«No he de callar por más que con el dedo,/ ya tocando la boca, ya la frente,/ silencio avises o amenaces miedo…» (Quevedo, recitado por Eva) Dicen que hace tres años que te fuiste, pero no es así, toda tu menuda y penetrante esencia sigue aquí. Tu pensamiento derramado en miles de folios sigue siendo […]
«No he de callar por más que con el dedo,/ ya tocando la boca, ya la frente,/ silencio avises o amenaces miedo…»
(Quevedo, recitado por Eva)
Dicen que hace tres años que te fuiste, pero no es así, toda tu menuda y penetrante esencia sigue aquí. Tu pensamiento derramado en miles de folios sigue siendo luz, que no deslumbra cegando sino que alumbra marcando la senda.
Lo que puedo decir sobre ti no llega desde el recuerdo sino desde la presencia. Y en tu presencia callo, escucho, y comparto tus palabras1.
Palabras para los altos mandatarios españoles que ante la ONU siguen negando la tortura y la existencia de presos políticos. «Con la autoridad que me da haber pasado la misma experiencia, miro a las presas y presos políticos de hoy y al comparar con el pasado sé que la situación es bastante más terrible. Están pasando cosas muy graves que muchos no quieren ver, como no quisieron ver en sus momentos los horrores del GAL y se reían. Gentes dóciles y acomodaticias que rehuyen la realidad y siguen, tan tranquilas. Me gustaría llevar a mis lectores hacia las profundas celdas de estos módulos tan especiales, construidos por la democracia, una infernal red de caminos desolados. Un interminable calvario plagado de torturas y de burlas, de jueces y forenses cómplices, de políticos que fingen ignorar y consienten, de agonías y muertes. Quisiera en fin llevarles, al borde del abismo donde tanta aberración ocurre para que, espantados, se hicieran la pregunta ¿Qué está ocurriendo aquí? ¿Cómo es posible permitir tanta barbarie?»
Palabras unidas siempre a la memoria histórica, no porque la desenterrase un juez estrella, sino porque siempre fuiste voz de los silenciados en la historia. «La cólera me crece como un tremendo gigante cuando veo el atropello. Tal vez eso tenga sus raíces en la infancia, en el recuerdo de niños ametrallados por negros aviones en un barrio de pescadores de la Barcelona roja» (..) «Me dijeron que les hablara un poco de mí, pero mi vida está ligada a la historia de mi pueblo. ¿Decirles, a estas alturas, que una mañana fuimos golpeadas por llevar flores rojas al entierro del compañero Patino, obrero de la construcción, muerto a tiros por defender unos derechos pisoteados; o que nos golpearon cuando denunciamos las torturas de los mineros asturianos; o que nos persiguieron como a unos perros por las calles de Baeza el día que quisimos rendir homenaje a un poeta del pueblo llamado Machado; o que recibimos tremendas amenazas cuando informamos en la Universidad atropellos que a todos nos conciernen?» (….) «Siempre me he sentido solidaria con los condenados y explotados de la tierra aunque la determinación de situarme de su parte, con todas las consecuencias, la tomé después de la muerte de un guerrillero en Bolibia»
Palabras para los Camisas Rojas, para Irak, para Palestina, para Irlanda, para Euskal Herria…»Falta ya de lenguaje para propagar los horrores a los que estoy asistiendo, cansada de publicar aburridísimos artículos que se repiten, sin saber que estructura dar al ensayo para que obligue a la reflexión, ni que formula impactante aplicar al cuento, y no siendo poeta, no hago más que buscar brechas por las que deslizar la misma denuncia de siempre: que la tortura sigue, para silenciar y paralizar a los pueblos en marcha, y que lo que está ocurriendo en las cárceles de la democracia es difícil de contar.»
Palabras para pensadores domesticados, columnistas del eslogan, para los amantes de la alta velocidad, a los que siempre les falta el tiempo. «Esa conversación exige muchas horas porque hay muchos problemas que se me han quedado en el aire. Aunque todos giran en torno a la necesidad de conocer los problemas, de desentrañarlos minuciosamente, de conocer para ser libres, en suma. De volver a investigar los problemas desde esa libertad que tanto cuesta ganar. De llegar más a fondo aún, de ser más libre todavía. Y así, paso a paso, ir liberándose y conociéndose y adquiriendo el compromiso de ser un ser humano.»
Palabras para el pueblo griego que combate. «A todos nos une y nos hermana esa gran fuerza común de soñar juntos en un mundo mejor en el que el ser humano lo sea de verdad. Que, lo repito con insistencia, la solidaridad es algo muy grande que comunica fuerza, fuerza que nos permite hoy aquí, en este pequeño rincón mitad isla, mitad trinchera, sentir que realmente somos una familia como una estrella roja: un solo corazón y cinco puntas en lugares distintos mirando el infinito; un universo de posibilidades»
Silencio para los pueblos del Estado español que aún duermen su placida siesta.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.