Recomiendo:
0

Estreno cinematográfico: "La vida es un milagro" de Emir Kusturica

Esperanza, caos y dialéctica

Fuentes: Rebelión

Siete años después de su última película («Gato negro, Gato Blanco»), Emir Kusturica vuelve a llevar a la pantalla una película escrita, producida y dirigida por él mismo. La acción se inicia en Bosnia los días antes de la guerra, en un pequeño pueblo de las montañas fronterizas con Serbia, donde todos los ciudadanos llevaban […]

Siete años después de su última película («Gato negro, Gato Blanco»), Emir Kusturica vuelve a llevar a la pantalla una película escrita, producida y dirigida por él mismo. La acción se inicia en Bosnia los días antes de la guerra, en un pequeño pueblo de las montañas fronterizas con Serbia, donde todos los ciudadanos llevaban una vida apacible, con una relación cordial entre ellos, independientemente de su religión. Según el relato de la película, la violencia nace en Sarajevo y se extiende por todo el país, a partir del inicio de la guerra la vida de todos los protagonistas cambiará completamente.

El film de Kusturica, al igual que sus trabajos anteriores, tiene una puesta en escena tremendamente barroca, caótica y surrealista, con gran protagonismo de la banda sonora compuesta por el propio director y Dejan Sparavalo. A pesar de desarrollarse la acción en tiempo de guerra, prevalecen los grandes espacios abiertos y verdes sobre los túneles subterráneos, al contrario que en su trabajo «Underground» más pesimista. Y esta es la principal diferencia entre ambas películas, «Underground» se rodó en fechas mas cercanas a la guerra civil de su país, mientras que en está última obra, Emir Kusturika se ha centrado en aquellas personas que son capaces de amarse sin distinción de religión o raza.

Cuenta Kusturica que el guión (escrito por él mismo junto con Ranko Bosic) está basado en una historia real. Un refugiado serbio, residente en la ciudad francesa de Toulouse, le contó su experiencia durante el conflicto a un amigo íntimo del director. Sobre esta historia personal el director hace una visión moderna de «Romeo y Julieta», en el que el protagonista masculino – Luka- es el alter ego del director en la película, como reconoce el mismo: «Me identifico mucho con el personaje de Luka: lo que me gusta de él es que no se deja llevar por el amor inmediatamente, intenta aplazar lo que siente por Sabaha porque desea que su hijo vuelva. Me gusta su forma de acercarse a ella, poco a poco. Yo habría hecho algo así. Y también me parezco mucho a él en su resistencia a admitir que había empezado la guerra. Cuando estalló, yo estaba en París y me pasé más de un mes negándome a admitir lo que estaba pasando«.

A pesar de las dificultades que representa el amor en tiempo de guerra, Kusturica ha escrito esta película y trae un mensaje de esperanza para este nuevo siglo: «No debemos ser pesimistas, sino que tenemos que ser muy realistas acerca de lo que vemos. En mi opinión, el siglo pasado fue el siglo de las guerras y los conflictos, pero había más esperanza que ahora. En el mundo en que vivimos, sin utopías, cada uno de nosotros tiene que construir su utopía personal, porque con cada espíritu, con cada alma que se salve, ganamos todos algo«.

Lo que no ha olvidado ni perdonado el director es la manipulación informativa durante todos los conflictos que surgieron en la antigua Yugoslavia, durante la película son constantes los guiños al espectador sobre el papel que tuvo la televisión en la propagación del conflicto y en transmitir una visión maniquea de la guerra, Kusturica ha declarado que: «la historia que se cuenta en ‘La vida es un milagro’ sucede durante la guerra y creo que la propia historia de la guerra la hace incluso más ideológica porque fue una guerra muy sucia. No fue en absoluto parecida a como se vio por televisión, porque fue una visión tan superficial y manipuladora que no podemos creárnosla«.

Y es que ni esta guerra, ni muchas otras, son una historia de buenos y malos. El propio Kusturica en el film que le lanzó a la escena internacional («Papá está de viaje de negocios») realizaba un ajuste de cuentas personal con el régimen de Tito, al que ahora le vinculan sus críticos. En sus películas siempre se le aprecia un interés por acercarse a realidades complejas, a través de grupos étnicos tan olvidados como los gitanos («El tiempo de los gitanos») o, incluso, mediante los títulos de sus películas «Gato negro, gato blanco» o «Subterráneo», que nos recuerdan que la realidad nos es blanca ni negra, y que hay procesos que sin ser perceptibles son los que cambian la historia.

La película puede tener una lectura tan inocente que recuerda a los clásicos del cine norteamericano como las películas dirigidas por Frank Capra, lo que para el director es un elogio. De este modo aprovecha para criticar el cine actual y lo que representa, ya que, según el director: «se fue el mejor período de Hollywood y tanto su cine como el de Lubitsch representan para mí lo mejor de esa época. Por desgracia, ese tipo de cine se ha perdido, y unos pocos, entre los que me cuento, estamos luchando, como los últimos mohicanos, por recuperarlo. Es desolador comparar el cine norteamericano de los años cuarenta y cincuenta con el de los años ochenta y el actual. Al verlo, uno se pregunta si realmente es un progreso para la humanidad haber cambiado de esa forma tan estúpida, tan idiota. ¿O es la nueva ideología que emplea Hollywood al servicio de un mundo como gran empresa en el que lo mejor es no provocar en el consumidor, y no el ser humano, el ciudadano, ninguna reacción humana? Es falso que el mercado sea la única medida y el único regulador de nuestros procesos sociales y psicológicos. Es una idea falsa y no puede durar mucho tiempo».