Traducido para Rebelión por Mariví Martínez M.
Al cumplirse una semana entera de soberanía iraquí, el mundo apenas comienza a comprender en su totalidad la significación de la histórica ceremonia del traspaso de mando, que fuera adelantada en secreto para dos días antes de lo previsto y sin que ninguna de las altas personalidades estuviera presente. Ahora queda claro que esto puede ser el esquema para todas las demás fechas nacionales y festividades en el futuro en esta Era del Terrorismo.
Se espera que de ahora en adelante el presidente Bush dé la orden de que el 4 de julio se celebre al menos un par de días antes, aunque la Casa Blanca se reserva el > derecho de declarar el 4 de julio en junio o incluso en mayo si fuese necesario. El presidente tendrá plenas facultades también para anunciar que el Día de Acción de Gracias ya fue y pasó antes de que ningún terrorista tenga la oportunidad de marcar la fecha con violencia. Más aun, todas las ceremonias públicas se celebrarán en privado y tendrán una duración no mayor de 20 minutos. Cualquier oficial estadounidense deberá tener la posibilidad de escapar antes de que se haga un anuncio en caso de que los actos vuelvan a ponerse en escena para las cámaras de televisión.
Pero quizás la lección más importante que debemos aprender del traspaso de mando en Iraq es que bajo ningún concepto ninguna ceremonia deberá tener significado real alguno. Condoleezza Rice le escribió al presidente Bush «Iraq es soberano» lo que, según mi diccionario, significa «independiente de autoridad externa». Por supuesto la realidad es que Iraq tiene 140.000 soldados estadounidenses con base en su territorio, de quienes el gobierno iraquí no puede deshacerse y sobre los que no tiene ningún control más que el de autorizar más bombardeos en Falluja. El nuevo gobierno soberano tampoco puede procesar a ningún estadounidense u otro extranjero que haya asesinado, mutilado o torturado a civiles iraquíes durante el último año. Antes de salir corriendo de ahí, Paul Bremer sesudamente redactó la mayoría de las leyes del nuevo gobierno, lo que incluye fijar un tope del 15% a todos los impuestos a la renta personal y corporativa así como prohibir a los iraquíes conducir con una sola mano sobre el volante. Y ha formulado sus leyes de tal manera que el nuevo gobierno soberano de Iraq no puede hacer absolutamente nada al respecto.
De más está decir que no puede derogar el Decreto 39 que súbitamente empuja a Iraq a buscar inversión extranjera mucho más allá de los lineamientos del Banco Mundial o de lo que se hace en Gran Bretaña o en EE.UU.. Las compañías extranjeras tienen ahora la libertad de saquear «a piacere» sin tener que > reinvertir localmente o tan siquiera garantizar que algo de las ganancias vuelva a Iraq. Y el gobierno soberano de Iraq que espere sentado si no le gusta. El traspaso de «soberanía» sencillamente tuvo tan poco sentido como el traspaso del control de Saddam Hussein de EE.UU. a Iraq. Aún está siendo retenido por estadounidenses en un lugar secreto, pero «legalmente» él está ahora «bajo control iraquí». Es algo que solo se dice, no algo que realmente se crea. Secreto y control deberán convertirse en nuestro lema si es que la democracia ha de sobrevivir en la Era del Terrorismo y si es que ha de seguir enfrentando a los enemigos de la libertad, tiranos como Saddam Hussein, que operan a través del secreto y el control tan contrarios a nuestras propias costumbres.