La última novela de Luís Mateo Díez «La piedra en el corazón» transcurre el 11 de Marzo famoso, pero no habla del trágico acontecimiento. Una chica enferma del alma irradia su destemplanza, su disconformidad y extorsiona a los demás, descarga sobre sus padres su propio malestar. Entre encuentros y desencuentros con su padre vamos […]
- La última novela de Luís Mateo Díez «La piedra en el corazón» transcurre el 11 de Marzo famoso, pero no habla del trágico acontecimiento.
- Una chica enferma del alma irradia su destemplanza, su disconformidad y extorsiona a los demás, descarga sobre sus padres su propio malestar. Entre encuentros y desencuentros con su padre vamos a saber de su pasado. Todo sucede ese día fatídico, mientras se ven padre e hija en una cafetería para hablar de la desgracia personal y familiar, en la televisión hay unas imágenes terribles y a su alrededor hay un revuelo del que no se dan cuenta. Los dos asuntos no llegan a implicarse argumentalmente, pero sí se implican simbólicamente, el camino que las une es un camino sutil.
- Novela en la que el dolor íntimo se acompaña del dolor público incontrolado y universal, derivado del sufrimiento, del estupor y la ignominia.
- Luís Mateo Díez que levanta su novelística sobre geografías imaginarias, comarcas irreales como Celama, sabía que aquello tan terrible no entraría en sus intenciones de escribir, no había incitación literaria para escribir sobre el 11 M, pero sí le llegó una historia que necesitaba fecha, que la requería, una historia que producía emoción y misterio en Madrid, una ciudad entonces extraña y en la que los acontecimientos resultaban infinitamente mayores a la capacidad de asimilación, una ciudad en la que los acontecimientos se situaban por encima de todo lo normal y donde se vivía con horror e indignación, era una ciudad de la que el mismo Luís Mateo Díez no se podía ir porque tenía una vida paralela con sus ciudades en sombra.
- En «La piedra en el corazón» vuelve a uno de sus principales temas. Cualquier autor tiene sus temas fundamentales, aquellos que le obsesionan. Mateo Díez trabaja aquí sobre la enfermedad y la adolescencia, que es una edad enferma, edad de la no comprensión, ni le comprenden a uno ni uno comprende a los demás, es una conciencia de la incomprensión, de la contradicción y del vivir desorientado.
- Novela en tercera persona, con un capítulo en tono elegiaco en el que trata del despertar de un día cualquiera y del esfuerzo que debe hacerse cada día para sumarse a la vida, que tiene que ver con el de esta chica; nos hace llegar finalmente un aliento esperanzador.
- Quizás porque leer es un acto contundente, comprometido -hablamos de leer literatura, palabra concentrada, narrativa de significado que nos emociona y nos entretiene, no de esa cosa diluida que se pierde al momento de leerla, que no nos aporta nada- aquí hace falta cierto esfuerzo para recorrerla por la materia con que está hecha; es quizás la novela más fragmentada del conjunto de la obra del autor, pero no es artificiosa, el hilo conductor y la atmósfera le retienen a uno página tras página. Siendo perfectamente entendible busca el valor metafórico, y su construcción es miniaturista.
- «Cada historia tiene una forma de ser contada», decía Luís Mateo cuando hablábamos de la novela, «la historia que se me ocurre tiene su propio destino no el que yo le quiera dar, lo que tengo que hacer es seguir mi instinto, todo narrador tiene instinto, es un buen conductor para ver cómo puede contarse la historia, que no es sólo contar la vida, Irene Nemirowski, escritora que murió en Auswitch, a quien admiro, decía que contar la vida era otra manera de vivirla, dicho de otro modo, no es solo contar la vida sino el sentido de la vida, una conciencia del destino, una profunda vida interior».