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Fantasma de Iraq en las urnas

Fuentes: Prensa Latina

La derrota en elecciones primarias del senador demócrata Joe Lieberman y el creciente rechazo de los estadounidenses a la invasión y ocupación de Iraq envían un mensaje preocupante a los republicanos, de cara a los comicios de medio término de noviembre. Hace sólo unos días, Lieberman, un ferviente defensor de la agresión al país árabe, […]

La derrota en elecciones primarias del senador demócrata Joe Lieberman y el creciente rechazo de los estadounidenses a la invasión y ocupación de Iraq envían un mensaje preocupante a los republicanos, de cara a los comicios de medio término de noviembre.
Hace sólo unos días, Lieberman, un ferviente defensor de la agresión al país árabe, se convirtió en la primera víctima política de esa aventura bélica, al ser rechazado en las primarias de Connecticut por un electorado opuesto a la embestida contra Bagdad.
Aunque el veterano congresista dijo que concursará como independiente en los comicios de noviembre, en su aspiración a un cuarto período en la Cámara alta, lleva sobre su piel la marca del progresivo rechazo de los norteamericanos a la guerra, algo que no deben perder de vista las filas del presidente George W. Bush.
El episodio de Connecticut no pasó inadvertido para el diario The New York Times, el cual consideró que la postura de los votantes de ese estado mostró su percepción hacia la agresión, devenida «un enredo desesperado y sangriento que ha enemistado mucho más al mundo con Estados Unidos».
Según el Times, «el desprecio de la Administración Bush hacia los acuerdos internacionales, prerrogativas del Congreso y la autoridad de las cortes ha minado las normas legales tanto en el extranjero como en casa».
En opinión del diario, los electores de Connecticut sintieron que Lieberman debió asumir otra posición cuando la Casa Blanca llevó al país a una crisis internacional y subvirtió las tradiciones básicas de la nación.
«Si minamos la credibilidad del Presidente, ponemos a nuestra nación en peligro», alegó Lieberman el año pasado frente a las críticas contra la guerra surgidas en el seno de su partido.
Durante las últimas semanas, el número de personas en Estados Unidos opuestas a la invasión en Iraq creció, a tono con los llamados a la Casa Blanca para que retire sus tropas del país árabe.
La más reciente encuesta difundida por la televisora CNN arrojó que el 66 por ciento de los norteamericanos está en desacuerdo con la agresión armada, en la que más de dos mil 600 de sus conciudadanos perdieron la vida y más de 18 mil resultaron heridos desde iniciada la guerra en marzo de 2003.
El estudio, realizado por la consultora Opinion Research Corporation, arrojó, además, que el 61 por ciento de las personas entrevistadas estimó que una parte de las tropas del Pentágono desplegadas en el país árabe debería regresar a fines de este año.
En sus comentarios al pie de la encuesta, CNN destacó que «el número de personas que dijo no apoyar la guerra en Iraq subió gradualmente» en los tres años y medio transcurridos desde el comienzo de la invasión.
El 57 por ciento de los estadounidenses consultados opinó que deberían establecerse los plazos para el retorno gradual de las fuerzas, plan que al parecer la Casa Blanca no se atreve a hacer, ante sus fracasos en tratar de detener las acciones de la insurgencia.
Para el Pentágono, el escenario iraquí se torna cada vez más complejo, síntoma nada halagueño para quienes tienen en Washington el peso de las decisiones político-militares, el grueso de ellas emanadas en los últimos siete años de cerebros republicanos.
A inicios de agosto el jefe del Comando Central, general John Abizaid, advirtió sobre el peligro de que la situación en Iraq desemboque en una guerra civil, aunque eludió considerar que el caos existente es consecuencia de la ocupación extranjera.
En una audiencia ante el Comité de Servicios Armados del Senado, el oficial atribuyó el clima de inseguridad en el país árabe a la llamada violencia sectaria, sin mencionar las acciones de la resistencia.
«Creo que la violencia sectaria ha alcanzado probablemente el peor momento que yo haya visto», indicó Abizaid.
Según el general, la máxima prioridad de las tropas estadounidenses es lograr la seguridad de Bagdad, hasta ahora incontrolable tanto para las fuerzas del Pentágono como para el gobierno iraquí, establecido con el visto bueno de Washington.
Desde el pasado año, a no pocos analistas en el mundo llamaba la atención el interés de Estados Unidos en etiquetar de guerra civil las acciones armadas, divergencias y en general el clima de inseguridad reinante en el país ocupado.
En uno de sus numerosos artículos sobre el tema, el periodista Robert Fisk, experto en asuntos del Oriente Medio, aseguró que ese ambiente es precisamente el que más beneficia a los estadounidenses en función de sus intereses.
Washington busca crear un clima de «terror tan intenso que conduzca a una guerra civil que haga que los iraquíes acepten cualquier plan que Estados Unidos proponga para Mesopotamia», consideró Fisk en una columna aparecida en el sitio digital Rebelión.
Conscientes de que el tema Iraq será clave en las venideras elecciones, ya los republicanos maniobran para tratar de contrarrestar el efecto que los fracasos en el país del Golfo Pérsico puedan tener en las urnas.
El líder de la mayoría oficialista en la Cámara de Representantes, John Boehner, prometió que utilizaría los debates del Congreso sobre la guerra en Iraq para fijar una plataforma de opinión que defina a los demócratas como una autoridad débil en lo que a seguridad nacional se refiere.
En los comicios de noviembre se someterán al escrutinio popular un tercio de los 100 puestos del Senado y todas las butacas de la Cámara baja (435).
Los republicanos tienen ventaja de 55 contra 44 ante los demócratas en la primera instancia congresional, donde un senador se considera independiente.
En la Cámara de Representantes la bancada oficialista también disfruta de ventaja, con 231 asientos, por 201 los contrincantes. Hay una plaza independiente y dos vacantes.
Las tendencias históricas en votaciones de medio término sugieren que los republicanos deben perder varias plazas, y no pocos analistas estiman que el costo político de la guerra en Iraq tendrá incidencia en ese movimiento, al ser uno de los fantasmas que rondarán las urnas.