«En nombre de Alá benevolente, misericordioso, ustedes tienen su Fe, yo tengo la mía». Mahoma, Sura: Los Infieles, El Corán «Está de moda», como diría un mediocre periodista – locutor de la emisora de radio más mediocre y más escuchada en nuestro país, está de moda aquí en Colombia y en el «mundo democrático occidental», […]
«En nombre de Alá benevolente, misericordioso, ustedes tienen su Fe, yo tengo la mía».
Mahoma, Sura: Los Infieles, El Corán
«Está de moda», como diría un mediocre periodista – locutor de la emisora de radio más mediocre y más escuchada en nuestro país, está de moda aquí en Colombia y en el «mundo democrático occidental», otorgarle la calidad de víctima al victimario.
Para salvar a Faluya del «terrorismo islámico» y devolverla a la «democracia» los marines de los Estados Unidos acaban de asesinar en esta ciudad a unos 1.200 iraquíes, de los cuales, según las fuentes de la resistencia, solo unas cien personas serían combatientes.
En todo Iraq la ocupación imperial ya ha masacrado a miles de árabes. La revista médica británica The Lancet acaba de publicar una investigación de científicos gringos, quienes estiman que las «muertes excesivas» de civiles de la posguerra en Iraq son aproximadamente 100.000. Lo que quiere decir que las víctimas son mucho más y que en su mayoría son ancianos, mujeres y niños.
Los propagandistas y agitadores de la «redentora democracia liberal occidental» siguen haciendo ingentes esfuerzos para mantenernos bien informados y para alertarnos sobre el peligro inminente que representa el mundo árabe y el Islam.
A Arafat, el guerrero de toda la vida por el territorio, la autonomía y la libertad para su pueblo, quien sobrevivió a más de 50 atentados por parte del terrorismo de estado israelí, hasta morir de viejo, se le cataloga como «el corrupto terrorista que impedía la solución del conflicto palestino – israelí».
A los iraquíes que antes eran mal vistos por ser seguidores de Hussein, ahora no se les quiere por ser shiíes o suníes, es decir, por ser árabes musulmanes y resistirse a la mesiánica ocupación de los Estados Unidos.
Para engordar un poco la indignación de los lectores sobre la «terroristización» a que son sometidas las culturas y las opciones políticas que no compartan del todo las bondades de la «democracia burguesa, anglosajona y judeo-cristiana» voy a compartir unas «reflexiones» de un periodista de Miami que según su página de Internet tiene la desalentadora y preocupante cifra de 6 millones de lectores en todo el mundo:
«Hay algo terriblemente enfermo en una cultura en la que no existen el perdón ni el olvido, permanentemente vuelta hacia el pasado, convencida de que todas las verdades ya han sido inscritas en un libro sagrado que determina quiénes son los infieles que deben ser sometidos o exterminados. Es en esa aberración moral donde radica la infinita capacidad de los árabes musulmanes para hacer y hacerse daño sin el menor vestigio de remordimiento. Algo que nada tiene que ver con la existencia de Israel o con la postura de Estados Unidos».
Este señor se apellida Montaner y no es propiamente un anglosajón protestante miembro de las sectas elitistas secretas de Yale o Harvard, de donde salen los «presidentes demócratas» que lanzan bombas atómicas en Hiroshima o Nagasaki para de manera perversa asustar a los rusos, napalm en Vietnam para acabar con el peligro comunista, «bombas inteligentes» para matar brutos fundamentalistas en Afganistan o Faluya, glifosato de la Monsanto para destruir a los campesinos «narcoterroristas» en Colombia.
No, se trata de un cubano exiliado, que ha dedicado su vida a mascullar odio hacia Fidel y el pueblo cubano por haber asumido la opción histórica de no seguir siendo el burdel de los Estados Unidos. Por lo visto le queda tiempo y ha decidido incursionar en el imperialismo cultural. Sus viperinas «reflexiones» sobre Cuba y sobre la cultura árabe nos recuerdan a Vargas Llosa y su lamentable metamorfismo de buen escribidor a gilipollas.
El Corán no es un libro de opresores o exterminadores, es el libro santo de los musulmanes, equiparable a la Biblia por su significado histórico cultural, es un monumento de la literatura universal. Por su influencia en el desarrollo espiritual y social de los pueblos de oriente el Corán pertenece a la herencia cultural de toda la humanidad.
Pretender invisibilizar el aporte de la cultura árabe a la configuración de nuestra civilización, desconocer que el Corán juega un importante papel en la realización del anhelo de la humanidad hacia el diálogo espiritual y el mutuo entendimiento solo se entendería como una argumentación racista e islamofóbica para justificar las nuevas cruzadas de estos días, que subyacen al imperialismo político y económico.
Por eso la importancia de la resistencia de Faluya y de todo el mundo árabe, porque representa una resistencia social, económica, política y cultural, una resistencia integral a la modernidad del capitalismo y a su cultura individualizante, de doble moral y consumo.
Finalmente, señor Montaner, para su información, un pequeño aporte de esa otra cultura que a usted no le gusta. El Corán es un libro que contiene 114 «Suras» tituladas (capítulos), divididas en «aleyas» (versículos) que tratan, como casi toda la literatura, sobre lo divino y lo humano.
Contiene una «Sura», la 109, sobre nosotros, los que no somos musulmanes, titulada «Los infieles», en su último verso dice lo siguiente de manera muy incluyente: «En nombre de Alá benevolente, misericordioso, ustedes tienen su Fe, yo tengo la mía».
No hay nada más arrogante que el despotismo ilustrado de los que creen tener la razón universal.