido vencido nuevamente, como lo fue en Vietnam.
Una vez que dejen a Iyad Allawi con un gobierno fantasma y un ejército propio encargado de la represión, pueden proclamar que su gran misión «llevar la democracia a Irak» ha sido cumplida y dejar una administración títere encargada de administrar la colonia y enviar las ganancias a la Halliburton.
El problema consiste en estructurar eficazmente el decorado que permita aparentar que las elecciones fueron normales y legítimas para otorgar la aureola de validez al mequetrefe. Todo ello se verá dificultado, sino impedido totalmente, por la obstinación, el valor, la audacia y el espíritu patriótico de una resistencia que está dispuesta a entregar la vida antes de permitir que el suelo donde nacieron siga siendo hollado.