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En el aniversario de la caída de Bagdad, ¡no olvidaremos!

Fuentes: Middle East Monitor

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.

Hace trece años las fuerzas de ocupación estadounidenses entraron en Bagdad, orgullosas de su victoria sobre un país que había permanecido durante más de una década bajo un bloqueo injusto y mortífero, y alardeando de una engañosa victoria sobre un país al que se había obligado a destruir sus armas para acatar unas resoluciones que parecían proceder de la ONU pero que había sido elaboradas por Estados Unidos. El país lo hizo para obtener leche para sus niños y medicinas para las personas enfermas.

Estados Unidos entró en Iraq y lo ocupó ignorando el derecho internacional, alegando que Iraq poseía armas de destrucción masiva y apoyaba a al-Qaeda, acusaciones que después resultaron ser falsas y estar destinadas a dar cobertura a la ocupación y a sus objetivos de destruir Iraq tanto desde el punto de vista humanitario como estructural, destrozarlo y robar su riqueza.

Lo que resulta doloroso es que Iraq (donde los niños siguen muriendo de hambre y de enfermedades debido a la falta de comida y de medicamentos en Faluya y en otras zonas del país), continúa pagando [indemnizaciones] por la invasión de Kuwait por su ejército (una invasion que duró unos meses), aunque se consideraba que Sadam Husein era un dictador según los principios occidentales que permitieron derrocarlo. Estados Unidos, en cambio, no paga indemnización alguna por su ocupación, que fue dirigida por un gobierno elegido y apoyada por un parlamento elegido, y se basó en mentiras y engaños. Es una ocupación que sigue destruyendo Iraq y su riqueza, y que sigue creando una sociedad en la que prevalecen la viudez, la orfandad y las tragedias humanitarias. Una ocupación que sigue matando el futuro de toda una generación desde los puntos de vista educativo, profesional y psicológico.

Estados Unidos se preparó expresamente para la división de Iraq antes de la ocupación y empezó a agravar los problemas sectarios, exagerando las persecuciones de chiíes y kurdos, y recordando la tragedia de Halabja años después de que ocurriera, una cuestión que Estados Unidos y Occidente utilizan repetidamente de forma nauseabunda. Este uso selectivo de los derechos humanos como herramienta política de represalia es una de las mayores violaciones de los derechos humanos.

Después de la ocupación estadounidense aumentó la incitación sectaria. Esto aparecía de forma descarada en el libro de Paul Bremer My Year in Iraq [Mi año en Iraq] , en el que afirmaba que solía reunirse con imanes chiíes y hablar con ellos acerca de lo injustamente que habían sido tratados y de la oportunidad histórica que tenían de vengarse de los sunníes, con lo que se inició el llamado proceso político alterando las cifras demográficas y hablando de falso sufrimiento. Resulta irónico que de las 52 personas más buscadas en el Iraq de Sadam según el gobierno estadounidense 38 fueran chiíes.

Al parecer Estados Unidos ha entregado Iraq a una panda de políticos corruptos asociados a sistemas de seguridad iraníes e internacionales, algunos de ellos incluso con causas criminales pendientes, como Ahmed Chalabi al que se buscaba por el caso del Banco Petra de Jordania.

Antes y después de la invasión Iraq padeció hambre y la pérdida de la dignidad y de la humanidad de la mayoría de sus ciudadanos. Continúa pagando miles de millones de dólares de indemnizaciones (la mayoría de ellas injustificadas), mientras que la corrupta clase política, que llegó con la ocupación y colabora con ella y con Irán, saquea decenas e incluso cientos de miles de millones de dólares al tiempo que muchos ciudadanos no tienen comida para sus hijos o medicinas para los enfermos.

El juego más abyecto y horrible en el escenario iraquí es el uso del extremismo y del terrorismo para acabar con la resistencia nacional iraquí y pasar después a la destrucción de la infraestructura de las ciudades sunníes, con lo que se crea un enorme problema humanitario, al tiempo que se reduce a una generación entera y se priva a los niños y a los jóvenes de la educación, en un país que antaño estuvo en la vanguardia de las tasas de alfabetización.

Recientemente han salido a la luz informes documentados sobre el papel desempeñado por Irán y Estados Unidos en infiltrarse en esas organizaciones, sobre todo en el Dáesh, y utilizarlas como herramienta para hacer cambios geográficos y demográficos en la zona, algo similar a lo ocurrido en, por ejemplo, Mosul, donde se entregó a Dáesh sofisticadas armas estadounidenses y grandes sumas de dinero para acabar con los sunníes.

Más allá de la controversia y del debate sobre Dáesh y sobre quién está detrás, el hecho de que ni Iraq ni la zona conocieran a al-Qaeda o a Daesh (como ideologías, práctica y presencia) antes de la ocupación estadounidense es suficiente para hacer a Estados Unidos responsable de lo que está ocurriendo en la zona, tanto legal como moralmente. Esto también requiere que los intelectuales y las futuras generaciones exijan si cesar disculpas e indemnizaciones de billones de dólares a Estados Unidos por los asesinatos, las masacres y la destrucción de las vidas de las futuras generaciones en Iraq y en la zona.

Fuente: https://www.middleeastmonitor.com/20160420-on-the-anniversary-of-the-fall-of-baghdad-so-we-wont-forget/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.