El cineasta italiano Gianni Amelio vuelve al Festival de Venecia que lo premió con el león de oro en 1998 por «Cosi ridevano» con un filme aún más valioso, «La stella che non c’e», presentado hoy en concurso en la séptima jornada junto a una meritoria «work-in-progress», «Bobby», del norteamericano Emilio Estevez, y un mediocre […]
El cineasta italiano Gianni Amelio vuelve al Festival de Venecia que lo premió con el león de oro en 1998 por «Cosi ridevano» con un filme aún más valioso, «La stella che non c’e», presentado hoy en concurso en la séptima jornada junto a una meritoria «work-in-progress», «Bobby», del norteamericano Emilio Estevez, y un mediocre filme francés, «L’intouchable», de Benoît Jacquot.
Para su nuevo filme, Gianni Amelio se inspira parcialmente en una novela de Domenico Rea, «La dismissione», (prácticamente usa solo el punto de partida de un técnico que supervisa el traslado de un alto horno de una acería italiana a una china).
Amelio crea en colaboración con Umberto Contarello una historia hecha de ternura y de solidaridad entre el técnico que se paga el viaje a China para llevar un aparato por él creado, que reparará un defecto del alto horno, y una joven traductora de ese país.
Vincenzo Buonavolontà (magistralmente interpretado por Sergio Castellitto, en buena posición para llevarse una copa Volpi al mejor actor) es un héroe cotidiano de tiempos idos, que antepone el orgullo del trabajo bien hecho a su propia conveniencia.
Descubrió un defecto en el alto horno, del que cuidaba la manutención, y sin ningún rencor ni deseo de venganza por haber perdido el trabajo a causa del desmantelamiento de la acería siente como un deber seguirlo a China para tratar de repararlo.