Elton John es el más grande. No le bastaba con crear el single más vendido de la Historia, ‘Candle in the wind’, a rebufo del cadáver de Lady Di, fagocitando cada lágrima vertida por cada maruja del ancho mundo. Ahora apunta más alto incluso: «Habría que cerrar Internet durante cinco años, y ver qué arte […]
Elton John es el más grande. No le bastaba con crear el single más vendido de la Historia, ‘Candle in the wind’, a rebufo del cadáver de Lady Di, fagocitando cada lágrima vertida por cada maruja del ancho mundo. Ahora apunta más alto incluso: «Habría que cerrar Internet durante cinco años, y ver qué arte se produce. Sería muy interesante», ha dicho a la prensa inglesa. Él sí que sabe.
Elton se destaca así como nuevo Fukuyama pop. Que la Historia va a su bola: pues le damos la vuelta a la tortilla, prescribimos su final o su inicio por decreto, y santas pascuas.
Que la gente se obstina en prestarse discos a través de la Red: pues la chapamos, igual que cierra un bar. Que los terrícolas pueden escuchar más música que nunca… Pues nada: reseteamos la web, y a correr.
Más argumentos de Sir John: Internet lleva a la gente a «no salir de casa», sino a «sentarse en casa y hacer sus propias grabaciones, lo que puede estar bien a veces, pero no presagia nada bueno». ¡Y pretenden grabar sus propias músicas! ¡Es intolerable!
El Luis XV del pompa-pop va más lejos: confiesa no tener ni móvil ni iPod, ser el «mayor tecnófobo de la Historia». Nada, nada, que inventen ellos.
Y así. Ahora en veredas sociopolíticas: «Los jóvenes se quedan en casa blogueando, en lugar de salir a protestar a la calle», dice Elton, conocido por sus militancias políticas y la ideologización de su música.
Se trata, como es lógico, de uno de los artistas más vendedores del mundo. Unos 400 millones de discos desde 1970. Pero de su último álbum, ‘The captain and the kid’, no ha despachado más de 100.000 copias, y ha tenido que suspender su última versallesca gira por Europa (sólo en entornos históricos, como la Plaza de España) por la nula venta de entradas.
¡Oh, Elton, muéstranos el camino de la virtud! Siempre nos quedará su legado