La posición de España es lamentable; en nuestro entorno cercano, vergonzosa. El gobierno admite que la situación no es la ideal, e incluso toma medidas. Europa está preocupada por el tema, hasta el punto de proponer medidas económicas. La implantación de la Sociedad de la Información en España es un problema. Así que la señora […]
La posición de España es lamentable; en nuestro entorno cercano, vergonzosa. El gobierno admite que la situación no es la ideal, e incluso toma medidas. Europa está preocupada por el tema, hasta el punto de proponer medidas económicas. La implantación de la Sociedad de la Información en España es un problema. Así que la señora ministra de Cultura prepara la inminente aprobación de una ley que puede subir el precio de los ordenadores y las líneas de acceso a Internet en un 40%.
Como todo el mundo sabe, la mejor manera de fomentar un sector es gravarlo con canones y subir los precios. El gobierno español, para favorecer a un pequeño grupo de autores y a sus intermediarios económicos, va a pasarse por la Puerta de Alcalá la normativa europea y los consejos de Bruselas, el bienestar económico de un sector en expansión, sus propias promesas y el sentido común.
Otra vez nos vamos a quedar a las puertas de una revolución industrial. Otra vez nos vamos a separar de Europa. Otra vez vamos a perder el futuro mirando al pasado, para favorecer a unos pocos. Otra vez.
No se puede decir que no hayan avisado, una y otra vez. Incluso a veces el mensaje lo enviaba directamente la SGAE. No, no supone una sorpresa, ni va a encontrar grave oposición. Que se tranquilicen los viejos rockeros; no hará falta su huelga. Parece que tendrán lo que quieren.
No, avisar han avisado. Lo que no han hecho es escuchar. Pese a las protestas, las dudas, las críticas, las movilizaciones, las interpelaciones, la tensión y la generalizada oposición, la nueva reforma de la Ley de Propiedad Intelectual estará en breve en el Congreso.
Estarán contentos. Nos van a hundir a todos como nación.
Un país que objetivamente va atrasado en la implantación de la Sociedad de la Información nos vamos a convertir en pioneros de la «compensación» masiva e indiscriminada a los autores por la «pérdida» que les supone el reconocido derecho de copia privada. Y ya no sólo lo pagaremos en CDs y DVDs vírgenes: al parecer el canon va a extenderse a discos duros, ordenadores y memorias «flash».
Los iPod pagarán canon. Los llaveros «flash» pagarán canon. Los accesos a Internet pagarán canon.
¿Puede usted imaginarse lo que le va a hacer a la atrasada Sociedad de la Información española una subida del 40% en los ordenadores y el acceso a Internet? ¿Alguien es capaz de prever un futuro que no sea negro para la industria de las telecomunicaciones, para los fabricantes de ordenadores, para las empresas de la Red? ¿Nadie se ha mirado el desequilibrio económico que supone descalabrar una industria de miles de millones de euros para subvencionar los malos modos de hacer negocio de un sector diminuto que está dispuesto a morir matando? ¿Nadie ha pensado en el efecto que tendrá en las empresas y su incorporación a la Red el canon?
No escuchan. En lugar de desarrollar nuevas formas de vender música, legislan; en lugar de fomentar el futuro lo bloquean. Quienes nos gobiernan dicen hacerlo para todos, pero mienten. Los favorecidos por las leyes se quejan de persecución, pero se forran. Si convierten ahora la Internet española en un erial todos pagaremos las consecuencias de sus errores. Ya conocemos bien lo que ocurre cuando un país se pierde una revolución industrial; que tarda lustros, muchos lustros en recuperar el paso. Los votantes recordaremos a quien nos haga eso, como los compradores recordaremos a esos músicos que prefieren obrar impuestos privados a vender los discos que ya nadie quiere comprarles.
Esto es una aberración moral y práctica. Los usuarios de las telecomunicaciones, las empresas del ramo, los amantes de la música, los votantes, tenemos que plantar cara a esta locura.