Licenciado en historia por la Universidad de Zaragoza, Raúl Mateo Otal es investigador, historiador y coautor, junto con Ana Oliva y Luis Antonio Palacio, de la obra De hombres y sueños. Recuperando la memoria histórica y oral de Almudévar. Como documentalista trabaja en la historia inédita Biografías de libertarios oscenses, cuya información ha servido […]
Licenciado en historia por la Universidad de Zaragoza, Raúl Mateo Otal es investigador, historiador y coautor, junto con Ana Oliva y Luis Antonio Palacio, de la obra De hombres y sueños. Recuperando la memoria histórica y oral de Almudévar. Como documentalista trabaja en la historia inédita Biografías de libertarios oscenses, cuya información ha servido de base para la edición de la Enciclopedia histórica del anarquismo español (compilada por Miguel Íñiguez para la Asociación Isaac Puente).
Conferenciante, comisario de exposiciones y también documentalista, Víctor Pardo Lancina es periodista y ha trabajado en distintos medios de comunicación aragoneses: El Día de Aragón, Diario 16, Diario del Alto Aragón y Heraldo, así como en la revista Trébede. Autor y coautor de monografías de carácter histórico como, por ejemplo, A una milla de Huesca. Diario de una enfermera australiana en la Guerra Civil española, Tiempo destruido y Guerra Civil en Aragón, 70 años después. Ha escrito guiones para cine documental.
Nos centramos en esta conversación en su libro: Víctor Pardo Lancina y Raúl Mateo Otal, Todos los nombres. Víctimas y victimarios (Huesca, 1936-1945), Huesca, Ed. autor, 2016
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Resumen. Todos los nombres. Víctimas y victimarios (Huesca, 1936-1945) es un diccionario biográfico que trata sobre la represión desatada en la ciudad de Huesca durante la Guerra Civil y la primera etapa de la posguerra. Cada una de las víctimas mortales abatidas por los pelotones de fusilamiento en las tapias de los cementerios de la ciudad, y también en lugares desconocidos, aparece en estas páginas con su nombre y apellidos. También los asesinados en acciones punitivas extrajudiciales, los detenidos cuyo rastro se difumina tras haber ingresado en las cárceles, los presos que pierden la vida en intentos de fuga o los condenados a muerte que logran recobrar la libertad y salvarse tras saltar los muros de la prisión; todos tienen voz en las páginas de estos dos volúmenes.
La información contenida en los expedientes carcelarios, consejos de guerra, expedientes de responsabilidades políticas y de depuración funcionarial, fichas policiales, la Causa General, registros civiles, libros de hospitales, censos, y las entrevistas a familiares y vecinos componen el retrato personal, político y social de los represaliados. A estas fuentes documentales se suman las citas hemerográficas y una bibliografía extensa que ayuda a componer la trágica pintura de un tiempo convulso y en extremo doloroso.
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Estábamos en este punto. Para captar mejor el conjunto de las víctimas. Un tío mío que murió en la Batalla del Ebro y que nació en Peralta de Alcofea, Salvador López Campo, ¿está incluido? Del mismo modo, un abuelo mío, oscense, de Salillas, asesinado en mayo de 1939 en el Camp de la Bota, ¿deberia estarlo?
VPL.- Salvador López Campo no aparece en nuestro índice onomástico integrado por más de siete mil registros, sin embargo hay decenas de referencias a Peralta de Alcofea en el índice toponímico que contiene otras mil referencias. Seis naturales de Peralta de Alcofea fueron fusilados en Huesca y recogemos sus biografías en el libro, entre ellas la de Doroteo Pano Calvo, labrador de 28 años, acusado por su propia novia, hija y hermana de falangistas, de una violación que nunca cometió. En total hemos biografiado a 521 fusilados, además de otras casi cuarenta personas que morirán tratando de escapar de la cárcel, en circunstancias extrañas o sencillamente desaparecen tras su ingreso en prisión. Siempre son víctimas que han encontrado la muerte en Huesca. No podíamos ampliar el campo de estudio, nunca hubiéramos terminado el trabajo.
P.- De acuerdo, de acuerdo. ¿Incluís a víctimas del autodenominado «bando nacional», es decir, de partidarios del golpe militar fascista?
VPL.- Huesca quedó en poder de los sublevados, del ejército rebelde, desde el 18 de julio, por tanto aquí no hubo más que víctimas de un bando, el de «los rojos», y a esta realidad nos hemos atenido.
P.- ¿Incluís a las personas, oscenses o no, que murieron en el, por así decir, campo de batalla?
VPL.- Tratamos la represión, no las acciones de guerra. Huesca es la ciudad española que sufrió el más largo asedio republicano que tuvo lugar durante la contienda, veinte meses entre agosto de 1936 y marzo de 1938. En su entorno se produjeron muchos combates, abundantes momentos de intensidad bélica y enorme crudeza, también la ciudad hubo de soportar bombardeos con víctimas, pero ni una ni otra circunstancia se puede adscribir al ámbito de la represión, de modo que no hemos abordado este campo.
P.- ¿Y los victimarios, quiénes son los victimarios?
VPL.- Los que denuncian y también en muchas ocasiones los que se inhiben. En los asesinatos extrajudiciales son suficientes las delaciones anónimas, las listas de militantes de izquierda intervenidas por la policía o la Falange en las sedes de partidos o sindicatos, el haberse significado durante el tiempo de la República en manifestaciones o mítines, el haber escrito en el periódico una carta de protesta contra algo o alguien vinculado tras el golpe de Estado con el nuevo régimen. Todo vale, incluso saldar una deuda con un sastre o liquidar la cuenta de la panadería poniendo al panadero en la diana de los pistoleros fascistas.
Las ejecuciones sumarias son consecuencia de otro proceso distinto. En general comienza con la detención del sospechoso que regresa a casa después de haber combatido en el frente, bien incorporado voluntariamente a las columnas milicianas que luego constituirán el Ejército Popular de la República, bien alistado como soldado de reemplazo. Una denuncia del alcalde de la localidad -en Huesca fueron fusilados muchos ciudadanos del mundo rural de su entorno-, o de un vecino o el propio comandante del puesto de la Guardia Civil alertado por alguien, procede a la detención del sujeto en cuestión. En ocasiones el detenido es hermano, primo o solo pariente del «verdadero culpable», pero ante la incomparecencia de este se hará justicia con su familiar. A partir de allí, se instruye un atestado en el que generalmente el sospecho se declara autor de cuantos delitos le hayan acusado, las palizas y torturas en los cuarteles eran la costumbre habitual para «vencer» la resistencia de los renuentes. Cuando se hace cargo del sujeto la justicia militar ingresa en la cárcel a disposición del juez castrense, y entonces serán llamados vecinos de orden, gente comprometida con el nuevo régimen, de inequívoca filiación derechista que corroborarán las acusaciones aun sin haber sido testigos presenciales de crímenes, incendios, robos… generalmente con fórmulas vagas, aunque suficientes para sostener los cargos, del tipo «tengo oído», «es sabido», «al parecer». Si le dan la oportunidad al preso de que presente testimonios a su favor, es muy raro que esas personas se comprometan y avalen al detenido, estos son los que se inhiben y con su silencio sancionan las acusaciones.
Los victimarios constituyen una parte esencial del engranaje punitivo, tanto en los consejos de guerra como en los expedientes de responsabilidades políticas o en los de depuración. No solo acusan los jefes locales de Falange, los curas, los terratenientes, los derechistas conocidos, también los vecinos, el pueblo llano. Violencia compartida.
P.- ¿El título –Todos los nombres– es un homenaje a José Saramago?
VPL.- No, es solo una coincidencia, aunque Saramago cuenta con mi reconocimiento y aprecio como lector.
P.- ¿Todos es todos en este caso? ¿Se os puede haber escapado alguien?
VPL.- La publicación del libro ha animado a algunas personas a hablar, lo que nos ha puesto en la pista de otras posibles víctimas. Nunca hemos sostenido que nuestro trabajo fuera definitivo, en absoluto, está abierto a revisión permanente y crítica, y de hecho estamos en ello desde el primer momento. Hay nuevas víctimas, en efecto y es posible que haya alguna otra cuando depuremos otros listados y documentemos circunstancias hasta ahora no bien analizadas por desconocidas.
P.- Cuando habláis de Huesca, ¿estáis hablando de la ciudad, de la provincia, de los nacidos en Huesca, de los asesinados en la ciudad?
VPL.- Hablamos de los asesinados en la ciudad de Huesca, al margen de su lugar de nacimiento. Hay víctimas de la ciudad, de la provincia, de otras provincias… La exhaustividad en el desarrollo de cada una de las entradas de nuestro libro hace prácticamente inabarcable un trabajo más extenso.
P.- En cuanto al período, ¿por qué empezáis en 1936? ¿Tan pronto empezó la represión? Ya sé que antes habéis comentado algo.
VPL.- Las detenciones comienzan el mismo día 19 de julio, fecha en la que constatamos la muerte de un panadero natural de Alcalá de Gurrea del que solo sabemos que se llamaba Manuel, de acuerdo con el libro del Registro Civil, pero los asesinatos, la represión organizada y sistemática llegará a partir del 1 de agosto. Los tres últimos fusilados cayeron abatidos en la tapia del cementerio el 23 de enero de 1945.
En Huesca, donde triunfa el golpe de Estado desde el primer momento, la policía y los falangistas, los camisas viejas, buscaban al artista y pedagogo anarcosindicalista Ramón Acín, una de las figuras más importantes e influyentes del mundo intelectual y sindical en el primer tercio del siglo en Aragón. Acín se había escondido en una especie de zulo en el interior de su gran casa y no lo encontraban. Es posible que se retrasara el inicio de la sangrienta limpieza, del terror caliente, esperando poder acabar con su vida para de este modo señalar hasta dónde eran capaces de llegar en su intención de barrer la provinciana sociedad oscense de indeseables y disolventes rojos. Acudían a diario a la casa y apaleaban a su mujer, Concha Monrás, en presencia de sus hijas Katia y Sol, de 11 y 13 años respectivamente. El 6 de agosto Ramón no pudo soportar más la situación, salió del escondite y se entregó. Concha se enfrentó a los policías y fue detenida igualmente. Ese mismo 6 de agosto tras sufrir un brutal apaleamiento Acín fue asesinado, Concha moriría el día 23 junto con otras 94 personas en las tapias del cementerio. Ese día 23 de agosto es el más trágico y aciago en la historia de la ciudad.
P.- Habéis finalizado en 1945: ¿por qué ese año? ¿No hubieron más fusilados después de ese año?
VPL.- No hubo más fusilamientos después del 23 de enero de 1945. Este día el piquete de ejecución acabó con la vida de tres personas, uno de ellos, el impresor anarquista de Graus Emilio Portella Caballé, que había sido detenido por la Gestapo en Francia y deportado en mayo de 1941.
P.- ¿Cómo eran fusiladas las personas que fueron fusiladas?
VPL.- Los fusilamientos extrajudiciales se realizaban de cualquier manera, es decir, no había un protocolo. Los presos eran sacados de la cárcel atados por las muñecas de dos en dos, subidos a un camión y llevados al cementerio que está situado a 2 kilómetros de la ciudad, allí en la tapia oeste caían abatidos por falangistas o militares. El 23 de agosto de 1936 un matarife, empleado del ayuntamiento, se jactaba de no haber gastado ni una sola bala para acabar con la vida de los rojos, utilizaba los instrumentos de su oficio.
En cuanto a los fusilamientos como consecuencia de los consejos de guerra, copiaré un párrafo del libro que revela las ordenadas prácticas de los militares ante el hecho del fusilamiento:
La muerte, tenía sus protocolos, según comprobamos en las actas de ejecución. La de Manuel Pérez Rivera, de Castejón del Puente, es canónica en este aspecto. «En la ciudad de Huesca, a 6 de mayo de 1940, siendo las seis y media de la mañana, hora señalada por el Excmo. Sr. Gobernador Militar de esta provincia, se constituye Su Señoría, asistido de mí, el infrascrito secretario, en las tapias del cementerio de esta ciudad, hallándose presentes los testigos Hipólito Arroyos Olivera y Carlos Casales Fábrega, ambos mayores de edad y de esta vecindad [se trata de los empleados del cementerio], encontrándose en aquel lugar fuerzas del Regimiento de Infantería Valladolid n.º 20, 1.er Batallón, 3.ª Compañía, al mando del capitán D. Antonio Binué Lacasta, compareciendo seguidamente el condenado a pena capital Manuel Pérez Rivera, conducido por fuerzas de la Guardia Civil que hacen entrega del mismo a las de Infantería antes citadas, procediendo estas, previo el «cúmplase la sentencia» pronunciado por Su Señoría, a la ejecución, siendo reconocido por el señor médico Silverio Luis Ramón Gracia, que certifica su defunción y habiendo sido aquel auxiliado espiritualmente por el señor capellán de las cárceles de esta ciudad». Se ordena el enterramiento, inscripción de la defunción, etc. Firman todos los testigos menos el capellán, quien al parecer no se mezclaba en aquella ceremonia terrenal más allá de cerciorarse de que el rojo que dejaba por la fuerza este mundo, lo hacía en gracia de Dios. Y así era de ordinario.
¿Se han recuperado de alguna forma los cadáveres de los fusilados extrajudiciales? ¿Hay listas con sus nombres en los cementerios recordándoles?
VPL.- No se han recuperado, salvo una docena de personas. Además, buena parte de ellos fueron trasladados al Valle de los Caídos en envíos sin identificación ni autorización de los familiares. Desde finales de agosto de 1936 y hasta marzo de 1938, cuando cayó el frente de Aragón, el cementerio oficial estuvo en poder de las milicias anarquistas, de modo que se hizo necesario habilitar un viejo cementerio ubicado en un lugar del extrarradio conocido como cerro de Las Mártires donde se enterró a fusilados, pero también a caídos en el frente y fallecidos ordinarios de la ciudad. Desde Huesca se trasladaron a Cuelgamuros restos de casi mil personas en envíos realizados en 1959, 1960 y 1964.
Tampoco hay listas en los cementerios para recordar estas circunstancias y poner nombre a las víctimas en los lugares donde fueron enterradas o donde sospechamos que quedaron sus cuerpos. El Ayuntamiento de Huesca tiene sobre la mesa una propuesta nuestra para materializar una ruta de la memoria que ubique las tumbas y cuadros de sepulturas donde yacen las víctimas de la represión, pero hasta la fecha no se ha hecho nada.
RMO. En estos últimos años, desde la sociedad civil a través de sendas iniciativas ciudadanas, se han realizado dos Memoriales de recuerdo a las víctimas del franquismo en Huesca. Uno de los monumentos se inauguró en el denominado Parque Mártires de la Libertad, recoge el nombre de 545 víctimas y se ubica junto al cementerio viejo del mismo nombre, lugar de ejecución y enterramiento utilizado por los sublevados desde septiembre de 1936 a febrero de 1937. El segundo Memorial, inaugurado posteriormente y con un listado más preciso de víctimas, está ubicado en el cementerio municipal de Huesca, el lugar de memoria más caracterizado de la ciudad, precisamente en el escenario de varios cientos de fusilamientos en 1936 y desde 1938 a 1945. Ubicado en el recinto de lo que constituyó el cementerio civil, en la misma pared donde tenían lugar las ejecuciones, está enclavado junto a la tumba del capitán Fermín Galán, fusilado en diciembre de 1930 como consecuencia de la sublevación de Jaca.
Otro descanso, el último.
Vale, de acuerdo.
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Primera parte de esta entrevista: Entrevista a Víctor Pardo Lancina [VPL] y Raúl Mateo Otal [RMO] sobre el libro Todos los nombres. Víctimas y victimarios (Huesca, 1936-1945) (I). «Frente a un tribunal militar no había posibilidad de defensa» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=249489
Fuente: El Viejo Topo, julio-agosto de 2018
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