Las observaciones directas de los médicos y de algunos informes habían puesto de manifiesto un incremento en el número de malformaciones congénitas y casos de cáncer en Faluya que se habían relacionado con el posible uso de uranio empobrecido durante las duras batallas que tuvieron lugar en esa ciudad en 2004. A comienzos de 2010, […]
Las observaciones directas de los médicos y de algunos informes habían puesto de manifiesto un incremento en el número de malformaciones congénitas y casos de cáncer en Faluya que se habían relacionado con el posible uso de uranio empobrecido durante las duras batallas que tuvieron lugar en esa ciudad en 2004. A comienzos de 2010, los autores del artículo [1] organizaron un equipo de investigación que trató, mediante trabajo de campo, de recoger datos epidemiológicos sobre incidencia de cáncer, defectos congénitos y razón de sexos al nacimiento que permitieran evaluar si había tenido lugar un incremento de dichos problemas de salud después del año 2004.
El equipo de investigadores visitó 711 hogares de Faluya y recogió las respuestas a un cuestionario en árabe que indagaba sobre la existencia en la familia de casos de cáncer, malformaciones congénitas y mortalidad infantil. La población estudiada en la muestra fue de 4.843 personas y el porcentaje de respuesta al cuestionario fue algo mayor del 60%. Se calcularon los Riesgos Relativos [RR] (cuántas veces más probable es padecer el problema de salud en cuestión en la zona de estudio que en la de comparación) ajustados por edad y se compararon con los del Registro de Cáncer de Oriente Próximo (Middle East Cancer Registry, MECC) para 1999 y las tasas de Jordania del período 1996-2001.
Entre enero de 2005 y el final del período de estudio se encontraron 62 casos de cáncer, lo que supone un Riesgo Relativo de 4,22 (es decir, una incidencia 4 veces mayor que en la zona de comparación) con un Intervalo de Confianza entre 2,8 y 6,6 (como mínimo la incidencia casi triplica la «esperada» y podría ser casi siete veces mayor). De los casos de cáncer, 16 corresponden con tumores malignos infantiles (niños menores de 15 años), lo que representa un RR de 12,6 (casi 13 veces más incidencia de la «esperada») con un intervalo de confianza entre 4,9 y 32 (como mínimo el riesgo está multiplicado por cinco y podría llegar a ser 32 veces mayor). Según los tipos específicos de tumores, los riesgos más altos se encontraron en leucemias de todos los tipos en el grupo de edad de 0-34 (20 casos, un incremento de riesgo de 38), linfomas (ocho casos, riesgo nueve veces mayor), cáncer de mama de 0-44 años (12 casos, riesgo multiplicado por diez) y tumores cerebrales en todas las edades (cuatro casos, lo que supone siete veces más riesgo).
Para el cálculo de la mortalidad infantil se tuvo en cuenta la tasa media de natalidad del periodo 2006-2009 a la que se añadió 1/6 de la tasa anual para tener en cuenta el bimestre enero-febrero de 2010. En ese periodo, se encontraron 34 defunciones en menores de un año, lo que supone una tasa de 80 por 1.000 (80 defunciones por cada 1.000 nacidos vivos). Dicha tasa es 4,2 veces mayor que la de Egipto (19,8 por 1.000) y mucho mayor también que la de otros países del entorno, como Jordania (17 por 1.000) o la de Kuwait (9,7 por 1.000) en el año 2008.
El tercer hallazgo del estudio tiene que ver con una inversión de la razón de sexos (cociente entre el número de niños y el número de niñas) al nacimiento. Normalmente, esta razón en poblaciones humanas es una constante: nacen 1.050 niños por cada 1.000 niñas. Una alteración de esa cifra sugiere algún tipo de daño o agresión genética. Las razones encontradas por los investigadores están claramente alteradas, en especial en el grupo de edad 0-4 años: así, por cada 1000 niñas de las cohortes de 0-4, 5-9, 10-14 y 15-19 encontraron 860, 1.182, 1.108 y 1.010 niños. Se observa, por lo tanto, un déficit del número de varones en el primer quinquenio de edad.
Los datos epidemiológicos parecen apoyar rotundamente la existencia de un muy relevante incremento del número de casos de cáncer, en especial de tumores malignos habitualmente relacionados con la exposición a radiaciones ionizantes, y de malformaciones congénitas.
Más discutible es el hallazgo de la inversión de la razón de sexos al nacimiento: dado que se está realizando un análisis longitudinal de datos recogidos en un corte transversal, las cifras encontradas podrían deberse no a una inversión de la razón de sexos al nacer sino a una sobremortalidad diferencial masculina post-natal. Con la metodología empleada no es posible estimar ese sesgo y se debería ser muy cauteloso en las conclusiones sobre este tercer aspecto del estudio. Obviamente, el estudio no puede concluir -no era la pregunta- acerca de si se utilizó o no uranio empobrecido en la batalla de Faluya, pero aporta pruebas epidemiológicas que no descartan el uso de dicho tipo de armamento.
Notas:
1.- Cáncer, mortalidad infantil y razón de sexos al nacer en Faluya, Iraq 2005-2009.
[Original: Busby C, Hamdan M, Ariabi E. Cancer, Infant Mortality and Birth Sex-Ratio in Fallujah, Iraq 2005-2009. Int J Environ Res Public Health 2010; 7: 2828-2837. doi:10.3390/ijerph7072828]
Patricio Suárez es epidemiólogo y miembro de la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq (CEOSI)