Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Me hallo en el vestíbulo de entrada del Parlamento Europeo en Bruselas y de repente veo que se produce un frenesí de actividad. Un grupo de hombres de mediana edad procedentes de Oriente Medio, formando grupo y claramente en una misión, están pasando con toda rapidez a través del servicio de seguridad.
Mi amigo, cristiano asirio, reconoce inmediatamente al ex portavoz del Parlamento iraquí y a otros diversos políticos sunníes de alto rango. Sabemos que deben reunirse después con Struan Stevenson, el diputado británico del Parlamento Europeo que deberá ocuparse de la delegación iraquí y que se propone plantear dos preguntas, a saber: ¿Dónde han ido a parar exactamente los dos mil millones de euros de la ayuda europea en Iraq? ¿Y por qué le han informado a su delegación de parlamentarios de que sus visados para viajar a Iraq no estarán preparados antes de dos semanas? Visados que, dicho sea de paso, se están retrasando también en el caso de una delegación estadounidense.
La respuesta a la segunda cuestión es relativamente sencilla: cuando los europeos reciban sus visados, las elecciones iraquíes del 7 de marzo ya habrán convenientemente pasado. Cuando yo trabajaba para las Naciones Unidas y debía salir de viaje con el cuerpo de prensa de la Organización, se concedían los visados en un par de días.
La razón principal de la llegada de una delegación iraquí de alto nivel, bastante antes de la fecha en principio fijada, está clara. El gobierno de Maliki en Bagdad acaba de anunciar que un importante número de candidatos -incluidos algunos que ahora se encuentran en el vestíbulo de entrada del Parlamento- son ex baazistas y que no tendrán derecho a presentarse a las elecciones.
Mi amigo asirio se huele gato encerrado, y lo mismo otros avezados iraquíes de los relucientes pasillos del Parlamento Europeo. El pasado diciembre, sin que precediera aviso alguno, la milicia iraní se apropió del campo petrolífero de Fakkah, junto a la frontera pero dentro del territorio iraquí. Y por si eso fuera poco, izaron la bandera iraní sobre suelo iraquí. El Departamento de Estado estadounidense dio la voz de alarma pero acabó decidiendo que esa era una disputa que debían resolver ambos países. Tanto la parte ofendida, Iraq, como la agresora, Irán, dijeron también que el pequeño asunto del campo petrolífero invadido se resolvería por la vía diplomática.
Y así parece que ocurrió, aunque es probable que los términos del «acuerdo» ni se admitan ni se pongan nunca por escrito. Este hecho no es apenas sorprendente porque la milicia armada de Irán empezó a abandonar el campo petrolífero de Fakkah más o menos al mismo tiempo que el gobierno de Maliki andaba muy atareado anunciando su lista de baazistas proscritos, casi todos los candidatos sunníes, de las elecciones de marzo. Así pues, si Irán parece haber conseguido excluir a los sunníes de las elecciones y abrir el camino al control chíi de prácticamente todo el país, ¿quién es el que ha estado muy ocupado ayudando a tirar de la palanca?
No podemos estar muy seguros, pero varios de los parlamentarios del Parlamento Europeo creen detectar la mano de Príncipe de las Tinieblas de Iraq, Ahmed Chalabi, restaurado ahora milagrosamente a la respetabilidad por el Primer Ministro Maliki y al frente de varios ministerios clave en Bagdad, encargado de la «reconstrucción» y financiado generosamente por la ayuda exterior. Chalabi, debemos recordar, junto con el influyente grupo de presión BKSH & Associates, ayudó a persuadir a la administración Bush de que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva y que, absurdamente, estaba vinculado a Al-Qaida. Chalabi fue posteriormente encontrado culpable del escándalo de la banca Petra en Jordania, y en 2004 se emitió una orden de búsqueda y captura tras ser acusado de falsificación.
¿Deberíamos sorprendernos de que los iraníes -con la aparente ayuda de otros- estén ayudando a decidir el nuevo Parlamento iraquí? Por supuesto que no. La invasión aliada de Iraq desencadenó un vacío de poder y rompió la hegemonía sunní. Los mullah de Irán se comprometieron a apoyar a sus vecinos chiíes y a aprovechar la situación para extender su influencia, a la vez que también se aseguraban de que hubiera un gobierno amistoso en Iraq que no volviera a meterse en otra guerra con Irán.
Todo lo anterior demuestra, por tanto, que EEUU y Europa tienen bastantes pocas posibilidades de influir en lo que pase en Iraq. Pero debemos continuar bombeando miles de millones en proyectos de reconstrucción no se sabe bien de qué (declarar que el dinero de Occidente se está utilizando para reconstruir mezquitas no es una idea muy acertada) sin saber dónde va realmente a parar.
Sin embargo, los mullah iraníes deben de estar encantados. No sólo Occidente les libró de un enemigo persistente, Saddam, sino que todo el equilibrio de poderes dentro de Iraq se trastocó y se puso del revés, con clara ventaja para Irán.
Y gracias al dinero de nuestros contribuyentes, Iraq es un lugar mucho más agradable para que los iraníes vayan de visita estos días.
Mark Seddon es ex corresponsal de Naciones Unidas y Jefe del Buró de Al-Jazeera English TV en Nueva York. Ha escrito para la mayoría de periódicos y revistas británicos, incluyendo The Guardian, The Independent, The Daily Mail, The Times, The Spectator, New Statesman, Private Eye, British Journalism Review y Country Life Magazine.
Fuente: http://bigthink.com/ideas/