Las Fuerzas Armadas españolas han vuelto a Irak tras más de diez años de ausencia. Los primeros 30 militares, miembros del Mando de Operaciones Especiales, con sede en Rabasa (Alicante), llegaron a mediados de enero a Bagdad con la misión de iniciar la formación del Ejército iraquí y facilitar el despliegue del resto del contingente […]
Las Fuerzas Armadas españolas han vuelto a Irak tras más de diez años de ausencia. Los primeros 30 militares, miembros del Mando de Operaciones Especiales, con sede en Rabasa (Alicante), llegaron a mediados de enero a Bagdad con la misión de iniciar la formación del Ejército iraquí y facilitar el despliegue del resto del contingente español, compuesto por otros 270 soldados.
Con los únicos votos en contra de Izquierda Plural, el Bloque Nacionalista Galego (BNG) y Compromís, además de la abstención de Amaiur, el Congreso de los Diputados aprobó en octubre sumar las fuerzas españolas a la misión internacional liderada por Estados Unidos para combatir al Estado Islámico y el yihadismo.
Pese a que Morenés se esforzó en explicar que el cometido de los 300 legionarios que se desplazarán a Irak «no es combatir», reconoció que «todo puede pasar». Fernando Tello, veterano de la primera misión española en Irak, solo espera que los militares que se desplegarán en el país en esta ocasión «no pasen por lo mismo» que él.
Tras cinco meses en Irak, Tello sufrió estrés postraumático, lo que le costó la renovación con el Ejército, que lo consideró «incapacitado para el servicio». Lo que era una «misión humanitaria» se convirtió en una guerra de ocupación para la que los mandos -algunos de los cuales «se escondían debajo la mesa» durante los ataques-, no les habían preparado.
Escoltas del petróleo en misión humanitaria
«Íbamos, supuestamente, en misión humanitaria, pero yo no regalé ni un bolígrafo, ni una pegatina, ni un cachito de pan a un niño, nada», comienza Tello, explicando que los soldados que formaron parte de la primera misión española en Irak se dieron cuenta muy pronto de lo que sería su día a día: «A los diez días ya nos recibieron con fuego de mortero».
«Allí pasaba todo de noche», relata el exmilitar español, que confiesa que aún debe medicarse para evitar «ataques de ansiedad». «Cada noche te hostigaban, no te dejaban dormir. Por la mañana salías cansado, había emboscadas… Los primeros ataques nos cogieron por sorpresa y casi en la cama», denuncia Tello.
«No nos prepararon para lo que nos íbamos a encontrar. Antes de ir nos mandaron un vídeo donde nos mostraban una situación de pobreza y tal, pero no ese extremo de violencia», continúa el exmilitar. Además de los ataques, la rutina diaria también sorprendió a los soldados: «Dimos más viajes de escolta de gasolina que para dar ayuda a los niños».
«Lo de la colaboración humanitaria lo hice una vez o ninguna, y escoltar a los camiones de gasolina para que se fueran por la frontera de Kuwait, 300.000 veces», revela Tello en su conversación con Público.
Preguntado al respecto, el exmilitar lo reitera sin dudar: «A escoltar camiones de petróleo, a eso nos dedicábamos en Irak ¡Que se atrevan a decirme que es mentira! Íbamos cinco o seis BMR [Blindado Medio sobre Ruedas] intercalados entre cada 20 ó 30 camiones de gasolina. Imagínate los camiones que podían irse. Eso era un interés político y económico total. Así nos jugábamos la vida. Pero claro, como la vida de la gente importa poco mientras que otros se lleven los intereses como se los llevó Aznar…»
Entrenando enemigos
El destacamento español se encuadró en la Brigada Plus Ultra, junto a los efectivos de Honduras, El Salvador, Nicaragua y República Dominicana, desplegada en el centro y sur del país. Además de asegurar la paz, uno de sus principales cometidos era instruir a las fuerzas iraquíes, al igual que en la nueva misión en el país que llevarán a cabo las fuerzas españolas.
Tello expone a este medio la doble cara de dicha tarea. El veterano está «casi seguro» que muchas de las personas que recibían instrucción «eran insurgentes». «Al principio no te dabas cuenta, pero luego, cuando de repente un día no aparecían, esa misma noche pasaba algo», recuerda. Los soldados empezaron a relacionar las ausencias de los cadetes iraquíes con los ataques a la base.
«Si vas allí para que puedan tener un país en paz, y terminas entrenado al enemigo… Al final te puedes encontrar con algo que no esperas. Se supone que lo dejas todo para ir allí a enseñarles, y te lo devuelven a hostias», refleja con crudeza el exmilitar español.
«Los que te enseñan, debajo de la mesa, y tú, al frente»
Fernando Tello perdió 14 kilos en los cinco meses que pasó en Irak. Además de la tensión por los combates y la falta de sueño, alude directamente a la mala planificación de los altos mandos y la falta de comida y material: «Aquello fue un desastre de misión. No se nos dio ni la seguridad ni el armamento eficaz para esa situación».
«Nos hacían contar hasta las balas… Había una falta de recursos generalizada», prosigue, rememorando un sinnúmero de situaciones en las que las vidas de los soldados corrieron peligro por las decisiones de unos mandos a los que llegó a ver «debajo de la mesa» durante un ataque. «Los que te enseñan a ti, debajo de la mesa, y tú, al frente».
Una de esas situaciones llegó cuando una patrulla de soldados españoles se quedó aislada, sin munición y bajo fuego enemigo. El destacamento que salió en su rescate también tuvo que ser socorrido. «Ni llegamos a dar apoyo al primer grupo ni nada. Íbamos con cinco cargadores, a 30 balas cada uno… Con 150 balas en esa clase de misión no tienes ni para empezar», recalca.
«Yo era tirador selecto -sigue Tello-, un paso antes de lo que el público conoce como francotirador. Y resulta que al llegar allí me dieron un arma con la que no había disparado en mi vida». Explica que sólo pudo cambiar su arma cuando consiguió que ésta sufriera un accidente. «Yo al principio estaba vendido. Si disparaba era para hacer ruido, porque otra cosa no podía hacer».
Y luego estaba «el tema de la comida»: comedores que no tenían en cuenta el horario de las misiones, soldados forzados a guardarse la comida y racionarla por sí mismos… «Me parece vergonzoso que un Ejército de un país moderno vaya en estas condiciones».
«Volvería al Ejército de cabeza»
El discurso del veterano español está plagado de amargas referencias a la moneda con la que le pagó el Ejército los sacrificios que realizó en los cinco meses de misión en Irak: «Después de pasar por todo eso, te echan a la calle, te dan la patada en el culo y no te dicen, oye, qué buen trabajo. No, no. Resulta que te estás escaqueando porque pides la baja psicológica».
El Ejército lo declaró «incapacitado para el servicio» y no le renovó el contrato. «Me vi con 24 años tomando ocho pastillas diarias. Cada 10 ó 15 días iba a hablar con psicólogos y psiquiatras», rememora. Ahora, con 34 años, aún no puede hacer vida normal, debe medicarse, no puede conducir solo y avisa de que «cualquier cosa» puede provocarle un ataque de ansiedad.
Pese a ello, afirma que le «parece bien» que los soldados españoles vuelvan a Irak. «No me gustaría que pasaran por lo mismo que pase yo bajo el mando militar español. Es que están vendidos». Todo lo sufrido no parece haber cambiado el compromiso de Tello con las Fuerzas Armadas. «¿Yo? Si me dejaran volver al Ejército lo hacía de cabeza…»
Fuente original: http://www.publico.es/internacional/escoltar-camiones-petroleo-hacia-frontera.html