Recomiendo:
0

Entrevista a Osvalde Lewat-Hallade

Fuentes: Rebelión

Osvalde Lewat-Hallade (Camerún, 1976) es uno de los nombres destacados del cine africano a nivel internacional. Reconocida como una de las directoras de documental más rupturistas de los últimos años, se encuentra en la actualidad a punto de dar el salto a la ficción. Poco después de asistir a la 29 edición del Festival de […]

Osvalde Lewat-Hallade (Camerún, 1976) es uno de los nombres destacados del cine africano a nivel internacional. Reconocida como una de las directoras de documental más rupturistas de los últimos años, se encuentra en la actualidad a punto de dar el salto a la ficción. Poco después de asistir a la 29 edición del Festival de cine africano Vues d’Afrique en Montreal y de pasar por Nueva York para celebrar el 20 aniversario del African Film Festival en la gran manzana, mantuvimos una conversación sobre su trayectoria profesional, su praxis fílmica y sus retos futuros.

Beatriz Leal Riesco: Recientemente regresaste a Canadá después de más de diez años, invitada por el festival Vues d’Afrique para mostrar una retrospectiva de tus películas. Tras formarte y trabajar como periodista, te trasladaste a Canadá para estudiar los rudimentos del lenguaje cinematográfico. ¿Cómo te sentiste al regresar al país donde empezó tu carrera de directora?

Osvalde Lewat-Hallade: Canadá me propuso realizar una retrospectiva de mis películas y, además, entregarme un premio en honor al conjunto de mi trabajo. Este hecho me emocionó sobremanera. Regresar al lugar donde comencé y realicé mi primera película, es simbólicamente importante. En el momento que me hicieron llegar la propuesta de recibir este premio por mi trabajo, me pregunté si no era un poco prematuro. Finalmente, decidí aceptarlo ya que, si bien una no realiza películas para recibir premios, se trata, sin embargo, de la señal de que el trabajo que realizas le habla al público, a la audiencia, y es valorado por algunas personas. Es el combustible para seguir adelante.

B: Tu película novel trataba del pueblo amerindio del Canadá. Poco después, te desplazaste a tu país de origen (Camerún), posteriormente al Congo e incluso has llegado hasta la frontera palestino-israelí para filmar tus documentales. Tus películas han sido consideradas políticas, controvertidas, críticas, urgentes… ¿Qué opinas de estas etiquetas? ¿Cuáles son las motivaciones que te llevan a elegir un determinado tema y trabajar con él?

O: Esta necesidad de clasificar proviene de otros. Tales etiquetas no me molestan, aunque tampoco las reivindico. Me siento como aquel que pone su mirada sobre las cosas y quiere compartir esa mirada con el mayor número de personas posible. Disfruto parándome en las situaciones en las que la mayoría de la gente no tiene interés de hacerse eco. Me interesan las personas al margen, aquellas que no pueden hacer oír su voz, su causa. A veces, ante una situación que encuentro injusta, intolerable, me siento ante la obligación de tomar la cámara. No he conceptualizado mi relación con el cine o el documental antes de comenzar a realizarlo sino que sigo mis sentimientos y esa agitación interior que me empuja a remar contra corriente cuando noto que es indispensable. No soy una cineasta militante. Comprometida, quizás… Si fuese absolutamente necesario encontrar una palabra para definir el conjunto de mi trabajo, esa palabra, sin duda, me describe más que ninguna otra. Hoy, con la perspectiva que da la distancia, con el paso del tiempo, me doy cuenta de que mis películas forman un conjunto. Existe un hilo rojo que atraviesa mi trabajo, y este hilo rojo es mi negativa a desviar mi mirada, mi negativa a callarme cuando sé que es mi deber intervenir en un debate y aportar un enfoque particular. Nunca me levanto por la mañana diciéndome, «mira, hoy, me voy a comprometer». Todo surge con naturalidad, casi de manera intuitiva.

B: Con anterioridad, has citado a Sembène Osuman, Souleymane Cissé y Mahamat-Saleh Haroun como aquellos cineastas africanos «que te hablan» de una un otra forma. ¿Cuáles serían sus pares internacionales?

O: Existen muchos otros cineastas de los que admiro su trabajo y que me animan a continuar haciendo películas y, sobre todo, a dar el salto a la ficción. En los Estados Unidos podría nombrar a muchos de los más conocidos. Sin embargo, voy a citar aquellos de los que conozco su filmografía de memoria y que me hablan de una manera más profunda: Abbas Kiarostami, Yozujiro Ozu, Carl Theodor Dreyer, Kim Ki Duk, Krzystof Kièslowski, Terrence Malick, Emir Kusturica, Wim Wenders… Me paro aquí porque soy una gran cinéfila y me resultaría agotador citar a todos aquellos directores que amo.

B: Aunque habitualmente te ocupas de temas de mujeres, estoy de acuerdo con el académico y crítico de cine Alexie Tcheuyap en que tu estilo y los temas que eliges son diferentes de aquellos a los que las directoras africanas se han tradicionalmente acercado. En los últimos tiempos, más y más mujeres en África están usando el cine sin sentirse confinadas a los «temas de mujeres», investigando nuevos géneros, estilos y temas. ¿Crees que, en los próximos años, asistiremos a un gran cambio en las películas (tanto de ficción como documentales) hechas por directoras del continente?

O: Estos cambios son ya visibles. Las mujeres directoras se lanzan cada vez más a investir en aquellos campos que eran tradicionalmente cotos de caza masculinos. Lo normal, para algunos, es que las mujeres se centren en hacer películas sobre las mujeres. Encuentro éste planteamiento reductor, ya que una mujer que tiene algo que decir no debe autocensurarse bajo el pretexto de que no tiene calidad suficiente para tratar ese tema. La evolución que se está dando en el cine es parte de un movimiento general que toca por igual a otros sectores donde las mujeres habían sido percibidas a través de un cierto prisma limitativo. Alguien me hizo ver recientemente que en la historia del cine tan sólo una mujeres ha obtenido el Oscar a la mejor directora (Kathryn Bigelow, 2009) y lo mismo ocurre con la Palma de Oro en Cannes (Jane Campion, 1993; ex aequo, además). Espero que en los años por llegar veamos a más mujeres recibiendo estos galardones.

B: Algunos de tus documentales previos se adentran en diversos aspectos de la sociedad camerunesa, pero en tu última película te trasladaste a Mali. ¿Estás planeando regresar pronto a tu país a filmar?

O: Regresar a Camerún será un grandísimo honor. Estamos trabajando en este sentido…

B: Uno de mis documentales favoritos tuyos es Sderot, Last Exit (2012), filmado en una escuela de cine progresista en la frontera palestino-israelí, un documental que mira directamente a la cara a muchísimos problemas del área y, por extensión, de la realidad política internacional. Para cualquiera, ir a filmar a este lugar y tratar temas tan delicados es un acto de valentía. ¿Es Sderot tu trabajo más complejo hasta la fecha en cuanto a obtener respuestas de aquellos a los que entrevistabas?

O: Sderot fue muy difícil durante la fase de casting. Las personas no siempre comprendían por qué quería hacer una película sobre su escuela, en su casa. Como, además, todos van allí a filmar la guerra; ¿por qué no yo? Debí explicarles, convencerles. Tras haberlo aclarado pude trabajar rodeada de una gran serenidad. El estatuto de la realizadora te sitúa en una posición por encima de ciertas consideraciones que pueden dificultar este tipo de trabajo. Finalmente, acabé haciéndome grandes amigos en Sderot y el equipo con el que trabajé era formidable. Fui incluso hasta un pueblo beduino que celebraba la cena del sabbat. Esta película me ha aportado muchísimo. Ha enriquecido mi reflexión sobre la alteridad y la relación con el otro. Al principio, me veían como una africana un tanto curiosa. Además, era la primera vez que una mujer negra venía a filmarlos. Si hubiese sido americana o europea hubiesen comprendido ipso facto. Es evidente que no todo el mundo quiso participar en la película, pero aquellos que lo hicieron estuvieron disponibles y fueron extremadamente generosos en sus intercambios conmigo.

B: He oído que actualmente estás trabajando en una película de ficción. ¿Me puedes contar algo al respecto?

O: Aún no. El parto está siendo un tanto laborioso pero estoy a punto de terminar el guión…

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.