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El redactor de Internacional de Il Manifiesto escribe sobre el secuestro en Iraq de su compañera

Esperando a Giuliana

Fuentes: La Jornada

Giuliana Sgrena, enviada del diario italiano Il Manifesto en Irak, fue secuestrada el viernes 4 de febrero por un comando de ocho hombres armados a la salida de la mezquita al-Mustafa, en el barrio de al-Jadhriah, en Bagdad. Desde entonces, no tenemos ninguna información segura. ¿Estará en las manos de la Jihad islámica? ¿O de […]

Giuliana Sgrena, enviada del diario italiano Il Manifesto en Irak, fue secuestrada el viernes 4 de febrero por un comando de ocho hombres armados a la salida de la mezquita al-Mustafa, en el barrio de al-Jadhriah, en Bagdad.

Desde entonces, no tenemos ninguna información segura. ¿Estará en las manos de la Jihad islámica? ¿O de una de las muchas bandas de criminales comunes, que secuestran para obtener rescate y luego venden sus rehenes a algún grupo más «motivado» políticamente? ¿Tiene algún fundamento la hipótesis aparentemente demencial de una provocación en contra de una periodista y de un periódico de izquierda, ejecutada con la participación del gobierno títere de Allawi o de algunos servicios de inteligencia? Hipótesis menos descabellada de lo que parece, si se tiene en cuenta que el embajador estadunidense en Bagdad es John Negroponte, que dirigía la misión estadunidense en Tegucigalpa cuando se fraguó el affaire Irán-contras en los ochenta.

Hasta el momento se han divulgado cuatro mensajes de reivindicación en sitios de Internet islamistas que, al decir de los expertos, serían «poco confiables». El primero, difundido el día de su desaparición, confirmaba el secuestro y lanzaba un ultimátum. En el segundo, dos días después, se leía que Giuliana estaba bajo proceso como espía. El tercer mensaje, 7 febrero, anunciaba que el interrogatorio de la rehén descartaba «categóricamente» su involucramiento en acciones de espionaje y anunciaba su liberación «dentro de algunos días». El último mensaje, al menos hasta el momento, del 8 de febrero, afirma -en abierta contradicción con el anterior- que «la sentencia de Dios ha sido ejecutada».

Los primeros tres comunicados son firmados por la Organización para la Jihad islámica de la Mesopotamia, el cuarto por las Brigadas de los Mujaidines. Estos mensajes contenían referencias a Giuliana y acusaciones contra el «criminal» primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, demandándole el retiro inmediato del contingente de 3 mil soldados enviado a Irak.

En Il Manifesto hemos tomado estos comunicados con mucha prudencia y estamos a la espera. En secuestros anteriores los tiempos han sido en general bastante largos.

Lo que nos hace esperar una conclusión feliz del secuestro de nuestra amiga y colega Giuliana es la gran movilización de la sociedad italiana en todos los niveles, hasta en el propio gobierno de Berlusconi, preocupado por un posible desenlace sangriento de este secuestro.

Un final trágico reforzaría las protestas contra la ocupación y daría nueva fuerza a quienes reclaman -desde la sociedad civil y desde la oposición parlamentaria- la salida del contingente militar italiano de Irak.

Ataque a «una amiga del mundo
árabe» y a un diario de izquierda

Il Manifesto ha tratado de activar su red de contactos en el mundo árabe-islámico y en particular en Irak. Nuestro enviado, Stefano Chiarini -quien cubrió la primera guerra del Golfo en 1991- estaba en Bagdad junto con Giuliana, para cubrir las elecciones iraquíes. El día del secuestro, Chiarini regresaba a Roma, pero al enterarse del hecho reingresó a Irak para coadyuvar en su liberación.

Todos nos preguntamos ¿por qué atacar una periodista como Giuliana Sgrena -conocedora y amiga del mundo árabe (aunque no de los fundamentalistas), veterana corresponsal de guerra (Somalia, Argelia, Afghanistán e Irak)- y a un periódico como Il Manifesto -de izquierda, siempre a favor de la causa palestina, en contra de la guerra, que habla de «ocupación» y no de «liberación» y «democratización» de Irak, que escribe «resistencia» donde otros señalan «terrorismo»?

La respuesta es simple. La ocupación militar y la guerra impuesta por los estadunidenses ha provocado una situación fuera de control, una involución hacia la barbarie y un caldo de cultivo para atizar los impulsos más fanáticos del fundamentalismo islámico. Es finalmente, un regalo a Osama Bin Laden y a todos los que fomentan un «choque de civilizaciones».

El secuestro de Florence Aubenas, periodista de un diario de izquierda como Libération y ciudadana de un país como Francia, que se ha opuesto a las aventuras estadunidenses, lo demuestra. Así como el secuestro de dos periodistas de Le Figaro, Christian Chesnot e Georges Malbrunot. Al igual que el rapto en septiembre de dos pacifistas italianas Simona Torretta y Simona Pari que trabajaban paliando los sufrimientos del pueblo iraquí. Y, antes el secuestro de Enzo Baldoni, pacifista y de izquierda, que fue ajusticiado en agosto pasado sólo por ser italiano.

Desde el mundo árabe ha habido una ola de solidaridad con Il Manifesto. El 7 de febrero el Consejo de los Ulemas, principal organismo de los religiosos sunitas en Irak, emitió un comunicado en el que recordaba que Giuliana es amiga del pueblo iraquí y pedía «a los musulmanes» liberarla lo más pronto posible.

Al Jazeera transmitió un mensaje nuestro para la liberación de Giuliana, leído también por al-Arabyia. Al Jazeera emitió también un video acerca de Il Manifesto y de Giuliana «mujer de paz», y su propio mensaje pidiendo la liberación de Giuliana y de Florence. Il Manifesto y Libération planean iniciativas comunes para los próximos días.

Han sido fuertes las repercusiones del secuestro de Giuliana en Irak y en el mundo árabe. Al-Zarkawi, el Zorro del terrorismo islámico en Irak, difundió un comunicado vía Internet en respuesta a los ulemas, desmintiendo la participación de Al Qaeda en el secuestro.

Por esto, a pesar de la angustia que nos provoca este suceso, somos -queremos ser- cautamente optimistas.

Maurizio Matteuzzi es redactor de la sección internacional de Il Manifesto y responsable para América Latina