Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
La reacción en Iraq ante las exigencias estadounidenses de utilizar bases militares permanentes y otra serie de derechos ha sido de furia tal que Washington está ahora ofreciendo concesiones limitadas en las negociaciones. George Bush está dispuesto a modificar algunas de las demandas para que el gobierno iraquí pueda declarar que ha habido «concesiones significativas» por parte estadounidense y permita así que se firme en Bagdad el acuerdo el 31 de julio.
En la práctica, hay muchas menos «concesiones» estadounidenses de lo que pudiera en principio parecer. Por ejemplo, EEUU está bajando el número de bases que quiere utilizar de 58 a «unas cuantas docenas» y dice que está dispuesto a transigir en el tema de la inmunidad legal para los contratistas extranjeros, según información filtrada a este periodista.
Pero EEUU sólo mantiene actualmente unas 30 grandes bases en Iraq, algunas del tamaño de pequeñas ciudades; el resto son «bases para operaciones de avanzada».
El embajador de EEUU en Iraq, Ryan Crocker, negó mi informe de que EEUU quería bases permanentes en Iraq. Pero la realidad de los planes estadounidenses es que la autoridad iraquí sería puramente nominal, con unos cuantos soldados iraquíes estacionados en el exterior de las bases.
Será también difícil para EEUU conceder que las decenas de miles de contratistas extranjeros en Iraq, que van desde hombres armados de seguridad a equipos de apoyo, sean responsables ante la ley iraquí porque el ejército estadounidense depende en gran medida de esas fuerzas y apenas podría operar sin ellas.
El nuevo acuerdo entre Iraq y EEUU es, en teoría, un «estatuto de acuerdo sobre fuerzas militares» que EEUU tiene ya con más de 80 países, pero que, en la práctica, es una maniobra de la administración estadounidense para evitar llamar tratado a un acuerdo que, bajo la ley estadounidense, tendría que ser entonces remitido al Senado. Con los políticos estadounidenses completamente absorbidos por las elecciones presidenciales, parece que congresistas y senadores sienten un interés muy limitado a la hora de pedir que se les someta el acuerdo en cuanto se firme.
El destino del nuevo acuerdo puede depender de la actitud de Irán, que lo ha denunciado ferozmente, proclamando que servirá para esclavizar permanentemente a Iraq, convirtiéndolo en un estado clientelista estadounidense. Entre los altos cargos políticos iraquíes que han denunciado el acuerdo hay personalidades del principal partido en el gobierno, el Consejo Supremo Islámico de Iraq (ISCI, en sus siglas en inglés), como Yalal al-Din al-Saghir.
Se le citó exclamando: «¿Hay o no hay soberanía en Iraq?». «Si se les deja [a EEUU], van a pedir inmunidad hasta para los perros estadounidenses. Otros políticos iraquíes han cuestionado la continuación de la ocupación estadounidense en la forma que sea.
El Primer Ministro de Iraq, Nuri al-Maliki, prometió a los dirigentes iraníes durante su visita a Teherán del pasado fin de semana que no iba a utilizarse el territorio iraquí como plataforma estadounidense para un ataque militar contra Irán. Se percibe que los políticos iraquíes dentro del ISCI que más vehementemente se oponen al acuerdo están muy próximos a las milicias Badr, rama armada del ISCI, que ha mantenido tradicionalmente estrechos lazos con Irán.
N. de la T.:
Véase anteriores artículos de Patrick Cockburn sobre la cuestión traducidos y publicados en Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=68481;
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=68619
Fuente: http://www.counterpunch.org/patrick06122008.html